La Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (MINUSTAH por sus siglas en francés), una misión de paz de fuerzas de la ONU vigente en Haití desde 2004 y cuyo componente militar estaba a cargo del Ejército Brasileño, terminó oficialmente este domingo 15 de octubre.
La misión de paz de Naciones Unidas en Haití, que ayudó a mantener el orden durante 13 años de agitación política y catástrofes naturales, llegó a su fin con la salida de los últimos cascos azules pese a las preocupaciones de que la policía y el sistema judicial aún no son adecuados como para garantizar la seguridad en el país.
Trece años después, la misión terminó pero lazos muy estrechos se tejieron entre Haití y Brasil, donde numerosos haitianos se refugiaron. Debido al creciente flujo de migrantes provenientes de Haití después del desastroso temblor de 2010 y a la lentitud de los trámites de los pedidos de asilo, Brasil comenzó a ofrecer visas por razones humanitarias en 2012.

Según las últimas cifras que datan de finales del 2016, en total, 49.723 de estas visas, que daban el derecho a trabajar en el país, fueron distribuidas en 4 años por la embajada de Brasil en Puerto Príncipe.
Pero con el fin de las grandes obras para el Mundial de 2014 y de los Juegos Olímpicos en 2016 y con la llegada de la crisis económica, numerosas familias de haitianos que vivían en Brasil decidieron continuar su viaje hacia el norte a la búsqueda del famoso “sueño americano”, provocando una crisis migratoria en la frontera mexicana.
Los haitianos que se quedaron en Brasil afirman estar inquietos ahora que la misión de Naciones Unidas terminó en Haití y temen que su permiso de estadía en Brasil termine también.

Hay que señalar que la migración también se hizo en el sentido contrario pero en proporciones menores. En 2006, unos 70 militantes del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil, una organización que lucha por una distribución equitativa de las tierras en Brasil, comenzaron proyectos humanitarios en zonas rurales de Haití.
De hecho, también presente en Haití desde el 2006, la ONG Viva Río logró arraigarse en este país caribeño y entre sus proyectos más populares se encuentra las “Perlas Negras”, una escuela de fútbol en las afueras de Puerto Príncipe que entrena a unos 150 niños y niñas. A los 16 años, los más talentosos pueden entrenarse en Brasil e incluso, integrar el Club escuela del mismo nombre que juega en la tercera división del campeonato de Río.
Para Mauricio Santoro, profesor en Relaciones Internacionales de la Universidad del Estado de Río, el fin de la MINUSTAH no pone fin al acercamiento que ha habido entre los dos países y que los intercambios culturales continuarán a pesar del fin de la misión de Naciones Unidas en Haití.
RCI/AFP/cc
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