La tregua entre el gobierno de Colombia y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional atraviesa su primera crisis, luego que el grupo armado reconoció ser el responsable de la muerte de un líder indígena.
El crimen puso tensión en la confianza precaria respecto del cese del fuego entablado por las partes, con el fin de facilitar las conversaciones de paz que buscan poner fin a medio siglo de violencia en Colombia.
El gobierno de Juan Manuel Santos decidió el lunes mantener el cese del fuego, en vigor desde el 1 de octubre por un período inicial de tres meses, aunque el mandatario condenó públicamente el asesinato.

El ELN admitió que uno de sus frentes es responsable por la muerte de Aulio Isarama Forastero, gobernador de una reserva indígena en el noroeste del país. El grupo alegó que se trató de un hecho accidental y pidió perdón por el mismo.
“Ningún incidente en sí mismo será la causa de una ruptura unilateral y automática del cese del fuego”, sostuvo en un comunicado el Alto Comisionado por la Paz de Naciones Unidas.
De todos modos, el incidente fue calificado como grave y la organización dijo que será examinado por la misión de verificación del cese del fuego, integrada por la ONU, las dos partes que negocian la paz y la iglesia católica.
El gobierno colombiano anunció que su delegación y la del ELN destinadas al diálogo de paz no se pronunciarán sobre la “continuidad del cese del fuego” hasta que la comisión presente su informe.

La muerte de Isarama Forastero, que genera tensión con la guerrilla, se produjo en el departamento del Chocó, en medio de una ola de asesinatos de militantes de los derechos sociales y humanos, que ha arrojado alrededor de 200 muertos desde enero de 2016, según informó el Defensor del Pueblo de Colombia, entidad que vela por la protección de los derechos fundamentales en ese país.
El líder indígena fue retenido por un grupo del ELN, que afirmó que quería indagarlo sobre su presunta implicación en acciones de inteligencia militar.
Según las versiones del grupo armado, Isarama Forastero se negó a ir con los guerrilleros y se abalanzó sobre uno de ellos, momento en el que se habría producido el incidente que derivó en la muerte del hombre.
Algunos analistas políticos colombianos alertaron sobre la gravedad del hecho y sostuvieron que existen en las filas guerrilleras elementos que no han comprendido la complejidad del proceso de negociación de paz, al tiempo que una muerte como la del líder indígena “no hace más que minar la confianza en un gobierno que ya se encuentra debilitado”.
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