Honduras entró este viernes en un quinto día de crisis electoral debido a un lento recuento de votos de la elección presidencial. Este retraso, que aumenta las sospechas de un fraude, desató las protestas de la oposición en todo el país.
Tanto el presidente y candidato a la reelección de derecha, el favorito de Estados Unidos, Juan Orlando Hernández, como su rival Salvador Nasralla, apoyado por una diversidad de organizaciones populares, se proclamaron ganadores tras la votación del domingo.
Los primeros conteo favorecían a Nasralla, que llevaba unos cinco puntos de ventaja con el 57 por ciento de las mesas computadas, pero luego de una pausa de un día y medio, la balanza se inclinó de forma repentina hacia el actual presidente.
El cambio de dirección a favor de Hernández provocó enfrentamientos entre la policía y manifestantes, que dejaron al menos 11 personas heridas.
A última hora del jueves y ante la criticada demora del conteo, el presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), David Matamoros, atendió los pedidos de observadores internacionales y dijo que el tribunal contabilizaría los votos de 1,031 mesas receptoras pendientes, o aproximadamente el 6 por ciento del total, que tenían irregularidades.
Este conteo se completará en hasta dos días, y le permitirá a la autoridad electoral declarar un ganador definitivo con el 100 por ciento de las mesas procesadas, dijo Matamoros.
Con el conteo regular de las boletas completado, Hernández, del Partido Nacional, tenía una ventaja de menos de 50,000 votos sobre su rival centrista.
Luis Larach, el presidente del poderoso organismo empresarial COHEP, dijo a Reuters que dada la pequeña diferencia de 1.5 puntos porcentuales entre los candidatos, el conteo de votos irregulares sería crucial para decidir el ganador.
Salvador Nasralla, una de las caras más conocidas de Honduras y que cuenta con el respaldo del expresidente Manuel Zelaya, quien fue derrocado en 2009 por la derecha hondureña con el apoyo de Estados Unidos tras proponer una Asamblea Constituyente, declaró que no aceptará el resultado del tribunal debido a las sospechas de fraude en el proceso de escrutinio.

Mediante una carta, Zelaya acusó el jueves al Tribunal Supremo Electoral de cometer “crímenes electorales”, mientras que uno de los cuatro magistrados del TSE señaló la existencia de “serias dudas” sobre el proceso.
La Organización de Estados Americanos (OEA) pareció haber rescatado la credibilidad de las elecciones el miércoles al obtener declaraciones firmadas de ambos candidatos, prometiendo respetar el resultado final.
Ante el retraso del recuento de votos, y el hecho de que las urnas permanecían en manos del ejército hondureño, Salvador Nasralla decidió rechazar el acuerdo de la OEA, denunciando que sus oponentes estaban tratando de robarle una victoria en las urnas.
El partido de Nasralla, la Alianza de Oposición contra la Dictadura, conformada por el Partido Libertad y Refundación (Libre) y el Partido Innovación y Unidad (PINU-SD), instó a sus partidarios a salir a las calles en señal de protesta y en defensa de la democracia.
Se han registrado protestas violentas en el país, donde los manifestantes instalaron barricadas, quemaron llantas y bloquearon autopistas, mientras que varios puestos de peaje de autopistas fueron incendiados. La policía disparó gases lacrimógenos contra los manifestantes
Las dudas sobre el proceso han llevado a que la oposición denuncie que Hernández pudo haber influido en el tribunal electoral. Por su lado, David Matamoros, del Tribunal Supremo Electoral, ha pedido disculpas a los hondureños por lo que llamó una “falla” en los sistemas.
La preocupación internacional ha crecido ante la crisis electoral en el país centroamericano de más de nueve millones de habitantes. Honduras sufre una pobreza generalizada, una constante violencia de parte de las bandas de narcotraficantes y una de las tasas de homicidios más altas del mundo.
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