Canadá es uno de los países con mayor desarrollo económico y humano en todo el mundo. Sus estándares de vida se ubican entre los más altos a nivel global y no es infrecuente hallar algunas de sus ciudades entre las reseñas que las señalan como las mejores del planeta para vivir.
Pero esa es sólo una parte de la realidad.

En pocos días más, la provincia de Quebec señalará los 15 años de la entrada en vigencia de la Ley para Combatir la Pobreza y la Exclusión Social (Loi visant à lutter contre la pauvreté et l’exclusion sociale), adoptada el 13 de diciembre de 2002 y vigente desde el 5 de marzo de 2003, con la que la provincia buscó poner fin a la indigencia en su territorio.
Según el Colectivo por un Quebec sin pobreza, ese objetivo no sólo no se logró, sino que los avances registrados en busca del objetivo fijado son casi nulos.

Quiénes reciben la ayuda financiera en Quebec. ©Ministerio de Trabajo, del Empleo y de la Ayuda Social.
En nuestros días, 760.000 personas viven en situación de pobreza en Quebec, es decir, casi el 10 por ciento de su población, que según el censo de 2016 supera por poco los 8 millones de habitantes.
Entre ese sector de la población provincial que se considera pobre, hay que contar a personas con empleos con salarios mínimos o cuyos puestos no son fijos o estables (4 de cada 10 pobres), quienes no pueden trabajar por razones de salud, discapacidad o por hallarse al cuidado de niños de corta edad (5 de cada 10 pobres) y a personas que no logran encontrar empleo (1 de cada 10 pobres, ya sea por falta de formación, de experiencia o porque en su zona no hay fuentes laborales que respondan a sus calificaciones.

Los menos favorecidos dentro de ese grupo son los que viven de la ayuda social (6 de cada 10 pobres). La Ayuda Financiera de Último Recurso para una persona sola se ubica en el orden de los 8712 dólares anuales, con los que se pretende cubrir el costo de la denominada “canasta básica”, que incluye alimentación, vivienda, etc.
Si bien las cifras difieren según los parámetros que se tomen en cuenta, si consideramos que la vivienda cuesta entre 600 y 1.000 dólares mensuales, poco de esa ayuda social restará a la hora de cubrir otras necesidades tan básicas como alimentarse.
El Colectivo sostiene que la lucha contra la pobreza no será efectiva en tanto no se pase de una política paliativa de las necesidades, a una política que busque eliminar las desigualdades en los ingresos y en la distribución de la riqueza.

La entidad también reclama una mejora en el acceso a los servicios públicos, que sólo están disponibles para todos en teoría.
Y por último, pero no lo menos importante, poner fin a los prejuicios. Al hablar de la ayuda social no son pocos quienes califican a sus beneficiarios como personas perezosas, que no hacen nada por mejorar su situación.
En opinión de nuestra entrevistada, esa concepción encierra un desconocimiento del estrés que viven esas personas, en su lucha diaria por cubrir sus necesidades y que constituye en sí mismo una ocupación de tiempo completo.
Pero, además, instaura un discurso que avala y justifica la inacción de autoridades y del resto de la sociedad para acabar con la pobreza.
Mas detalles en entrevista de Marie-Anne Paradis-Pelletier del Colectivo por un Quebec sin Pobreza, en diálogo con Luis Laborda.
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