Milicias iraquíes con la foto del gran Ayatola Ali al-Sistani (HAIDAR HAMDANI/AFP/Getty Images)

El Ayatola Sistani pide la disolución de las milicias chiíes en Irak

Los milicianos chiíes que participaron en los combates contra los yihadistas del grupo armado Estado Islámico, EI, deben ser integrados a los servicios de seguridad del Estado, a quienes deben entregar sus armas, dijo el gran Ayatola Ali Sistani en el sermón del viernes leído en su nombre en la mezquita de Kerbala.

Las Unidades de Movilización Popular, que contribuyeron a la derrota definitiva del Estado Islámico en Irak, proclamada el 9 de diciembre pasado por el primer ministro Haider al-Abadi, fueron formadas en virtud de una fetua del ayatola Sistani.

La posición del ayatola Sistani es muy parecida a la de Abadi, que quiere impedir que a los jefes milicianos se apoyen sobre su poder y su influencia durante la guerra para inmiscuirse en las elecciones legislativas del 12 de mayo próximo.

Haider al-Abadi, primer ministro de Irak. ( Reiner Zensenullstein bild via Getty Images)

“La victoria contra Daech (acrónimo árabe para el Estado Islámico) no significa el fin de la guerra contra el terrorismo”, dijo el ayatola Sistani en su mensaje leído por su representante, el jeque Abulmehdi al Karbalai, mencionando la existencia de “células durmientes”.

“Los combatientes que participaron en la guerra contra Daech deben apoyar al sistema de seguridad (…) Es necesario integrar a los combatientes en el seno de  las estructuras oficiales y constitucionales”, agregó el jeque Abulmehdi al Karbalai.

Los responsables políticos suníes y kurdos piden a Abadí que desarme a las Unidades de Movilización Popular, que ellos acusan de numerosos abusos y que en los hechos, rinden cuenta al gobierno de Irán y no al de Irak.

Milicianos chiíes y soldados iraquíes interrogan a un sospechoso de pertenecer a Daech en Tal Ghaasoun, Irak. (Sebastian Backhaus/NurPhoto via Getty Images)

Hadi al-Amiri y Kais al-Khazali, los dos principales jefes de milicias, anunciaron esta semana que ponían sus hombres a las órdenes de Haidar al-Abadi. Su decisión de separar las alas políticas y militares podría permitirles participar a las elecciones, quizá en el marco de una alianza más amplia, apoyada por Irán.

Teherán entrena y arma a las milicias chiíes más poderosas, entre las que se cuentan las organizaciones Badr, dirigida por Hadi al Amiri y Assaib al-Hak dirigida  por Kais al-Khazali.

El parlamento iraquí votó el año pasado una ley que convertía a las Unidades de Movilización Popular en un cuerpo militar específico que debía rendir cuentas a Abadi, que es también el comandante en jefe de las fuerzas armadas.

RCI/Reuters/mch/jpl/jsb

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