¿Qué personajes de la política canadiense fueron motivo de conversaciones?, ¿quién estableció la agenda de temas nacionales e internacionales en el mundo de la política canadiense en 2017?
Buscando responder a estas interrogantes, Power & Politics, El poder y la política, un programa de radio del difusor público CBC ha hecho una búsqueda en los archivos de este año para presentar algunos de los actores más destacados de la política de 2017.
Con la colaboración de panelistas como la ex ministra provincial de Quebec, Yolande James, Martin Patriquin, del sitio en internet iPolitics, y junto a Kathleen Monk y Geoff Norquay de la firma Earnscliffe Strategy Group, el periodista David Cochrane estableció los cinco actores políticos más importantes del 2017 en Canadá.
En cuarto lugar entre los cinco personajes que ocuparon los titulares de la política canadiense se encuentra Chrystia Freeland, quien en 2017 estuvo viajando por todas partes, desde Washington hasta Vietnam y Ucrania.
Bajo el mandato de la ministra Freeland, Ottawa reanudó la política del multilateralismo en la escena internacional, un principio que había sido dejado de lado por el gobierno anterior dirigido por los conservadores de Stephen Harper.
Un lugar que ella no ha visitado es Moscú. Esto debido a que Freeland, quien a principios de año reemplazó a Stephane Dion como responsable de Relaciones Exteriores de Canadá, hace parte de una docena de canadienses incluidos en la lista de sanciones rusas establecidas en 2014 como parte de la respuesta del presidente ruso Vladimir Putin a las sanciones occidentales tras la inclusión de Crimea a la soberanía territorial de Rusia.
Chrystia Freeland es una diputada liberal canadiense en Toronto. Ella tiene raíces ucranianas. Su abuelo, Michael Chomiak fue un colaborador de los nazis como editor del periódico Krakivski Visti en su nativa Ucrania.
La prensa se hizo eco de esos antecedentes familiares. Por su lado, y a modo de respuesta, Freeland ratificó el rechazo del gobierno canadiense a las corrientes neonazis que han tomado un mayor espacio en el discurso político gracias a la elección del bombástico presidente estadounidense Donald Trump, cuyos antecedentes incluyen actos racistas y misóginos.
«Canadá deplora, denuncia y se opone al nazismo, al supremacismo blanco y su ideología de odio, allí donde se presenten», decía Chrystia Freeland.
Antes de formar parte del gobierno canadiense, Freeland fue una periodista económica que pasó varios años trabajando y viviendo en Moscú. Ella describió al presidente ruso Vladimir Putin como un personaje autoritario, autócrata y «realmente peligroso».
La ex ministra de Comercio fue ascendida al más alto cargo diplomático de Canadá a principios de 2017. Ella afirmó rápidamente su presencia en la escena mundial, asumiendo las difíciles negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), unas negociaciones comerciales impuestas por Donald Trump a sus dos socios comerciales, Canadá y México.
Para principios del 2018, Freeland también está coauspiciando junto a su homólogo estadounidense Rex Tillerson una reunión cumbre en Canadá para explorar respuestas diplomáticas ante las crecientes tensiones entre Estados Unidos y Corea del Norte.
Ella también se ha confrontando a un agresivo Vladimir Putin, ha seguido de cerca la creciente inestabilidad en el Medio Oriente y ha sido la anfitriona de la tercera reunión ministerial del Grupo de Lima en Toronto, en octubre de 2017, grupo de países que considera que debe intervenir en los asuntos venezolanos.
Según Freeland, “Canadá está profundamente preocupada por el deterioro de la crisis política y económica en Venezuela y está trabajando intensamente con países de ideas afines, a través del Grupo de Lima y la comunidad internacional, para abogar por la restauración de la democracia y la protección de los derechos humanos del pueblo venezolano.”
El Grupo de Lima está compuesto por Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía. Este grupo fue creado el 8 de agosto de 2017 con el objetivo de coordinar los esfuerzos de estos países para ejercer presión internacional sobre Venezuela.
En reacción a sus críticos, Chrystia Freeland declaro que «la firmeza de las posiciones de Canadá sobre algunos temas es algo de lo cual no voy a pedir disculpas.»
Todas estas acciones y estos temas han hecho que Chrystia Freeland, la ministra canadiense de Relaciones Exteriores en el gobierno del primer ministro Justin Trudeau, haya sido en 2017 el cuarto personaje en importancia en la actualidad política en Canadá.
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