Un estado del norte de la India estudia la posibilidad de utilizar el “poder mágico” de las vacas, para obligar a sus presos a volver al buen camino.
Una comisión gubernamental de Haryana, adyacente a Nueva Delhi, que es dirigida por nacionalistas hindúes, analiza la posibilidad de colocar vacas en sus centros penitenciarios, para utilizar la influencia de ese animal, que es reverenciado por los hinduistas.
Los responsables dijeron que consideran comprar unos 600 animales, a un costo que rondaría 1,5 millón de dólares, para llevar adelante el programa que denominaron “terapia de la vaca”.
La Comisión de Protección de las Vacas considera que la instalación de establos bovinos en seis centros de detención, a partir de febrero próximo, ejercerá una influencia positiva sobre los encarcelados.

Los musulmanes conforman uno d elos grupos más perseguidos en Haryana. Foto: REUTERS/Cathal McNaughton.
“Las vacas son parte de la religión hindú y tienen poderes mágicos sobre quienes se ocupan de ellas” declaró Bhani Ram Mangla, presidente de la comisión, al señalar lo que calificó como “innumerables beneficios” de la iniciativa.
El funcionario sostuvo que la leche producida por los animales podría purificar a los detenidos, mientras que el estiércol y el orín obtenidos en las prisiones, que supuestamente poseen virtudes energéticas, podrían ser vendidos en los mercados locales.
Desde la llegada al poder de los nacionalistas hindúes, en 2014, India se ve confrontada a una tensión político-religiosa en torno al carácter sagrado que las vacas tienen dentro del contexto del credo hindú.
Numerosos estados del norte del país reforzaron sus leyes para beneficiar la protección de esos animales, con penas de prisión que podrían incluso llegar a la reclusión de por vida.

La violencia contra las mujeres es otro motivo de descontento en el gigante asiático.
Foto: REUTERS/Anindito Mukherjee.
Esa reverencia hacia el animal choca con el trato inhumano que muchas personas reciben en India, por el simple hecho de pertenecer a castas consideradas de rango inferior en la sociedad.
Sectores que se autodenominan como “milicias para la protección de las vacas” son señalados como los responsables de una serie de linchamientos de musulmanes y de miembros de la casta de los “intocables”, obligados a recoger el excremento de otras personas con sus propias manos.
Entidades defensoras de los derechos humanos sostienen que esas milicias actúan con total impunidad, a pesar de los dichos de las autoridades, que en público condenaron esas matanzas.
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