El Papa Francisco se disculpó esta semana ante las víctimas chilenas de abuso sexual por parte de sacerdotes por el «daño irreparable» que sufrieron, pero el sobreviviente Juan Carlos Cruz dice que sus palabras son solo «titulares vacíos».
«Nunca vienen con acciones concretas, que es lo que esperaríamos», dijo Cruz en el programa de CBC, As It Happens.
«No soy una persona vengativa. Tiendo a perdonar a todos. Pero el dolor es tan grande que sigue presente entre los sobrevivientes».
Francisco abordó directamente el escándalo de abuso sexual en Chile en su primer día completo en Santiago, que se produjo en medio de una oposición sin precedentes a su visita.
Protestas masivas estallaron en las calles de Santiago, y tres iglesias fueron incendiadas durante la noche, incluida una que fue quemada por completo.

El sacerdote más infame de Chile
En el corazón de la protesta está el abusador de Cruz, el desacreditado reverendo Fernando Karadima y también los acusados de ayudarlo a cubrir sus huellas.
Cruz y otras víctimas hicieron denuncias públicas por primera vez contra Karadima en 2010, después de denunciar durante años a las autoridades de la iglesia que el sacerdote poderoso y bien relacionado los había abusado sexualmente cuando eran adolescentes.
Fiscales chilenos investigaron a Karadima, pero retiraron los cargos porque el plazo de prescripción había expirado. El juez que manejó el caso hizo hincapié en que no colapsó por falta de pruebas.
En 2011, el Vaticano lo declaró culpable de abusar sexualmente de menores, lo excluyó de todos los deberes pastorales y lo sentenció a una vida de «penitencia y oración».
«Lo llamamos un retiro dorado», dijo Cruz. «Los sacan de circulación. Los ponen en un hogar con todas las comodidades y alguien que los sirva. Aunque no pueden hacer un ministerio público».

El protegido de Karadima
El Vaticano confiaba en cerrar la polémica sobre los abusos sexuales con la decisión del Papa de recibir en Santiago el martes a algunas víctimas de forma privada –aunque no a los más conocidos que le habían pedido un encuentro-. Pero sucedió lo contrario.
Esto, gracias a un gran protagonista que se niega a adoptar un papel discreto: el obispo de Osorno, Juan Barros, acusado por las víctimas de encubrir los abusos del sacerdote Fernando Karadima.
El primer día, minutos después de que el Papa, que siempre ha defendido la inocencia de Barros, dijera que sentía “vergüenza” por los abusos, Barros participó como todos los demás obispos en la misa multitudinaria en Santiago y fue el gran protagonista del día con sus declaraciones a la prensa en las que insistía en que las víctimas que le acusan mienten.
Pero muchos chilenos siguen furiosos por la decisión de Francisco en 2015 de nombrar a este protegido de Karadima como obispo de la ciudad sureña de Osorno.

Aunque el obispo Barros ha negado saber sobre los abusos de Karadima, muchos chilenos no le creen y su nombramiento ha dividido a la diócesis.
Cruz alega que Barros no solo sabía sobre el abuso que él y sus compañeros sufrieron a manos de Karadima, sino que además estaba en la habitación cuando esos hechos sucedieron.
«Estaba allí mirando mientras nos maltrataban», dijo Cruz. «¿Qué se supone que debes pensar cuando todas estas personas que deberían ser castigadas son recompensadas?»
Francisco ha defendido a Barros, diciendo que la oposición hacia Osorno era «estúpida», infundada y proveniente de la izquierda.
Barros le dijo a los medios locales que no fue testigo de ningún abuso por parte de Karadima.
Los periodistas le preguntaron entonces si era consciente de que con su presencia estaba hundiendo la visita del Papa y su mensaje a favor de las víctimas, pero Barros, cada vez más nervioso y acorralado por los medios solo acertaba a decir que él nunca presenció los abusos mientras rogaba a los periodistas: “les pido que me dejen tranquilo”

La batalla continúa
Cruz, junto con otros supervivientes, James Hamilton y José Andrés Murillo, continúan luchando para que Barros y sus subordinados sean llevados ante la justicia.
El trío ha lanzado una demanda civil contra la iglesia, buscando una disculpa y reclamando$ 600,000 US por daños. Su próxima audiencia está programada para marzo.
«Solo podemos imaginar cuántas personas fueron maltratadas», dijo Cruz, señalando que muchos han permanecido en silencio o se han quitado la vida.
«Lo hacemos por ellos», dijo, «porque queremos que ellos también tengan voz».
CBC/ Associated Press/El País
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