Para Jane Sazon esta es su séptima crucifixión en una cruz de madera. (REUTERS/Romeo Ranoco)

Fieles filipinos perpetúan la pasión de Cristo este viernes Santo

Algunos fieles filipinos, entre los que se encuentra Jane Sazon, una mujer de 39 años, se hicieron crucificar este viernes santo en San Pedro Cutud, un pueblo de  la provincia de Pampanga, situada en el norte de Manila. Para Jane Sazon esta es su séptima crucifixión en una cruz de madera. Ellos sufren en carne propia, los sufrimientos que precedieron la muerte de Jesucristo, una práctica que ya fue condenada por la Iglesia católica.

Por lo menos 3 voluntarios fueron crucificados este año en cruces de madera después del mediodía, hora local, delante de miles de espectadores reunidos en San Pedro Cutud, a unos 80 kilómetros de Manila.

Esta sangrienta práctica refleja la interpretación particular que hacen los filipinos del catolicismo, en la que mezclan las tradiciones de la Iglesia y las supersticiones populares.

Para Rubén Enaje, un pintor de 58 años, La crucifixión de este viernes fue su trigésimo segunda. (REUTERS/Romeo Ranoco)

Muchos de los fieles que aceptan ser crucificados son gente pobre y lo hacen para expiar sus pecados, rezar por los enfermos o mejorar su suerte. Otros desean dar gracias a Dios por lo que ellos creen que son milagros.

Para Rubén Enaje, un pintor de 58 años, La crucifixión de este viernes fue su trigésimo segunda. Él se ofreció como voluntario la primera vez después de haber sobrevivido a una caída en un precipicio. Él espera seguir cumpliendo con su rito anual hasta los 60 años.

Penitente en Manila, Filipinas. (REUTERS/Dondi Tawatao)

Esta celebración de Semana Santa no place a las autoridades religiosas de Filipinas, país de Asia donde el catolicismo romano está más arraigado. Sin embargo, estos ritos de la cuaresma gozan de mucha popularidad y constituyen una atracción turística mayor para la provincia de Pampanga.

Edwin Santiago, el alcalde del pueblo, dice que se desplegaron más de 400 policías este viernes y que se pusieron a disposición de los penitentes puestos de primeros auxilios.

“Nosotros ofrecemos la ayuda porque no podemos impedir el flujo de turistas. No hacemos la promoción como un festival, sino más bien como una demostración de respeto hacia una tradición local”, dice el alcalde EdwinSantiag.

RCI/AP

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