Descubrimos que si usamos un entrenamiento especial puesto en práctica durante la investigación, en la cual exponemos a las personas mayores a hacer multitareas, ellas mejoran la capacidad de caminar y hablar al mismo tiempo, por ejemplo. Potencialmente esto podría reducir caídas.
Las caídas son un problema geriátrico muy importante. A veces nos enfocamos solo en sus consecuencias mecánicas como la fractura o un hematoma de la lesión. Sin embargo, eso constituye solo entre uno a cinco por ciento de los problemas. La caída tiene consecuencias psicológicas importantes.
-Dr. Manuel Montero-Odasso
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Dr. Manuel Montero-Odasso, profesor profesor de medicina y medicina geriátrica en la Western University, Ontario
Las consecuencias de una caída en una persona mayor a veces pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Se estima que entre el 20 y el 30 por ciento de las personas mayores canadienses caen cada año, según un informe de la Agencia de Salud Pública de Canadá.
Sin embargo, el ejercicio no solo puede alterar el riesgo de caídas, es también muy bueno para nosotros física y mentalmente.
Un reciente estudio sugiere que la mejora cognitiva en las personas mayores puede resultar en una forma complementaria de reducir las caídas.
«El efecto de los ejercicios no es solo enfocar el músculo, también están mejorando algunos aspectos de la cognición relacionados con la salud del lóbulo frontal en el cerebro».
Esto lo dice el Dr. Manuel Montero Odasso, profesor de medicina y medicina geriátrica en la Western University, Ontario
Las investigaciones del Dr. Montero-Odasso establecen que las redes cerebrales en el lóbulo frontal que ayudan a controlar la navegación y la marcha, la forma en que caminamos, son en realidad las mismas redes vitales para la memoria y la atención.
«Sabemos que cuando se realizan múltiples tareas, su atención puede concentrarse en la tarea cognitiva en lugar de centrarse en mantener el equilibrio y eso puede desencadenar una caída».
El problema, agrega, es que veces nos enfocamos solo en las consecuencias mecánicas de caídas como la fractura o un hematoma de la lesión. Sin embargo, eso constituye solo entre uno a cinco por ciento de las consecuencia. La caída tiene consecuencias psicológicas que implican miedo a caerse, depresión, falta de participación en actividades. Los pacientes entran en una espiral viciosa donde se deprimen más lo que lleva a una falta de actividades, más inmovilidad y más caídas.
Son muy conocidos los factores de riesgo de caídas que tienen que ver con problemas musculares, de equilibrio, con el dolor crónico, con problemas asociados con enfermedades neurológicas.
“Lo que hemos descubierto en los últimos años es que lo que desencadena una caída a veces es algún trastorno en la velocidad de procesamiento de nuestros reflejos. Es decir, usted corre un alto riesgo de caerse porque tiene un dolor crónico en su rodilla izquierda, porque en la rodilla tiene una osteoartritis. Pero no se cae todo el tiempo. Y las caídas ocurren solamente cuando usted no puede eludir un obstáculo o cuando comienza a distraerse porque está realizando otras actividades. Eso vimos que está asociado a problemas muy tempranos y sutiles de la memoria y de la velocidad de procesamiento de nuestro cerebro”.

El Consorcio canadiense en neurodegeneración asociado al envejecimiento, con un equipo dirigido por el Dr. Manuel Montero-Odasso, proporciona infraestructura y apoyo que facilita la colaboración entre los investigadores de la demencia de Canadá.
La disminución de los reflejos no es el único factor
Si una persona mayor tiene un trastorno del equilibrio crónico porque tiene diabetes, a eso se agrega que los músculos no tienen la fuerza como cuando son jóvenes, por lo que tienen alto riesgo de caída. Pero si los reflejos están intactos pueden generar mecanismos de defensas caminando y aumentado la base de sustentación, o tratando de agarrarse de una manija o de la baranda de la escalera para evitar la caída, dice Manuel Montero Odasso.
Los problemas cognitivos y de demencia
En esas personas mayores de 65 años con reflejos disminuidos, un desplazamiento incorrecto de unos pocos centímetros del pie cuando quiere aumentar la base de sustentación, o de unos pocos centímetros de la mano cuando quieren aferrarse, hacen que ese mecanismo falle y el paciente se caiga y sufra consecuencias de la caída.
Cuando el problema cognitivo es más importante, cuando los pacientes ya tienen deterioro cognitivo mínimo o estados pre demenciales, vimos que no solo esos reflejos están disminuidos sino que la capacidad de juzgar está alterada, lo que lleva a esos mayores a tomar riesgos innecesarios.
Problemas muy sutiles, muy tempranos, de la capacidad de hacer multitareas, de hacer dos a tres cosas a la vez, están asociadas con más caídas. Y sabemos que cuando se envejece, eso ocurre. Nuestra capacidad de caminar y hablar o de conducir y hablar está reducida, y eso se asocia a caídas.
La investigación
Manuel Montero Odasso dice que hicieron una revisión sistemática en la que analizaron una muestra de entre 400 y 500 pacientes. Y vimos que los trastornos de la función cognitiva que se llama función ejecutiva pueden prevenir caídas hasta con dos años de anticipación. Lo otro que vimos en nuestro estudio es que algunas intervenciones que nuestro equipo está haciendo junto con el Canadian Consortium in Neurodegeneration On Aging a través de todo el Canadá, junto con especialistas en Montreal, Dr. Louis Verret and Karen Lee, vimos que si usamos un entrenamiento especial llevado a cabo durante la investigación donde exponemos a las personas mayores a hacer multitareas, método desarrollado por esos investigadores, mejoran la capacidad de caminar y hablar al mismo tiempo.
¿Es posible, al ver caminar a una persona, determinar si está en riesgo de tener caídas?
El profesor de medicina y medicina geriátrica en la Western University, Ontario dice que Sí. Que una mayoría de clínicos, doctores, fisioterapeutas o los enfermeros especializados, que tienen una formación en medicina del envejecimiento o geriátrica cuentan con los instrumentos que, al observar simplemente como alguien camina, les permite detectar un riesgo mayor de caída.
Pero lo más importante, agrega, es que han logrado demostrar cómo detectarlo.
Es normal en una caminata, en un ambiente protegido, iluminado, reducir la velocidad si usted camina y hace una actividad cognitiva exhaustiva. Por ejemplo, si camina y trata de hacer cuentas, usted va a disminuir su velocidad. Eso es normal porque los mecanismos que controlan las funciones cognitivas como el cálculo, son los mismos mecanismos que controlan la divagación cuando usted camina.
Lo que hemos demostrado es que si usted reduce la velocidad en más de un 20% de lo que usted puede caminar en ese corredor sin hacer las cuentas, usted va a tener un alto contenido de caídas.
A pesar de que gente mayor puede tener a simple ojo una manera de caminar normal, si hacemos un desafío cognitivo como caminar y hacer cuentas, aquellos que reducen mucho su velocidad tiene riesgo de caída. Es como un test que demuestra algo que no se podía ver con una simple caminata.

El Dr. Manuel Montero-Odasso con Roy Bratt de 82 años, durante la prueba. © Lawson Health Research Institute
¿Qué hacer?
Los ejercicios son muy buenos para evitar caídas, por mecanismos relacionados con el músculo pero también con el cerebro. Cada vez es más evidente que la cognición tiene un papel en las caídas y puede ser un tratamiento complementario a todo el tratamiento establecido. Hay que hacer ejercicios físicos, revisar su medicamento para asegurarse de que no haya ningún medicamento que pueda afectar la velocidad de procesamiento en el cerebro o que puede afectar su equilibrio y generar un muy buen control de las enfermedades crónicas. Y caminar, caminar, caminar.
Esto y más en la entrevista de Manuel Montero Odasso con Radio Canadá Internacional.
Manuel Montero-Odasso, MD, PhD, AGSF, FRCPC es actualmente Profesor Asociado de Medicina, Epidemiología y Bioestadística en la Universidad de Western Ontario. Es un internista y geriatra con un enfoque de investigación en la relación entre movilidad y problemas cognitivos en adultos mayores.
Dirige el Estudio de la marcha y el cerebro, un estudio de cohortes destinado a evaluar las alteraciones de la marcha como un pronosticador temprano de la demencia y la disminución de la movilidad en personas con problemas cognitivos tempranos sin demencia (DCL)
Su nueva investigación fue publicada en el Journal of the American Geriatrics Society.
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