La renegociación del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) sigue generando más de un dolor de cabeza, tanto para los negociadores, como para quienes apoyan y quienes se oponen a la iniciativa.
En las últimas semanas, el gobierno estadounidense ha incrementado sus presiones, para conseguir una firma rápida de la nueva versión del acuerdo que involucra a México, Canadá y Estados Unidos.

El intercambio comercial entre los «tres amigos» podría ser reformulado drásticamente. REUTERS/Hyungwon Kang.
El objetivo de la administración Trump es evitar que las conversaciones puedan verse afectadas por las elecciones presidenciales que se llevarán a cabo en México el 1 de julio próximo y los comicios de medio mandato en Estados Unidos, hacia fines de año, que podrían llevar a una recomposición del Capitolio.
En el primer caso, la perspectiva de un triunfo del candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador y, en el segundo, el posible retroceso de la presencia del “trumpismo” en el congreso estadunidense, no son buenas señales para las exigentes metas de renegociación que busca Washington, y que tiene como uno de sus principales objetivos lograr la “repatriación” de parte de la actividad industrial en áreas claves, como por ejemplo la automotriz.

Trump quiere que la producción automotriz «fugada» al extranjero vuelva a su territorio. REUTERS/John Sommers II.
Entre los tire y afloje constantemente presentes en la mesa de negociación, una tercera posición pide que se detengan las negociaciones, hasta que pueda recrearse un mejor ambiente de diálogo, exento de las presiones actuales, que parecen ir en aumento.
Según los impulsores de esta postura, es necesario tomar en cuenta las consecuencias que ha tenido para los países participantes el pacto comercial firmado hace poco más de dos décadas: enormes beneficios para las grandes empresas en detrimento de las pequeñas, sectores comerciales arruinados, como el los pequeños productores agropecuarios, y soberanía comercial y legal soslayada en beneficio de las transnacionalización.

La cercanía territorial entre los tres países bien podría no reflejarse en un futuro tratado comercial marco. THE CANADIAN PRESS/AP/Judi Bottoni
A modo de ejemplo, en México, donde se instauraron normas puntuales de protección ambiental, se produjeron demandas de empresas que como resultado de su actividad producen altos niveles de contaminación, y que alegaron sentirse afectadas en sus posibilidades de negocios. En la mayoría de los casos, los litigios se saldaron a favor de las empresas y en contra de las normas nacionales mexicanas.
La soberanía alimentaria es otro de los puntos centrales del reclamo. Según cuenta nuestro entrevistado, México ha perdido la capacidad de definir qué quiere producir y, por consiguiente, ha visto un proceso de destrucción de su industria alimenticia, debido principalmente al ingreso de productos estadounidenses subsidiados por Washington y que han “inundado” el mercado mexicano.
Alejandro Villamar Calderón, de la Red Mexicana de Acción Frente al Librecomercio (1), habló del tema con Luis Laborda.

Hay quienes en lugar de renegociar piden anular el acuerdo. REUTERS/Chris Wattie.
(1) La Red Mexicana de Acción Frente al Librecomercio es integrante del colectivo México Mejor Sin Tratados de Libre Comercio, que agrupa a entidades sindicales, campesinas, organizaciones no gubernamentales, de defensa de los derechos humanos, ambientalistas, académicas y empresariales. MMSTLs es cofirmante, junto a entidades similares de Estados Unidos y Canadá, del pedido de suspensión de las negociaciones del tratado.
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