En un comunicado divulgado este viernes, los 34 obispos chilenos que asistieron a una reunión de emergencia con el Papa Francisco por el encubrimiento de abusos sexuales en su país, hicieron saber que ofrecieron su renuncia colectiva.
No estaba claro de inmediato si el Sumo Pontífice había aceptado todas o algunas de las renuncias de los prelados.
“Hemos puesto nuestros puestos en manos del Santo Padre y dejaremos que él decida libremente por cada uno de nosotros”, declararon los obispos en el comunicado, en que también pidieron perdón a Chile, a las víctimas de abusos y al Papa.
El escándalo provocó estragos en la credibilidad de la Iglesia en el otrora país fuertemente católico. También ha empañado la propia imagen del Papa porque este año defendió enérgicamente a un obispo acusado en el supuesto encubrimiento para luego revertir su postura.
La reunión de esta semana tuvo lugar tras una investigación del Vaticano sobre el obispo Juan Barros, nombrado por el Papa en 2015 pese a acusaciones de que había encubierto abusos sexuales contra menores por parte de su mentor, el padre Fernando Karadima.
Karadima, de 87 años y que vive en una casa de retiro en Chile, siempre negó tales acusaciones, mientras que Barros afirmó que ignoraba que se hubieran cometido irregularidades.
Sin embargo, el Vaticano confirmó el viernes reportes de medios indicando que el Papa entregó a los obispos chilenos esta semana un documento en que los acusa de destruir evidencias de crímenes sexuales y de no proteger a niños de las acciones de sacerdotes pedófilos.
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