Jesús Funes, de 19 meses de edad, un inmigrante de Honduras, come una banana después de cruzar de regreso a Reynosa, México, con su familia. La familia, que buscaba asilo, dijo a Associated Press que funcionarios les dijeron que serían separados, por lo que volvieron voluntariamente a México. (David J. Phillip / Associated Press)

Separar a los niños de los padres a la fuerza afecta el desarrollo del cerebro dice investigador canadiense

«Cuando se separa a los padres de los niños, lo que se hace básicamente es acelerar el desarrollo de los sistemas destinados a defender el cerebro y el resto del cuerpo contra los factores de estrés».

– Michael Meaney, neurobiólogo de la Universidad McGill

La polémica medida de Donald Trump de separar a los niños de sus padres indocumentados en la frontera de Estados Unidos suena la voz de alarma entre doctores, psicólogos y científicos que advirtieron que esa política puede causar graves daños físicos y psicológicos en los niños.

Aseguran además que la experiencia podría tener un impacto irreversible o de largo alcance para la salud de los niños si éstos no son reunificados con sus familias rápidamente.

Entre esas voces se destaca la de la  directora de la Academia Estadounidense de Pediatría, Colleen Kraft, quien dijo incluso que esta política es una forma de «abuso infantil» y que va contra «todo lo que defendemos los pediatras».

Para el Dr. Michael Meaney, un neurobiólogo de la Universidad McGill, eso puede influir negativamente en el desarrollo de sus cerebros, predisponiéndolos  a la ansiedad y el miedo, y comprometiendo también su desarrollo cognitivo.

El emigrante salvadoreño Epigmenio Centeno sostiene la mano de su hijo de tres años, Steven Atonay, en Ciudad Juárez después de que decidió quedarse con sus hijos en México debido a la política de separación de niños del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. (Jose Luis Gonzalez / Reuters)

Según el Dr. Michael Meaney,  la mejor manera de entender qué le sucede a un niño en estas circunstancias es que su cerebro se ve obligado a crecer demasiado rápido.

«Cuando se separa a los padres de los niños, lo que se hace es básicamente acelerar el desarrollo de los sistemas que están destinados a defender el cerebro y el resto del cuerpo contra los factores de estrés».

Meaney estudia el trauma y la privación parental en los niños y cómo afecta sus cerebros. Investiga cómo estos primeros años de vida cambian la expresión génica, lo que da forma a la construcción y conexión del cerebro, así como a la realización de estudios de neuroimágenes para ver cómo esto influye en la forma en que las regiones cerebrales se comunican.

Los padres están para atender las principales amenazas y desafíos del hijo, de modo que el niño pueda concentrarse en desarrollar su cerebro y su capacidad.

– Dr. Michael Meaney, Universidad McGill

Todo su trabajo lo ha convencido de la importancia de tener padres cuidadosos para el cerebro en desarrollo de un niño.

Michael Meaney es Director del Programa Sackler para Epigenética y Psicobiología en McGill. Es profesor de McGill en los Departamentos de Psiquiatría y Neurología y Neurocirugía, así como Director Científico en el Centro Ludmer de Neuroinformática y Salud Mental.. YouTube

Por qué los niños necesitan a sus padres

La clave parece ser que los padres aíslen a los niños de las tensiones mientras sus cerebros maduran. Los niños con una presencia parental confiable «no liberan las hormonas del estrés que pueden comprometer el desarrollo del cerebro», dice Meaney.

«Cuando eliminas a los niños de este contexto particular, cuando ese amortiguador ya no está disponible, los niños son obligados a auto defenderse biológicamente».

Usted acelera las conexiones entre la amígdala y el resto del cerebro, de modo que ahora el sistema se vuelve hipersensible al estrés a una edad en la que normalmente debería estar protegido de dicha actividad por el cuidado de los padres.

– Dr. Michael Meaney, Universidad McGill

Un ejemplo importante de una parte del cerebro influenciada de esta manera es la amígdala. Es una estructura profunda en el cerebro que juega un papel importante en la regulación de la respuesta emocional, el miedo y la ansiedad. Según Meaney, es la «zona cero» para la respuesta al estrés, y la privación infantil cambia la forma en que se conecta con el resto del cerebro.

«Se aceleran las conexiones entre la amígdala y el resto del cerebro, de modo que el sistema se vuelve hipersensible al estrés a una edad en la que normalmente debería estar protegido de dicha actividad por el cuidado de los padres».

Lo que estos cambios cerebrales pueden significar para los niños traumatizados

Esta maduración temprana tiene sentido desde una perspectiva evolutiva. Para un niño que de repente no tiene padres, la supervivencia podría hacerlos más cautelosos, temerosos y ansiosos.

Sin embargo, esto establece un patrón de estrés elevado durante toda la vida.

Esos niños tienden a crecer y convertirse en adultos hipersensibles a las amenazas. Responden a circunstancias que son relativamente benignas como si fueran peligrosas.

– Dr. Michael Meaney, Universidad McGill

«Y lo que ves son personas que son extremadamente propensas a los trastornos de ansiedad y depresión».

Los problemas de salud mental no son el único riesgo que entraña el trauma infantil y la privación de los padres. La salud física también está comprometida. Según Meaney, esto incluye un mayor riesgo de trastornos metabólicos como la diabetes y la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y los accidentes cerebrovasculares, afecciones inflamatorias como la artritis y posiblemente incluso el Alzheimer.

Para las niñas, los riesgos pueden ser aún mayores ya que este tipo de estrés impulsa la aparición temprana de la pubertad, lo que aumenta sus posibilidades de desarrollar trastornos endocrinos y posiblemente incluso cáncer de mama.

Meaney dice que está claro que quienes administran estas políticas de separación padres-hijos no comprenden los efectos del trauma en la primera infancia en el cerebro.

«He escuchado a algunos administradores decir que los niños más pequeños no tendrán recuerdo de eso, y eso es absurdo, porque los efectos a este nivel de trauma en los niños no tienen nada que ver con su memoria. Es un resultado directo de respuesta biológica al trauma y un efecto perdurable en el desarrollo del cerebro».

– Dr. Michael Meaney, Universidad McGill

En este sentido también apunta Jack P Shonkoff, director del Centro para el desarrollo del niño de la Universidad de Harvard. Dice que es incorrecto asumir que los niños más pequeños separados de sus padres son demasiado jóvenes como para recordarlo después y que por tanto saldrán de todo esto relativamente ilesos.

«Cuando ese sistema de estrés se mantiene activado durante un periodo de tiempo significativo, puede tener un efecto biológico de desgaste. Cuanto más joven eres, más grave es la amenaza».

La historia de Canadá que separó a los niños de sus padres

Un grupo de estudiantes y una monja posan en un salón de clases en Cross Lake Indian Residential School en Cross Lake, Manitoba, en una foto de archivo de febrero de 1940. (Reuters)

Estos resultados trágicos no están limitados a los migrantes latinoamericanos en la frontera de los EE. UU.

Según Amy Bombay, que estudia psicología y neurociencia en la Universidad de Dalhousie en Halifax, tenemos vívidos ejemplos de esto aquí en Canadá.

Cuando vi las noticias en los EE. UU sobre la separación de niños y sus padres, de inmediato me recordó la situación aquí en Canadá.

– Dra. Amy Bombay, Universidad Dalhousie

Amy Bombay es una Anishinaabe de la Primera Nación Rainy River en Ontario.

Ella es profesora asistente de psiquiatría en la Universidad de Dalhousie en Halifax, y ha estado estudiando el impacto del trauma y cómo repercute a través de las generaciones. Ella se dedicó a este campo de estudio, específicamente relacionado con las escuelas residenciales, debido al efecto en su propia familia.

“Tanto mis abuelos, como tíos y tías por parte de mi padre asistieron a esas escuelas también”, explicó.

«Estudio los efectos a largo plazo del sistema de escuelas residenciales indígenas sobre los sobrevivientes y sus hijos y nietos, y cómo esta política gubernamental pasada contribuye a las inequidades sanitarias y sociales en curso en Canadá», dice Bombay.

Amy Bombay es una Anishinaabe de la Primera Nación Rainy River en Ontario. Ella es profesora asistente de psiquiatría en la Universidad de Dalhousie en Halifax © Amy Bombay

Bombay ha encontrado precisamente el tipo de resultados que Meaney describe en adultos sobrevivientes del sistema de escuelas residenciales cuando los niños indígenas fueron sistemáticamente separados de sus padres y colocados en hogares de crianza o puestos en adopción.

“Encontramos que los que tenían un padre o abuelo que fue a la escuela residencial parecían estar en mayor riesgo de trastornos psicológicos, ideación suicida, intentos de suicidio y esto tanto en los adultos como en los jóvenes.”

Aunque nuestros cuerpos están diseñados para lidiar con el estrés, Bombay dice que  cuando el estrés se vuelve crónico, nuestros cuerpos ya no son capaces de mantener el ritmo. Es entonces cuando los problemas ocurren.

Dice que además de las vías psicológicas y sociales, hay evidencia de vías epigenéticas que están implicadas en la transmisión de trauma. Esa evidencia se ha estudiado en los hijos de sobrevivientes del Holocausto, en lo que se refiere a los cambios en la expresión de ADN, no a cambios subyacentes en el ADN, porque no pueden hacerlo.

Ahora sabemos que las experiencias y el medio ambiente pueden activar o desactivar genes, por lo que la función de estos genes cambia. En términos de cómo se transmite generacionalmente, sabemos que si esos cambios ocurren en la línea germinal, es decir en el óvulo o el esperma, ellos tienen el potencial de ser transmitidos a través de generaciones.

Su trabajo actual es explorar cómo algunos de los efectos de este trauma se han transmitido a otras generaciones y qué se puede hacer para remediar este daño perdurable y duradero.

RCI con información de CBC

Categorías: Indígenas, Política, Salud
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