El pasado jueves 19 de julio, el Parlamento israelí aprobó en una ajustada votación de 62 diputados a favor y 55 en contra, una controvertida ley que define oficialmente a Israel como “Estado Nación del pueblo judío”.
Esta ley proclama a Jerusalén como la capital de Israel, incluyendo a la parte oriental, que de acuerdo a la ley internacional pertenece al Estado Palestino. También establece el hebreo como única lengua oficial. Esta nueva ley era un proyecto del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien señaló que se trata de “un momento fundamental en la historia del sionismo”, porque “establece por ley el principio básico de nuestra existencia“.
Policías israelíes enfrentan una mujer palestina durante una protesta contra la decisión del presidente estadounidense Donald Trump de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel el 8 de diciembre de 2017. (Foto: Ariel Schalit / Prensa Asociada)
Durante el debate en la Knesset, los diputados de la Lista Conjunta Árabe abandonaron el recinto denunciando la instauración oficial de un estado de “apartheid”. El diputado palestino israelí Ayman Odeh, enarboló una bandera negra para simbolizar “la muerte” de la democracia israelí.
Yusef Jabareen, otro diputado árabe-israelí, señaló que la nueva ley legaliza «no solo la discriminación sino también el racismo, y perpetuará el estatuto de inferioridad de los árabes en Israel». Para él, esta nueva ley crea «un movimiento judío y colonial, que prosigue la judaización de la tierra y continúa robando los derechos de sus propietarios».
Para el secretario general de la Organización para la Liberación palestina (OLP) Saeb Erakat, la nueva ley “legaliza oficialmente el apartheid», mientras que para la Liga Árabe, la ley es peligrosa porque consolida prácticas racistas.
Susana Khalil, una palestina- venezolana-canadiense, investigadora, activista y fundadora de la Asociación Canaán de Socorro al Pueblo Palestino.
Entrevistada por Radio Canadá Internacional, Susana Khalil, una palestina- venezolana-canadiense, investigadora, activista y fundadora de la Asociación Canaán de Socorro al Pueblo Palestino, sostiene que esa declaración muestra que bajo el gobierno de Netanyahu, Israel no solo ha reforzado la ocupación ilegal del territorio palestino, sino que también está ocupando la historia para invisibilizar al pueblo palestino.
Estas reacciones se producen en momentos en que por primera vez unas 40 organizaciones judías de todo el mundo difundieron un mensaje en el que se oponen a equiparar la crítica a Israel con el antisemitismo, entre ellas la organización canadiense Independent Jewish Voices y la estadounidense Jewish Voice for Peace.
Parte del texto de ese mensaje destaca que “Como organizaciones de justicia social de todo el mundo, escribimos esta carta con creciente preocupación respecto a los ataques dirigidos a organizaciones que apoyan los derechos palestinos en general y el movimiento no-violento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), en particular. Con demasiada frecuencia, estos ataques toman la forma de acusaciones cínicas y falsas de antisemitismo que combinan peligrosamente el racismo antijudío con la oposición a las políticas y el sistema de ocupación y apartheid de Israel.”
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