La ola de incendios que afecta a Columbia Británica, en la costa oeste canadiense, se ubica ya como la segunda más grave de la historia de esa provincia, tras los devastadores fuegos que arrasaron su territorio en 2017.
Las autoridades locales pusieron un alerta sobre la situación, reclamando que la misma reciba más atención por parte de investigadores y del público, ya que en los últimos 24 meses las llamas se cobraron un total de 21.000 kilómetros cuadrados, una superficie equiparable a El Salvador, en América Central.
Las altas temperaturas registradas en el presente verano, que en algunos sitios del país han superado durante varias jornadas consecutivas los 30 grados, se convirtieron en un caldo de cultivo para los fuegos forestales.
No obstante, y a pesar de la alarma que en los últimos meses generó la gran cantidad de fuegos, la situación no fue peor este año, comparado con los 12 meses precedentes.

Una sustancia para retardar el fuego cubre las ventanas de una vivienda. REUTERS/Ben Nelms.
El año 2018 se ha traducido en un incremento de los fuegos, con 600 focos más que en el año anterior, aunque también es cierto que las condiciones climáticas han presentado mayor humedad, e incluso lluvias más frecuentes, sobre todo en el sur provincial, lo que ha ayudado en muchos casos a contrarrestar el fuego.
Mientras que en 2017 las llamas más devastadoras comenzaron en junio de ese año y se prolongaron por varios meses, la situación en 2018 presentó complicaciones durante julio y agosto en sectores como Mount Eneas y el Parque Provincial Okanagan Lake, aunque el sur provincial recibió mayor caudal de lluvias, lo que facilitó la tarea de las cuadrillas de bomberos.
Según la oficina provincias de incendios forestales, los fuegos consumieron 12.000 hectáreas en 2017, y obligaron al desplazamiento de 65.000 personas, que debieron abandonar sus hogares voluntariamente o ser evacuadas, al tiempo que 300 estructuras resultaron dañadas.
Según los datos con los que cuentan las autoridades provinciales, en ese período se invirtieron 568 millones de dólares en esfuerzos para combatir las llamas.

Los incendios dejan su huella de destrucción y de pérdidas económicas. THE CANADIAN PRESS/Darryl Dyck
Aunque en 2018 no se cuenta aún con cifras definitivas, ya que de hecho no ha culminado la tarea para sofocar los fuegos, las estimaciones provisorias indican que el gasto se ubicará poco por encima de los 300 millones.
En base a la estadística disponible, el peor antecedente en materia de siniestros forestales se remonta al año 1958, cuando ardieron 8360 kilómetros cuadrados, seguido de los fuegos ocurridos en la década de 1920, que arrasaron 4650 kilómetros cuadrados.
Causas evitables
Si bien es cierto que las condiciones climáticas se ubican entre las variables asociadas al incremento en el número de incendios forestales en los últimos tiempos, las autoridades provinciales en el tema insisten en que un gran número de esos siniestros son totalmente evitables.
En diálogo con la agencia The Canadian Press un oficial del Wildfire Service remarcó que “cada vez que nos topamos con un incendio originado por los seres humanos, es un fuego que no debería haber ocurrido”.
En efecto, a pesar de las numerosas campañas de sensibilización llevadas a cabo, aún hoy una parte de las catástrofes son resultado de actos humanos, en los que el descuido, la negligencia o el desconocimiento de normas básicas de seguridad se encuentran en concurso.

Los fuegos en los campamentos deben ser vigilados y extinguidos antes de partir. Foto: iStock.
Las fogatas encendidas por quienes hacen campamento, en algunos casos dejadas a medio apagar, las colillas de cigarrillos arrojadas entre la vegetación, la quema de pastizales como método para despejar un terreno, son acciones que no pocas veces desencadenan los fuegos que terminan consumiendo numerosas hectáreas de bosques.
Hay que agregar la incidencia de condiciones climáticas como las descargas eléctricas durante una tormenta, que se tornan particularmente peligrosas para la vegetación seca por el calor.
Según la agencia, el 40 por ciento de los fuegos registrados en la última década fue originado por el accionar humano.
De esos siniestros, el 23 por ciento fue provocado por el mal uso de fósforos o encendedores y el 22 por ciento por fuegos dejados por campantes.
Las autoridades recordaron la necesidad de informarse adecuadamente sobre las disposiciones vigentes en cada sitio sobre la prohibición o restricciones para encender fuegos, antes de adentrarse en zonas rurales o silvestres.

Las autoridades recuerdan la necesidad de respetar las disposiciones sobre uso del fuego. Foto: iStock.
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