Rodrigo Velasco es un artista de origen mexicano, radicado en Montreal, que trabaja con texto, imágenes y sonido a través de códigos en vivo y diseño especulativo.
El live coding, como se lo conoce, implica crear a partir de algoritmos que se actualizan permanentemente, por lo que la obra experimenta un cambio, una modificación constante. La misma es proyectada en una pantalla, por ejemplo, en la que el público puede ver el resultado y el proceso de cambio.
Rodrigo define a su arte visual como reactivo, porque cada vez que una persona toca la imagen, las figuras que se encuentran en ella reaccionan al tacto e incluso al sonido.
La relación entre código y computadoras no es novedosa en el mundo del arte. Hace aproximadamente 40 años comenzó un proceso de cambio que buscó crear un “entorno amigable” en la relación entre la máquina y el usuario.
Cuando usamos una computadora, habitualmente nos basamos de íconos que nos ayudan a controlar los comandos de la misma. Volver al código implica una evolución que retoma la forma de trabajo que existía antes de los años de la década de 1960.
Contrariamente a una de las corrientes más difundidas dentro del mundo de la creación artística, que sostiene que la obra es la expresión de un concepto concebido con anterioridad por el artista, aquí juega un rol central la improvisación, en la que el creador busca, pero también está abierto a tomar los caminos que el código sigue por sí mismo.
Nuestro entrevistado resalta que el código es una creación colectiva, por lo que el live coding, además de una técnica, es una comunidad. Se trata entonces de un trabajo colaborativo que se encuentra además emparentado con la corriente que postula la circulación y uso libre de los programas informáticos.
Llegado a Montreal atraído por el desarrollo que la creación a través de códigos tiene aquí, hoy se encuentra cursando una maestría en Diseño y Arte con Computadoras en la Universidad Concordia.
Bajo el alias artístico de yecto, que significa “arrojado”, retoma las reflexiones del filósofo francés Jean Paul Sartre, que habla de que el ser humano es alguien arrojado el mundo, que intenta explicarse quién lo arrojó. Pero al mismo tiempo, ese psudónimo está emparentado con la palabra en lengua náhuatl «yectli«, que significa “cosas buenas”.
Rodrigo Velasco nos brinda más detalles en diálogo con Luis Laborda.
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