Prime Minister Justin Trudeau meets Chinese President Xi Jinping at the Diaoyutai State Guesthouse in Beijing, China on Tuesday, Dec. 5, 2017.

El Primer Ministro Justin Trudeau se reúne con el Presidente chino Xi Jinping en Beijing, China, el 5 de diciembre de 2017.
Photo Credit: PC / Sean Kilpatrick

¿Cómo puede Canadá romper su dependencia de Estados Unidos?

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La polémica renegociación de los que antiguamente era el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) impuesta por Estados Unidos a México y Canadá, ha puesto una vez más sobre la mesa la evidente dependencia de Canadá de los mercados estadounidenses.

El columnista Thomas Walkom, del periódico canadiense Toronto Star, publicó esta semana un artículo sobre esta dependencia, con el título “¿Cómo puede Canadá romper su dependencia de Estados Unidos?”

Esta es una pregunta, dice Walkom, que ha impedido el sueño de los canadienses tanto de izquierda como de derecha desde 1945.

El Primer Ministro conservador John Diefenbaker intentó responder al desafío y fracasó. Lo mismo ocurrió con el Primer Ministro liberal Pierre Elliot Trudeau.

El primer ministro de Canadá, Pierre E. Trudeau (derecha), saluda a Mao Tse-tung, jefe del partido de la República Popular China, el 13 de octubre de 1973. (Prensa Canadiense)

En la década de los 1970, durante una de las periódicas fiebres del nacionalismo económico de Canadá, la cuestión de la dependencia fue el centro de atención del país. Sin embargo, en la década de 1990, el libre comercio parecía haber hecho irrelevante el cuestionar esa dependencia.

Ahora, como consecuencia de los excesos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el tema de la dependencia ha vuelto a ganar importancia en el país.

La última entidad que ha estudiado la dependencia de Canadá frente a Estados Unidos es el Public Policy Forum, o Foro de Políticas Públicas, un grupo de reflexión no partidista financiado por los gobiernos, las empresas y algunos sindicatos.

En un informe publicado el jueves titulado «Diversificación, no dependencia», este organismo presenta argumentos convincentes para que Canadá escape de la «dulce trampa» que es su dependencia de Estados Unidos y avance rápidamente impulsando relaciones económicas y políticas con China.

El informe, escrito por el ex periodista Edward Greenspon y el ex alto oficial de gobierno Kevin Lynch, dice que la mejor manera de poner fin a esta dependencia es hacerlo no a través de un tratado de libre comercio que lo abarque todo, como ha sugerido el primer ministro Justin Trudeau. Esto porque la negociación de tales tratados puede llevar años.

Por otra parte, en el recientemente concluido Acuerdo comercial Estados Unidos, México, Canadá, Ottawa le entregó a Washington el derecho de vetar cualquier futuro acuerdo de libre comercio que Canadá podría tratar de establecer con China.

El primer ministro Trudeau y el presidente Trump © AFP / Getty Images / Saul Loeb

Los autores del estudio señalan que Canadá debería empezar dando pequeños pasos, negociando acuerdos sectoriales con China que no estén sujetos al veto de Estados Unidos, en áreas específicas como la agricultura, la energía, el turismo y los seguros.

En aquellas áreas de beneficio mutuo, como la lucha contra el cambio climático, Ottawa debería buscar acuerdos políticos bilaterales con Beijing. La enérgica postura de China para enfrentar el cambio climático, dicen los autores, la convierte en «un socio natural para Canadá».

Ni Greenspon, ex editor del periódico The Globe and Mail, ni Lynch, quien fue un alto funcionario de gobierno en Ottawa bajo el gobierno de Stephen Harper, pueden ser acusados de estar en contra del establecimiento. Sin embargo, en su informe, ellos utilizan un análisis generalmente asociado con la izquierda nacionalista para describir la difícil situación de Canadá.

En el pasado, dicen los autores del estudio, la dependencia de Canadá frente a Estados Unidos se veía aliviada por el hecho de que Canadá gozaba de un «estatus especial» en la esfera de influencia estadounidense. Pero incluso antes de que Trump asuma la presidencia, ese estatus especial estaba ya en decadencia.

El tráfico comercial en el Ambassador Bridge que conecta Canadá con los Estados Unidos a través de Windsor, Ont. (Mark Spowart/Prensa Canadiense)

Por ejemplo, bajo el gobierno de Barack Obama, Estados Unidos se negó a compartir los costos de la construcción de un nuevo cruce fronterizo en la ciudad de Windsor, en la provincia de Ontario, que Canadá consideraba esencial para su economía.

Mientras tanto, pese a que Canadá está perdiendo ese estatus especial, dicen los autores, su clase ejecutiva permanece demasiado cómoda. Las pequeñas y medianas empresas se centran en el mercado nacional. Las grandes empresas tienden a estar controladas por extranjeros y orientadas hacia Estados Unidos.

En general, las empresas canadienses se están quedando atrás a medida que Estados Unidos va declinando y China va ganando importancia mundial. Poco más del 10 por ciento de las pequeñas y medianas empresas canadienses exportan sus bienes y apenas el 1 por ciento exporta hacia economías en rápido crecimiento como China.

Como dicen los autores: «Aunque Canadá es una nación que comercia, no es una nación de comerciantes.»

El Foro Público de Políticas no es ciertamente el primer organismo en recomendar un mayor comercio con China. Es ya un lugar común decir que Asia es el mercado del futuro.

En este informe hay un mensaje de urgencia que es inusual, dice el columnista Thomas Walkom, del periódico canadiense Toronto Star.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump (Foto: CBC)

Estados Unidos, escriben los autores, siempre será importante para Canadá. Esto porque así lo determina la geografía. Por otro lado, ellos tampoco se hacen ilusiones sobre China y su variante de un capitalismo autoritario.

Pero Estados Unidos, dice el estudio, ya no es el único motor de la economía mundial. Tampoco es un país fiable. Washington le está dando la espalda a la idea de un sistema internacional basado en normas, un sistema que beneficia a países más pequeños como Canadá, mientras que China avanza precisamente hacia ese sistema internacional basado en normas, aunque con timidez.

El antiguo orden se está desvaneciendo rápidamente. Y Canadá, dice el estudio, tiene que cambiar. Y debe hacerlo lo más rápidamente posible, dice finalmente Thomas Walkom, columnista del periódico canadiense Toronto Star.

Categorías: Economía, Internacional, Política
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