Consternación por ola de suicidios en Nunavik, norte de Quebec

El Nunavik es un territorio que forma parte del Norte de la provincia de Quebec, situado más allá del paralelo 55 norte. Los 13.000 habitantes que lo habitan son reconocidos como Inuits.

Desde inicios del 2018, una crisis se ensaña contra el pequeño pueblo de Puvirnituq. Una  nueva ola de suicidio ha azotado esta localidad de 1.800 habitantes y en lo que va corrido del presente año, 10 habitantes de esta localidad se han quitado la vida. La más joven de las víctimas es una niña de 11 años.

Una situación que escapa de las manos a la comunidad y a las autoridades de la localidad confrontándolos a una situación indeseada. El tema de la desigualdad con respecto a los indígenas canadienses es recurrente y tanto el gobierno federal como el de la provincia han creado comisiones de investigación pública para tratar de entender mejor el problema que aflige a los indígenas que viven en las regiones remotas.

Michele Audette (THE CANADIAN PRESS/Darryl Dyck)

Estas investigaciones son importantes, pero una vez que la investigación ha terminado y que el responsable o los responsables presentan su informe, hay que asegurarse que la sociedad, los gobiernos y los municipios aplican las recomendaciones a corto, mediano y largo plazo. Y eso es fundamental, dice Michèle Audette, indígena y Comisionada en la Investigación Nacional sobre las Mujeres y Niñas Indígenas Desaparecidas o Asesinadas, porque el año siguiente se seguirá lamentando muertes. Pero ¿Por qué una ola de suicidio como la de Puvirnituq este año? ¿Cuál es la causa?

«Nos encontramos con problemáticas que son desafortunadamente propias a los indígenas. El racismo sistémico, la discriminación sistémica, todavía hoy del efecto de las escuelas residenciales, la violencia sistémica y la violencia lateral, el colonialismo, la pérdida de identidad y de la autoestima que lleva a problemas de salud mental mayores. Y nuestras comunidades no están dotadas de las infraestructuras, de recursos humanos, de programas, de servicios e iniciativas para contrarrestar todas esas problemáticas.»

Según Michèle Audette, el problema no es el aislamiento como tal. No es el hecho que por ejemplo, no haya una carretera para llegar a Puvirnituq y que se tenga que ir solo por avión. Ella habla del caso de Davis Inlet, en Labrador, que se encontraba aislado y donde los niños y los jóvenes de la comunidad Innu respiraban vapores de gasolina para drogarse. Se decidió construir una carretera y el resultado fue que se abrió una línea directa para la entrada de drogas fuertes.

Lo que se tiene que hacer, dice la Comisionada en la Investigación Nacional sobre las Mujeres y Niñas Indígenas Desaparecidas o Asesinadas, es crear y mantener programas y servicios para sanar el malestar. Además de eso, ayudar a las comunidades indígenas a trabajar sobre su identidad, su autoestima y su empoderamiento. Allí donde ese modelo se ha aplicado, y hay muy pocos, los resultados son alentadores y dignos de reproducir en otros lugares.

© Radio Canada International/Levon Sevunts

Una de las soluciones contempladas por las autoridades locales para contrarrestar estas olas de suicidios es impedir la venta de alcohol, pero esa tampoco es la solución, dice Michèle Audette.

«Pienso que vivimos en una época en la que yo misma les enseño a mis hijos la moderación cuando se consume. Es importante ser responsable y consciente de lo que hacemos cuando se bebe. Tratar de impedir completamente el consumo de alcohol es una decisión colectiva. Temporalmente quizá sea una solución pero el mal es muchísimo más profundo.»

 

Las olas de suicidios en las comunidades indígenas datan desde hace muchos años. Gerald McKinley, profesor e investigador en la Universidad Western Ontario, que estudia el problema en las comunidades indígenas del norte de la provincia de Ontario, afirma haber constatado grandes disparidades entre las distintas comunidades.

Cerca de la mitad de los suicidios entre 1991 y 2013 ocurrieron en 8 comunidades. Esta tendencia se explica en parte por un fenómeno de contagio social. “Cuando comienzan los suicidios, diríamos que comienza toda una epidemia” dice McKinley.  Además, la pobreza, la falta de oportunidades, la sobrepoblación y la inseguridad alimentaria tienen un gran impacto en el estado de salud física y mental de los residentes de esas comunidades y en su nivel de angustia psicológica.

Wakeham Bay, Nunavik.
(iStockphoto)

Pero ¿Qué se necesita para poner fin a esta crisis? La oficina Regional de la Salud y de Servicios Sociales de Nunavik convocó a una reunión de emergencia para finales del mes de octubre para buscar pistas de soluciones, pero también envió un apoyo suplementario a Puvirnituq, específicamente en salud mental. Es un paso en la buena dirección pero se necesita mucho más dice Michèle Audette, indígena y Comisionada en la Investigación Nacional sobre las Mujeres y Niñas Indígenas Desaparecidas o Asesinadas.

«Se necesitan muchos trabajadores sociales, muchos psicólogos, mucha gente en salud mental. Salud espiritual también. Hay ancianos y otras personas que han decidido de escoger el bienestar. Se necesita un enfoque multidisciplinario y no solo una persona. Yo les diría que a fuerza de escuchar a las mujeres del norte en mi trabajo, que nos dicen que ya han contado 4 veces su historia porque ya van 4 psicólogos que han pasado y se van porque siempre se cambia el personal. Hay que tener una estrategia más estable y más durable. Alentar a los jóvenes que vienen y decirles que si quieren verdaderamente ayudar, pues tienen que pasar varios años y no solo una visita de vez en cuando.»

RCI/Radio Canada (Ximena Sampson)/La Presse (Philippe Teisceira-Lessard)

Categorías: Indígenas, Salud
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