Giuseppe Cocco, profesor en la Universidad Federal de Rio de Janeiro.
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Reacciones en Brasil tras la elección de Jair Bolsonaro a la presidencia

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En una segunda vuelta electoral, Brasil eligió este domingo un nuevo presidente. Se trata de Jair Bolsonaro, un ardiente admirador e imitador del polémico mandatario estadounidense, Donald Trump.

La ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, no brindó palabras de elogio para el nuevo presidente electo de Brasil,  líder de la extrema derecha, Jair Bolsonaro, y optó en su lugar el felicitar a los brasileños por haber ejercido su derecho al voto en una polémica elección en el país más grande de América Latina.

«Canadá felicita a las decenas de millones de brasileños que ejercieron sus derechos democráticos al emitir su voto en las elecciones presidenciales del 28 de octubre. Su participación es un testimonio de las fuertes convicciones democráticas del pueblo de Brasil», dijo Freeland en una declaración publicada este lunes en Canadá.

Para saber más sobre estas elecciones, Radio Canadá Internacional conversó con Giuseppe Cocco, teórico político y profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Brasil. Ha publicado extensamente sobre violencia política, violencia urbana, las transformaciones del capitalismo, las transformaciones del trabajo, los territorios urbanos y la planificación urbana, la ciudadanía y la movilización social.

Es editor de la revista de teoría social y política “Lugar Comum “en Brasil. También es uno de los fundadores de la Universidade Nômade Brasil, una plataforma para el análisis del contexto político contemporáneo por parte de teóricos políticos, teóricos sociales y filósofos.

Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, recibió el 44,87% de los votos mientras que el ganador y nuevo presidente electo de Brasil, el ex capitán de ejército Jair Bolsonaro, recibió el 55,13%. (Foto. CBC)

Cocco explicó que pese a que cerca de 90 millones de electores no votaron por Bolsonaro, el ex capitán de ejército y apologista de la dictadura militar en Brasil ganó las elecciones con una amplia votación.

El mayor desafío, según Cocco, es resolver la crisis económica. En este panorama tendrán influencias las tendencias ultra neoliberales del nuevo presidente, así como sus tendencias nacionalistas.

Por otra parte, Bolsonaro se comprometió a acabar con la corrupción, aliviar las regulaciones y ponerse duro con China. Tiene el férreo apoyo de los evangélicos y los defensores del llamado “derecho” a portar armas. Ha denunciado a los medios por divulgar “noticias falsas”. Es partidario de encarcelar a sus rivales políticos.

Trump le llamó a Bolsonaro el domingo por la noche para felicitarle por su triunfo, poco después de que el diputado de extrema derecha logró una victoria contundente en las urnas con el 55 por ciento de los votos.

Bolsonaro y Trump hablaron de “un fuerte compromiso de trabajar mano a mano” en asuntos que afectan a Brasil y Estados Unidos, además de otros temas, dijo la Casa Blanca.

Trump ha tenido múltiples problemas con otros líderes de América, entre ellos con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto. Pero encontrará en Bolsonaro un álter ego cuya visión del mundo y agresivo estilo son sorprendentemente similares a los suyos.

“Al igual que él quiere hacer grande a Estados Unidos, yo quiero hacer grande a Brasil”, dijo Bolsonaro, un capitán en retiro del Ejército, en una entrevista por televisión en julio.

El congresista de 63 años inició la carrera por la presidencia como un “outsider” empeñado en destruir lo que considera un sistema político corrupto que ha olvidado a los ciudadanos comunes.

Su incendiaria retórica, cargada de una intensa homofobia, racismo y misoginia, ha emocionado a sus seguidores, que lo ven como un político que dice lo que piensa.

Partidarios de Haddad lamentan el triunfo de la ultra derecha en Río de Janeiro. A muchos brasileños les preocupa que Bolsonaro pisotee los derechos humanos, restrinja las libertades civiles y amordace la libertad de expresión. (Sergio Moraes/Reuters)

Bolsonaro ha defendido el orden público, el patriotismo y los valores religiosos. Y ha demonizado a sus rivales izquierdistas, a los que califica de enemigos del pueblo.

Aunque muchos líderes mundiales han optado por guardar ante Trump, Bolsonaro no ha ocultado su estima hacia el mandatario estadounidense, a quien considera un líder audaz que ha prevalecido ante las “injustas” críticas.

“Trump enfrentó los mismos ataques a los que me enfrento: que soy un homófobo, un fascista, un racista, un nazi”, dijo Bolsonaro a Reuters el año pasado. “Pero la gente creyó en su plataforma. Yo lo apoyaba”.

Para Christopher Garman, analista jefe para América de Eurasia Group, una consultora de riesgo político con sede en Nueva York, podría estar a punto de surgir una relación sumamente estrecha en el continente.

“La victoria (de Bolsonaro) seguramente pregonará una relación bilateral más fuerte”, dijo Garman. “Bolsonaro no sólo es un admirador de Donald Trump, sino que ambos fueron elegidos en medio de una ola de molestia contra la clase dirigente, con tendencias ideológicas relativamente similares”.

Bolsonaro ya ha dado a conocer un plan que busca darle un giro a la política exterior brasileña hacia la derecha, algo que le vendría bien al Gobierno de Trump.

Entre los planes que ha adelantado está el traslado de la embajada de Brasil en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, siguiendo el ejemplo de Estados Unidos. Y, al igual que Trump, Bolsonaro está reconsiderando la membresía de su país en organizaciones multinacionales como el bloque comercial Mercosur, el grupo de grandes economías emergentes BRICS y el acuerdo climático de París.

Esos cambios revertirían 13 años de diplomacia llevada a cabo por los gobiernos liderados por el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), que se centró en buscar alianzas con los vecinos de Brasil y con potencias en desarrollo.

Bolsonaro también cuestiona la relación de Brasil con China, al que considera un socio económico depredador. El gigante asiático es el mayor comprador extranjero de soja, mineral de hierro y otras materias primas del país sudamericano.

Jair Bolsonaro prometió hacer frente a la violencia en Brasil. Foto: Getty Images/AFP/Carl de Souza

Pero Bolsonaro está alarmado por una serie de adquisiciones de empresas brasileñas de parte de grupos chinos de energía e infraestructura. “Los chinos no están comprando en Brasil. Están comprando Brasil”, ha advertido Bolsonaro en comentarios que probablemente le agradan a Trump, cuyos aranceles a productos chinos han desencadenado una guerra comercial con Pekín.

Bolsonaro también tiene entre sus planes privatizar una serie de empresas estatales y una reducción de las leyes de protección medioambiental para dar paso a más actividades de minería, ganadería y agricultura.

Pero no sólo en materia comercial la mirada de Bolsonaro se dirige hacia el norte. Es un ávido partidario de la Asociación Nacional del Rifle y ha prometido que una vez que asuma el cargo el 1 de enero cambiará las estrictas leyes de armas de Brasil y permitirá que los ciudadanos porten armas de fuego para defenderse de los delincuentes.

Al igual que Trump, Bolsonaro aprovechó también magistralmente los temores y frustraciones de los votantes para llegar a la presidencia. Brasil está acosado por terribles niveles de delincuencia callejera y de corrupción política, con un expresidente en la cárcel y otra destituida y expulsada de su cargo en los últimos años.

Además, la economía se ha visto golpeada por la peor recesión en décadas y aún tiene que recuperar su brillo, ya que más de 13 millones de brasileños están desempleados.

Hambrientos de cambio, los votantes respondieron a las audaces promesas de Bolsonaro.

Steve Bannon, exasesor de Trump, dijo: “Creo que Bolsonaro es una figura como Trump”.

Fuentes: Reuters/CBC/RCI

Categorías: Internacional, Política
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