Niñas musulmanas rohingya cargan ollas de agua en un campamento de refugiados en Bangladesh en noviembre de 2017. Un movimiento internacional liderado por Canadá quiere usar miles de millones de dólares de cuentas bancarias congeladas de dictadores y déspotas para detener la crisis mundial de refugiados. (Wong Maye-E, / Associated Press)

Canadá quiere recuperar activos ilegales de dictadores para remediar la crisis de refugiados

«Hemos presentado una propuesta para que allí donde hubiera activos congelados, puedan descongelarse a través de un proceso legal adecuado y reasignarlos para ayudar a las víctimas del crimen y la corrupción e inestabilidad que crean los déspotas. Es un tema moral.  Los malos tienen que pagar para ayudar a sus víctimas».

-Lloyd Axworthy, ex ministro de Relaciones Exteriores de Canadá.

Un movimiento internacional liderado por canadienses quiere utilizar una fuente de efectivo inédita hasta ahora para enfrentar la crisis mundial del flujo de refugiados: los miles de millones que languidecen en las cuentas bancarias congeladas de dictadores y déspotas.

La propuesta será una de las principales recomendaciones del Consejo Mundial para los Refugiados, un cuerpo constituido por dos docenas de figuras políticas mundiales, académicos y representantes de la sociedad civil liderados por el ex ministro de Relaciones Exteriores de Canadá, Lloyd Axworthy.

«Hemos presentado una propuesta para que allí donde hubiera activos congelados, sean liberados a través de un proceso legal adecuado y reasignarlos para ayudar a las víctimas del crimen y la corrupción e inestabilidad que crean los déspotas. Es un tema moral.  Los malos tienen que pagar para ayudar a sus víctimas».

Lloyd Axworthy, a la izquierda, recibe la Medalla de la Paz Pearson número 30 por parte del gobernador general David Johnston durante una ceremonia en Rideau Hall en Ottawa en mayo de 2017. (Fred Chartrand / Canadian Press)

El Banco Mundial estima que la totalidad del efectivo tendría un valor de entre 10 mil millones a $ 20 mil millones por año, dijo Axworthy en una entrevista con el radiodifusor público CBC.

El consejo fue creado el año pasado por un centro de estudios canadiense, el Centro para la Innovación de la Gobernanza Internacional, para encontrar nuevas formas de lidiar con la crisis migratoria del siglo XXI: los 68.5 millones de personas desplazadas expulsadas de sus hogares por la guerra, el hambre y desastre.

Las Naciones Unidas centrarán su atención en resolver el problema en una sesión especial a fines de este otoño, y el consejo planea ofrecer su opinión, utilizando el peso del último ministro canadiense de asuntos exteriores en presidir una reunión del Consejo de Seguridad.

La ONU ha reconocido en términos estrictos que a medida que el número de personas sin hogar y apátridas sigue creciendo en todo el mundo, su sufrimiento aumenta por la disminución del dinero disponible para ayudarlos.

Mientras que algunos niños refugiados tienen acceso a la educación, muchos pasan cuatro y cinco años sin ir a la escuela. © Umit Bektas / Reuters

«Hay un gran problema sobre compartir las cargas y compartir responsabilidades», dice Axworthy. «Tienes, por un lado, una situación horriblemente desigual en la que un país pequeño como Jordania, en la frontera con Siria, tiene 1,6 millones de refugiados y por el otro, algunos países que no hacen ninguna contribución».

Señala que algunos países han cerrado la puerta a los refugiados y los partidos políticos han explotado las inquietudes sobre ellos para obtener beneficios políticos.

Se necesita una reforma para abordar este y otros temas como el hecho de que algunos niños refugiados faltan a la escuela durante cuatro o cinco años, o que la atención médica de las mujeres se ha deteriorado y que hay cientos de miles de refugiados que esperan años para que su solicitud de refugio sea procesada.

Ingresos destinados al bien público

Axworthy dice que existen fallas estructurales fundamentales en la forma en que se configuran las instituciones del mundo para hacer frente a la migración forzada de personas sin precedentes, y una de ellas es cómo se pagan las facturas. El sistema se basa en la caridad, las donaciones benévolas de personas, países y empresas, y no es sostenible, dijo Axworthy.

Un informe de octubre de la agencia de refugiados de las Naciones Unidas dijo que esperaba recaudar el 55% de los 8 mil millones de dólares que necesita para apoyar a los refugiados y personas desplazadas internamente este año.

Axworthy dijo que los tribunales en varios países pueden ser utilizados para confiscar fondos que han sido congelados allí. Canadá, los Estados Unidos y Gran Bretaña han aprobado leyes que les permiten imponer sanciones a personas que cometen abusos contra los derechos humanos. Estas «leyes de Magnitsky» llevan el nombre de un contador de impuestos ruso que murió en prisión después de exponer un fraude masivo por parte de funcionarios estatales allí.

«El mundo podría comenzar a utilizar las decenas de miles de millones de dólares desviados en una variedad de bancos y otros lugares, dinero robado de los señores de la guerra, de los malos, los dictadores, los autoritarios «, dijo Axworthy.

Irwin Cotler, ex ministro de justicia liberal y abogado de derechos humanos que ha defendido la legislación al estilo Magnitsky, dijo en otra entrevista que estas leyes pueden permitir ir más allá de la congelación de fondos, porque una vez que se incautan los activos, no tiene sentido devolverlos a sus dueños corruptos.

«Lo que se quiere hacer es que los ingresos se destinen al bien público», dijo Cotler, fundador del Centro para los Derechos Humanos Raoul Wallenberg, con sede en Montreal.

The Canadian Press/CBC/RCI

Categorías: Economía, Inmigración y Refugiados
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