Donald Trump prometió ser el presidente de la «ley y el orden», presentándose como el campeón de los negociantes. Sin embargo, en una sola declaración en la que no condenó al príncipe heredero de Arabia Saudita por el asesinato y desmembramiento del periodista Jamal Khashoggi, Trump dio argumentos a sus críticos que dicen que él no respeta la ley ni es un buen negociador.
El extraño comunicado de la Casa Blanca del martes 20 de noviembre, repleto de signos de exclamación, socavó la conclusión de los propios organismos estadounidenses de inteligencia que indican que fue el príncipe heredero saudita, Mohammed bin Salman, quien ordenó el asesinato de Khashoggi.
Al negarse a castigar a los sauditas por ese crimen, Trump absolvió efectivamente a esa monarquía y señaló su apoyo incondicional a Riad en el proceso.
«Podría ser que el príncipe heredero tuviera conocimiento de este trágico suceso, tal vez sí y tal vez no. Dicho esto, puede que nunca sepamos todos los hechos en torno al asesinato de Jamal Khashoggi.» decía la declaración.
Sin embargo, la CIA dice que sabe quién mató a Khashoggi, quien era un residente permanente legal de Estados Unidos con derecho a la protección. La CIA señala con el dedo a Mohammed bin Salman por ordenar el asesinato del periodista en el consulado saudita en Turquía.

Trump muestra triunfalmente las ventas de armas a Arabia Saudita, junto al príncipe heredero Mohammed bin Salamn, quien según la CIA habría ordenado el brutal asesinato del periodista Jamal Khashoggi. (EVAN VUCCI/AP)
Para quienes buscan una razón pragmática por la cual Trump renuncia a tomar medidas contra Arabia Saudita por lo que debería ser visto como un ataque a la soberanía de Estados Unidos, Trump ha citado un puñado de intereses estadounidenses: precios estables del petróleo, un lucrativo negocio de venta de armas y la contención de Irán.
Su decisión de no castigar a Mohammed bin Salman no fue una capitulación ante Arabia Saudita, insistió Trump. “Se trata de poner a ‘América primero’».
Su afirmación, repetida con frecuencia, pero sin fundamento, de que Estados Unidos tiene un negocio de 450.000 millones de dólares en ventas de armas a los sauditas, es una exageración si se toman en cuenta los 14.500 millones de dólares que en realidad se han prometido en el negocio.
Algunos analistas han afirmado que no habrá pérdida de puestos de trabajo si los contratos son anulados, contrariamente a lo que dice Trump, que la cancelación de la venta de armas a los sauditas causará pérdidas de empleos.
Por su lado, los miembros del Congreso han instado a Trump a que por lo menos se interrumpa la venta de algunas armas a los sauditas.
«Trump trata estas ventas de armas como si fuera la gallina de los huevos de oro, y que si esas ventas no se llevan a cabo, la economía estadounidense colapsará, lo cual es completamente ridículo», dijo Jim Arkedis, un ex analista de inteligencia del Departamento de Defensa de Estados Unidos.

Modelo de vehículo blindado ligero canadiense vendido por una empresa canadiense a Arabia Saudita en un controvertido acuerdo negociado por Ottawa. (Bill Graveland/Prensa Canadiense)
Para Arkedis la declaración de la Casa Blanca es una vergüenza. «Es el abandono del liderazgo moral estadounidense; es una bofetada a los organismos de inteligencia de Estados Unidos; es la continuidad de la guerra contra la prensa; es esconder la verdad sobre quién cometió ese crimen; y es el presidente mimando a los dictadores. Esos tiranos también se darán cuenta”, dijo Arkedis.
Trump ha expresado su admiración personal por presidentes fuertes como el ruso Vladimir Putin y el filipino Rodrigo Duterte. Cualquier dictador con influencia política puede decidir que la Casa Blanca es «extraordinariamente débil y les permitirá comportarse de la manera que quieran», dijo Arkedis, quien cree que el no tomar medidas punitivas está mostrando al mundo, no sólo a los sauditas, lo que la administración de Trump está dispuesta a renunciar.
Si para controlar a Irán es necesaria una «abdicación completa del liderazgo moral estadounidense», esto es una gran preocupación para los críticos de Trump, dijo Arkedis. Ellos se preguntan en qué momento la «ciega preferencia de Trump por una alianza con Arabia Saudita comenzará a costarle a Estados Unidos parte de su alma».
Algo que llamó la atención de Robert Jervis, profesor de política internacional de la Universidad de Columbia, cuando leyó la declaración de la Casa Blanca, fue que «para un empresario que se enorgullece de hacer buenos negocios, Trump cedió muchísimo y no recibe casi nada a cambio».
Jervis señaló que la afirmación de Trump de que si Estados Unidos corta el suministro de armas a los sauditas, ellos comprarán armas a los rusos o a los chinos, es «simplemente incorrecta».
Por un lado, los sauditas necesitan armas más sofisticadas que Rusia y China no tienen, dijo Jervis, y el ejército saudita ya depende de las armas, el entrenamiento y el apoyo de Estados Unidos. Forzarlos repentinamente a cambiar por armas chinas o rusas interrumpiría las cadenas de suministro, interferiría con la compatibilidad de las armas y requeriría un reentrenamiento importante.

Un niño yemenita herido en el hospital después de que un ataque aéreo lanzado por Arabia Saudita contra un autobús en el que viajaban niños en la provincia de Saada. Yemen, 9 de agosto de 2018. (Kareem al-Mrrany/Prensa Asociada)
Jarvis también dijo que algunos expertos regionales creen que el supuesto secuestro en 2017 y la presunta renuncia forzada del primer ministro libanés Saad Hariri por parte de los sauditas sólo sirvió para fortalecer la posición de Irán, el rival regional de Arabia Saudita en el Oriente Medio.
En El Líbano, el líder de Hezbolá, la organización respaldada por Irán, calificó la renuncia temporal de Hariri como «una decisión saudita». Según Jervis, esto muestra que la dependencia de Arabia Saudita «no es una estrategia efectiva contra Irán».
Más allá de las alianzas estratégicas en la región, hay una afinidad personal que el yerno de Trump, Jared Kushner, parece tener con Mohammed bin Salman. Kushner, de 37 años, ha cultivado durante mucho tiempo una estrecha relación con el gobernante saudita de 33 años y ha puesto sus esperanzas en manos de Riad para ayudar a establecer la paz en Medio Oriente y controlar a Teherán.
El Washington Post, para el que escribió Khashoggi, emitió una declaración este 20 de noviembre, acusando a Trump de «colocar sus relaciones personales y sus intereses comerciales por encima de los intereses de Estados Unidos en su deseo de seguir haciendo negocios como de costumbre con el príncipe heredero de Arabia Saudita».
El hecho de que Trump aparentemente arruine la posición de Estados Unidos como defensor de los derechos humanos es preocupante para Jervis, quien dice que teme la interpretación que hará Riad de la declaración del martes.
«Trump le está diciendo a Arabia Saudita: ‘Te necesitamos tanto que puedes hacer lo que te dé la gana’», dijo. «Para mí, eso no es lo que hace un buen negociador», señaló finalmente Robert Jervis, profesor de política internacional de la Universidad de Columbia.
Fuentes: CBC/M. Kwong/RCI
Por razones que escapan a nuestro control, y por un período de tiempo indefinido, el espacio de comentarios está cerrado. Sin embargo, nuestras redes sociales siguen abiertas a sus contribuciones.