La carta de presentación de Canadá en la escena internacional dice textualmente que es un país oficialmente bilingüe. Tanto sus leyes como el funcionamiento del gobierno federal son llevados a cabo en inglés y en francés.
Este rostro bilingüe de Canadá ha sufrido un duro golpe esta semana cuando el gobierno del primer ministro de la provincia de Ontario, el polémico conservador Doug Ford, decidió recortar el presupuesto a una serie de instituciones y servicios en lengua francesa, dirigidos a más de medio millón de ontarienses cuya lengua materna es el francés.
La decisión de Ford fue recibida con un nutrido rechazo y protesta de varios actores en la escena provincial y federal. La prensa también puso su grano de arena en el asunto con una serie de artículos y editoriales. Uno de ello es el publicado por el periódico de mayor tiraje en Canadá, el Toronto Star.
El periódico opina que al abolir la oficina que vela por los intereses de la población francófona de la provincia de Ontario, el gobierno de Doug Ford no sólo ha dado una bofetada a los más de 600.000 francófonos de la provincia.
Además de ese insulto, el gobierno ha dañado la imagen de Ontario entre los francófonos de todo Canadá. Ha alimentado los temores de quienes creen que este país no está realmente comprometido con la protección del «otro» idioma oficial, y ha socavado la unidad nacional.
¿Y todo esto para qué? Según el gobierno de Ontario, se trata de ahorrar dinero. La Procuradora General Caroline Mulroney, quien tiene la triste tarea de ser también la Ministra de Asuntos Francófonos de Doug Ford, culpa a la «mala gestión de los liberales» por la determinación del gobierno de cortar y cortar el presupuesto para los servicios a los francófonos.
Sin embargo, en el caso del Comisionado de servicios francófonos, no se trata sólo de dinero.
Este Comisionado ha estado funcionando con un presupuesto de alrededor de 2,8 millones de dólares al año, y el gobierno promete que su trabajo más importante, que es investigar las quejas sobre los servicios en francés, seguirá siendo realizado bajo la égida del defensor del pueblo provincial. Mulroney incluso sugirió que el ombudsman podría designar a un diputado responsable de los asuntos francófonos.
Todo eso costaría dinero para el personal y los recursos de investigación. El ahorro financiero aquí no puede ser muy grande, especialmente en el contexto de un presupuesto provincial que supera los 150.000 millones de dólares. Pero el costo político será mayor: el mensaje que este recorte envía a los franco-ontarienses es que el gobierno provincial no se preocupa por ellos. El mensaje a los francófonos del resto del país es que el compromiso profesado por el Canadá inglés con el bilingüismo es, en el mejor de los casos, inestable y, en el peor, simple hipocresía.
Los francófonos pueden ver que hay una lógica. Doug Ford ni se molestó en incluir una sola palabra de francés en el discurso del trono de su gobierno. No cumplió con ese gesto mínimo de cortesía y respeto. Además, degradó el Ministerio provincial de asuntos francófonos a una simple oficina.
Su gobierno también canceló el plan de crear una nueva universidad independiente en francés, con sede en Toronto. Es lamentable, pero ese corte es más defendible. Se necesitaría mucho más dinero, unos 80 millones de dólares solo para poner en marcha esa nueva universidad.
Con todas estas medidas, el gobierno no podría haber enviado un mensaje peor a los francófonos dentro y fuera de Ontario.
Después de todo, los franco-ontarienses siempre han tenido que luchar por sus derechos, incluyendo la amarga batalla de hace un siglo por el derecho a una educación pública en francés. Hace sólo 20 años, ellos tuvieron que luchar para impedir que el Hospital Montfort de Ottawa, que funciona en francés, fuera cerrado por el gobierno de otro conservador, Mike Harris.
Aunque los francófonos de Ontario tienen derechos a servicios legalmente garantizados en ciertas partes de la provincia, esos derechos deben ser respetados y aplicados. Ese era el trabajo de la Oficina del comisionado de servicios lingüísticos en francés, que ahora será cerrada por Ford y compañía.
No es una sorpresa que los francófonos de Ontario estén protestando, incluyendo los políticos en Ottawa y Quebec que le están pidiendo a Doug Ford que reconsidere esta mala decisión. Estos recortes tienen incluso el potencial de dañar las aspiraciones de los conservadores en Quebec, perjudicando las posibilidades de los conservadores federales en las elecciones nacionales del próximo otoño.
El gobierno del primer ministro de la provincia de Ontario, Doug Ford, necesita cambiar de dirección. El bilingüismo debe ser considerado como una ventaja, no como un costo extra que hay que recortar a la primera oportunidad. Y lo que es más importante es que todos los ontarienses, incluidos aquellos cuya lengua materna es el francés, sientan que el gobierno provincial es realmente un gobierno para todos, dice finalmente el editorial del periódico canadiense Toronto Star.
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