Tras la detención el 1 de diciembre en Vancouver de Meng Wanzhou, una ejecutiva de la empresa tecnológica china Huawei, por parte de las autoridades canadienses a pedido de Estados Unidos, Canadá se encuentra entre la espada y la pared.
Por un lado está la prepotencia de Estados Unidos que para los críticos impone como ley internacional sus sanciones políticas y por otro la cólera paciente del gigante asiático, China. En medio, Canadá.
La prensa canadiense ha dedicado sus editoriales al caso. Uno de ellos es el del periódico de mayor tiraje en el país, el Toronto Star.
La situación es mala, dice el periódico canadiense, pero era predecible que el gobierno chino arremeta contra ciudadanos canadienses para expresar su enojo por el arresto en Vancouver de una alta ejecutiva de la empresa Huawei Technologies.

La compañía china Huawei se ha convertido en uno de los principales actores mundiales en el desarrollo de la telefonía inteligente de quinta generación. (Foto: CBC)
Es así como funciona Pekín: tú nos ofendes, nosotros te devolvemos la bofetada, y al diablo las sutilezas de la ley o el debido proceso o incluso la simple moralidad. En este caso, tú apresas a uno de los nuestros y nosotros encarcelamos a dos de los tuyos, aunque las acusaciones de «poner en peligro la seguridad nacional de China» sean claramente ridículas en los casos de los canadienses detenidos en China, Michael Kovrig y Michael Spavor.
Sí, las acciones de China molestan, pero no tanto como el trato que Canadá está recibiendo de parte de su supuesto amigo y aliado en este asunto, Estados Unidos, país en cuyo nombre las autoridades canadienses arrestaron a Meng Wanzhou.
Estamos en este lío porque, como han explicado el Primer Ministro Justin Trudeau y la Ministra de Relaciones Exteriores Chrystia Freeland, Canadá sólo estaba aplicando las “normas de derecho». En este caso, tratando de honrar el acuerdo de extradición firmado con Estados Unidos, donde Meng será acusada de haber violado las sanciones de Estados Unidos contra Irán.

El presidente iraní, Hassan Rouhani, considera que Trump carece de méritos o experiencia como para abordar el tema del acuerdo nuclear firmado por Teherán con los países del P5+1 (Foto: Associated Press; Yuri Gripas/Reuters)
China está furiosa porque una alta ejecutiva de su principal empresa internacional de tecnología está siendo arrastrada a los tribunales estadounidenses bajo cargos que son intrínsecamente políticos, ya que están ligados a los objetivos de la política exterior estadounidense.
China ve esta situación como parte de la lucha mundial por la supremacía en torno a la próxima generación de tecnología de comunicaciones, y hay muchas pruebas de que China está en lo correcto pese a todas las matufias legales que rodean a la solicitud de extradición.
Canadá está cumpliendo con sus obligaciones hacia los Estados Unidos y recibiendo las bofetadas de China. ¿Y qué ha hecho el gobierno de Estados Unidos exactamente?
¿Ha enviado un mensaje contundente a China para que ponga fin al secuestro judicial de canadienses en su territorio? ¿Washington ha dejado en claro que Estados Unidos y Canadá están juntos en esto, y que China sufrirá si intenta golpear al socio más pequeño?
No, no ha hecho nada de esto. Está claro que para Trump, Estados Unidos y China tienen cosas mucho más importantes que hacer, como renegociar su relación económica de manera que le permita afirmar al presidente de Estados Unidos que su país ya no está siendo estafado por China.

Michael Spavor y Michael Kovrig fueron detenidos a principios de esta semana, informó un funcionario chino. (Associated Press/ International Crisis Group/Canadian Press)
Esta ha sido una de las obsesiones de Donald Trump durante décadas, y es quizás su preocupación central en temas globales. Canadá, para Trump, es un tema secundario.
Para China, Estados Unidos es la máxima prioridad. China también necesita un buen acuerdo con los estadounidenses. Pese a las fanfarronadas del gobierno del Presidente Xi Jinping, la realidad es que la economía china está desacelerando y es más vulnerable de lo que parece. Por lo tanto, Canadá puede seguir siendo golpeada desde el punto de vista de los dos gigantes.
De hecho, la situación es mucho peor. La solicitud de extradición de Meng Wanzhou era dudosa desde un principio, pero Trump empeoró la situación esta semana al vincular casualmente la detención de Wanzhou a la obtención de un mejor acuerdo comercial con China.
Funcionarios de gobierno estadounidenses y canadienses inmediatamente trataron de salvar la situación explicando que sólo era una de las típicas burradas de Trump y que prevalecería el «imperio de la ley» entre EE.UU. y Canadá. Pero, ¿cómo puede alguien, y especialmente los chinos, pasar por alto el hecho de que esa declaración vino directamente del presidente de Estados Unidos? Por supuesto que es un proceso político, y ahora nadie puede fingir que no lo es.
Canadá se encuentra en una posición imposible, apretujada entre un país que, sin ningún pudor, practica una descarnada política de poder y otro país, dirigido por una administración dispuesta a hacer lo mismo siempre que le parezca el mejor camino para conseguir sus objetivos.

La ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, y el Secretario de Estado de EE.UU. y ex director de la CIA, Mike Pompeo, hablan después de discutir el caso de Huawei y otros asuntos en Washington (MARK WILSON / GETTY IMAGES)
Lo mejor que Canadá puede hacer es abrirse camino sufriendo el menor daño posible. Es una tontería pretender, como han argumentado los comentaristas de derecha, que hemos sido atrapados en una ratonera debido a que el gobierno de Trudeau no ha podido anticiparse y evitar la reacción china o la incómoda declaración de Trump. Ni siquiera el propio gabinete de Trump puede controlar al errático presidente.
En esta situación Canadá está aprendiendo una dura lección: es un mundo solitario, cuando el matón te golpea, la gente que pensabas que era amiga tuya, más bien ha desaparecido, dice finalmente el editorial del periódico canadiense Toronto Star.
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