El flamante gobierno de Brasil incrementará los controles sobre las organizaciones no gubernamentales presentes en el país y se apresta a restringir el financiamiento de las mismas.
Carlos dos Santos Cruz, que se desempeña como secretario gubernamental, confirmó la información, y agregó que se adoptarán pautas para determinar si las entidades están cumpliendo su rol, desempeñando una tarea que complemente las acciones de gobierno.
El funcionario sostuvo que la “intención es optimizar el uso de fondos públicos para asegurar más beneficios” para la gente que recibe asistencia de las ONGs, al tiempo que negó que la administración del derechista Jair Bolsonaro busque restringir la actividad de esos grupos.

Fortaleza es uno de los lugares más pobres de Brasil. AP Photo/Alex Gomes/O Povo.
En diálogo con la prensa, Cruz agregó que “el plan no es interferir en la vida de las organizaciones ni restringir nada. Pero se trata de dinero público. Tiene que haber transparencia y resultados”.
Por su parte, algunos de los grupos alcanzados por la medida se mostraron preocupados por las nuevas disposiciones adoptadas por la administración central brasileña, a pocas horas de hacerse cargo del poder.
La ONG Human Rights Watch sostuvo que el decreto presidencial podría ser visto de manera positiva, pero también genera preocupación.
La medida presidencial, que tiene carácter transitorio, expirará dentro de 120 días, si antes de ese plazo no hay una ratificación por parte del congreso.

Tropas enviadas por el gobierno patrullan las calles de Fortaleza. REUTERS/Leonardo Benassatto.
Como resultado de la orden, el secretario general del gobierno tiene el poder de supervisar, coordinar, vigilar y acompañar las actividades y acciones de entidades internacionales y de las organizaciones no gubernamentales en todo el territorio brasileño.
Algunos observadores consideran que la administración de Bolsonaro busca asegurarse que las actividades de esos entes no contradigan ninguna de sus políticas, además de establecer un control ideológico de las mismas.
Bolsonaro llegó al poder prometiendo terminar con las “políticas marxistas” propiciadas por anteriores gobiernos, a las que responsabilizó por la pobreza y la violencia extendidas en el país.
En las últimas horas, el gobierno dispuso el despliegue de fuerzas militares a Fortaleza, en el noreste del país, para contrarrestar una ola de violencia en la que varios comercios y vehículos resultaron incendiados.
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