Kaelynn Angel Hansen. (Foto enviada por Katelyn Hansen a CBC News)

Regreso de la gripe H1N1 a Canadá: muertes inocentes y evitables

El 8 de diciembre, una niña de 2 años que no recibió las vacunas adecuadas, murió de gripe H1N1 en el Royal University Hospital de Saskatoon, en la provincia de Saskatchewan. Hoy, muchos se preguntan si su muerte podría haberse evitado. 

Kaelynn Angel Hansen fue la primera niña en edad preescolar víctima de la epidemia esta temporada en Saskatchewan. Desde su fallecimiento, el mismo virus ha provocado la muerte de otros dos niños menores de cinco años no vacunados, según las autoridades de salud pública de la provincia. Según su último informe, hasta el momento un total de seis muertes relacionadas con la gripe han sido declaradas esta temporada invernal.

La Dra. Caroline Quach-Tranh es pediatra, microbióloga y especialista en enfermedades infecciosas y profesora titular del Departamento de Microbiología, Enfermedades Infecciosas e Inmunología de la Universidad de Montreal. En entrevista én francés, le preguntaron cómo explicar que una enfermedad como la de Kaelynn Angel Hansen haya podido terminar así:

«Hay muchas vacunas y muchas enfermedades para las que existen vacunas. Las vacunas fueron creadas originalmente para combatir enfermedades que causaban mortalidad. Si pensamos en los niños que murieron de la gripe, no tengo los detalles precisos de su salud, pero sabemos que la gripe este año es causada por el virus H1N1. Es un tipo de virus que ataca principalmente a los niños y que causa complicaciones y mortalidad principalmente en los niños. En años pasados había prevalido una gripe del virus AH3N2 que afectaba más frecuentemente a las personas de la tercera edad, pero este año vemos una recrudescencia de los casos en pediatría en Canadá y en América del Norte. El ministerio de salud de Canadá recomienda las vacunas contra la gripe para los niños entre 6 meses y 5 años anualmente y dar prioridad a aquellos niños que tengan otro tipo de condiciones médicas que podrían complicar sus casos. Niños con asma o niños con un sistema inmunológico más frágil, como aquellos que están siguiendo tratamientos de quimioterapia. Evidentemente que es difícil para los padres ir a obtener esa vacuna pero lo recomendamos, sobre todo para los niños con enfermedades crónicas.»

Desconfianza creciente en las vacunas 

En su mensaje de Año Nuevo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) identificó la desconfianza de las poblaciones con respecto a las vacunas como una de las 10 principales amenazas para la salud mundial en los próximos años.

Con la contaminación del aire y el cambio climático, el VIH y otros factores, el nivel de desconfianza en los programas de vacunación sigue siendo un gran desafío para la humanidad, cree la instancia sanitaria mundial.

Aunque las razones por las que las personas decidan no vacunarse o no vacunar a sus hijos son complejas, la OMS considera que los trabajadores de la salud, especialmente aquellos que trabajan de cerca con las comunidades locales, siguen siendo «los asesores más fiables e influyentes en las decisiones con respecto a la inmunización». Y deben recibir apoyo para poder proporcionar información creíble sobre las vacunas a todas las poblaciones del mundo.

La doctora Quach-Tranh cree que la gente tiende a olvidar que las enfermedades infecciosas graves casi han desaparecido debido a los programas de vacunación masiva implementados en todo el mundo durante más de 160 años. De hecho, la primera vacunación obligatoria tuvo lugar en 1853.

«Creo que la razón por la que las personas son cada vez más desconfianza en las vacunas es que como tenemos muchos menos casos de enfermedades evitables gracias a las vacunas que la gente tiene tendencia a olvidar. Por ejemplo, los casos de sarampión son casi nulos pero hace unas decenas de años veíamos muchos casos. La mayoría de ellos no pasaban a mayores, pero habían bastantes muertes de cualquier manera. La realidad es que esas enfermedades pueden afectar a cualquiera, no solamente a los más frágiles. Cualquier niño, sin distinción de clase social o origen étnico podía morir. Lo mismo la rubeola que la atrapaban mujeres embarazadas completamente saludables y cuyos hijos nacían con malformaciones, pero la gente no lo recuerda. Hoy, la gente se preocupa más de los efecto secundarios que en ocasiones son atribuidos a las vacunas que son raros, generalmente uno en un millón, pero que pueden tener consecuencias graves. Entonces, la gente se dice, si la enfermedad ya fue eliminada de la faz de la tierra, ¿por qué arriesgarme a sufrir de los efectos secundarios?»

Caroline Quach recientemente completó un período como Presidenta de la Asociación de Microbiología Médica y Enfermedades Infecciosas de Canadá, y ha estado a la vanguardia de lo que está sucediendo en este país. En el marco de ese mandato, le preguntamos cómo se compara Canadá con otros países en términos de prevención de enfermedades infecciosas y programas de vacunación para todos sus ciudadanos. Aquí está su respuesta:

 «Yo diría que desde el punto de vista del control estamos en el promedio mundial. Tomando en cuenta la manera en que funciona el sistema de salud de Canadá es difícil tener cifras nacionales, pero podemos obtener cifras por cada provincia y por cada territorio. El problema es que la manera en que la supervisión es hecha no es necesariamente muy armoniosa y consecuente de una región a la otra del país. Lo que se ha hecho para paliar a esta falla es crear un grupo de trabajo para que los términos utilizados sean los mismos en todas las provincias y territorios y que la manera en que se vigila la evolución de las enfermedades e infecciones sea hecha de manera común para poder tener un retrato general de las infecciones nosocomiales para todo Canadá. Por lo tanto, me gustaría decir que somos los más avanzados pero la verdad es que no es así. Sin embargo, estamos trabajando para poder tener datos fiables que nos puedan permitir hacer recomendaciones a nivel nacional.» 

Caroline Quach-Tranh no duda en afirmar que dado que Canadá se encuentra en el promedio mundial, y no en la cima, cuando se trata de prevenir enfermedades infecciosas evitables, el país no debe bajar la guardia.

Tampoco debemos olvidar, dijo, que la crisis de desconfianza en las vacunas, fue alimentada en parte por un estudio fraudulento publicado en 1998. Este último resultó ser un «fiasco» de su autor Andrew Wakefield, quien sugirió una relación entre la vacunación contra el sarampión, la rubeola y las paperas y el desarrollo del autismo en los niños pequeños.

El estudio falso, fake news antes de que estuvieran a la moda, todavía es citado regularmente por aquellos que se oponen a las vacunas.

Categorías: Salud, Sociedad
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