Se habla mucho últimamente del “daño enorme” que el tráfico aéreo causa al medioambiente. Julien Goguel, autor del manifiesto stayontheground.org, dice que “todos los días hacemos esfuerzos para limitar nuestro impacto ambiental y reducir la huella de carbono. Nos esforzamos por compartir el coche, bajar la calefacción, aislar las viviendas, cambiar los coches por bicicletas eléctricas. Todos los esfuerzos que hacemos a lo largo de un año resultan arruinados tan pronto como subimos a bordo de un avión para un vuelo de larga distancia”.
ESCUCHE EL REPORTAJE
El 11 de febrero pasado, en un artículo publicado por el diario francés Libération, decía que hay que ser coherentes y que un boicoteo del avión se impone. Hay que “preferir la lentitud en vez de la velocidad”, afirma Goguel. ¿Pero es verdaderamente el sector de la aviación tan nocivo, al punto de boicotearlo, como propone Julien Goguel?
Merhan Ibrahimi, profesor titular en el Departamento de Mercadeo y Tecnología de la Escuela de Ciencias de la Gestión de la Universidad de Quebec en Montreal, UQÀM, dice que “nadie puede estar contra la virtud” y que si podemos hacer algo en favor de la reducción de los gases de efecto invernadero es evidentemente una buena acción, pero hay que tener cuidado con las posiciones radicales. Él nos invita a poner las cosas en perspectiva.
El año pasado, hubo alrededor de 4 billones de personas que viajaron en avión y esos 4 billones de personas produjeron menos de 3% del total de los gases de efecto invernadero producidos en la Tierra. Evidentemente, el número de viajeros aumenta, hay una democratización del transporte aéreo y eso va a continuar. Es evidente que en los próximo años, si vemos el número de pedidos de aviones, vamos a llegar a 3% o 3.5% de producción de gases de efecto invernadero.
El profesor Ibrahimi cuestiona la validez de escoger una opción tan radical como boicotear el sector aéreo para ir a disminuir 1% del 3% de la producción de gas de efecto invernadero producido por esta industria.

(iStockphoto)
A su juicio sería más realista atacar por ejemplo, los sectores donde la producción de gases de efecto invernadero es más importante. Más de la mitad de la energía que se consume en la Tierra está dedicada criar ganado para que comamos carne. Sería mucho mejor disminuir 10% o 15% en este sector que tratar de disminuir 1% en el sector de la aviación, sin tener en cuenta ciertas consideraciones, dice Merhan Ibrahimi.
La cantidad de querosén o petróleo si prefiere, utilizado por persona por 100 kilómetros/pasajero ha disminuido considerablemente y eso no es por la buena voluntad de los que fabrican los aviones o las compañías aéreas. Es porque, contrariamente a todo el resto en la sociedad, el modelo de negocios de las compañía aéreas está esencialmente basado en la reducción del consumo de querosén.
Es decir que cuando se observa con detención la estructura de una compañía aérea, dependiendo de la flota de aviones que tenga, casi la mitad de sus gastos está consagrada a la compra de querosén.

(iStockphoto)
Razón por la cual, desde los últimos 15 o 20 años, la industria de la aviación ha contribuido enormemente a la reducción del consumo de querosén porque las ganancias que ellos puedan obtener dependen de la cantidad querosén que hayan comprado. En otras palabras, su margen de ganancias es directamente dependiente del precio del petróleo y el aumento de ese margen las empuja a querer reducir la cantidad de gasolina que consumen. Las soluciones alternativas como los aviones eléctricos o los biocombustibles también merecen ser bien pensadas dice el profesor Ibrahimi.
Para qué sirve utilizar carbón para producir electricidad para tener un automóvil eléctrico, mientras que el carbón es mucho más dañino para el medioambiente que el querosén. Algunas personas hablan de biocombustibles. Pero es legítimo que hagamos como lo hace los brasileños de hacer una mono cultura intensiva en tierras agrícolas que sirven para alimentar a la gente para producir biocombustibles.

(iStockphoto)
No hay que olvidar que en los últimos 20 años se redujo de 75% la cantidad de querosén utilizado por pasajero por kilómetro. Ninguna otra industria puede pretender lo mismo. Y eso es debido al modelo de negocios de la industria de la aviación que se hacen todos esos esfuerzos, que son visibles en el comportamiento de los pilotos, en la forma de despegar y aterrizar un avión, en la forma de rodar sobre la pista al despegue y al aterrizar.
La tecnología ha ayudado mucho a la industria para obtener estos resultados. El número de pasajeros ha aumentado mucho en los últimos años pero la contribución de la industria de la aviación a la producción de gases de efecto invernadero se mantenido prácticamente estable, concluye Merhan Ibrahimi, profesor titular en el Departamento de Mercadeo y Tecnología de la Escuela de Ciencias de la Gestión de la Universidad de Quebec en Montreal, UQÀM.
Alain Gravel entrevistó al profesor Merhan Ibrahimi
RCI/Radio Canadá/liberatation.fr/Internet
Por razones que escapan a nuestro control, y por un período de tiempo indefinido, el espacio de comentarios está cerrado. Sin embargo, nuestras redes sociales siguen abiertas a sus contribuciones.