La flota canadiense debe recorrer aguas menos plácidas que frente a las costas de Montreal. Foto: iStock.

Alarma el deterioro de los barcos de la Guardia Costera Canadiense

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En momentos en que los territorios ubicados en el denominado Ártico canadiense están experimentando los efectos adversos del cambio climático, otro motivo de preocupación viene a sumarse gracias al envejecimiento de la flota de la Guardia Costera.

Según documentos oficiales, a los que tuvo acceso la agencia The Canadian Press, el mal estado de conservación de varias de las naves afectadas a ese cuerpo se traduce en una reducción de la capacidad para brindar servicios de trasbordador o, incluso, de búsqueda y rescate.

En algunos casos, las embarcaciones han sobrepasado su vida útil y las posibilidades para seguir navegando con ellas son casi nulas.

Para las comunidades y actividades económicas asentadas en la zona del Ártico tal situación implica complicaciones mayores, a la hora de asegurar las provisiones y canales de comunicación necesarios para que la vida siga su curso normal.

Los rompehielos son esenciales para asegurar la navegabilidad por aguas cubiertas de hielo. Foto: iStock.

Según las últimas evaluaciones por parte de los expertos, al menos un tercio de los 26 navíos usados por la Guardia Costera ya se encuentran más allá de su vida útil.

El dato se torna más preocupante cuando los programas actuales del gobierno federal sólo contemplan la provisión de fondos para la construcción de un solo rompehielos y cuatro barcos científicos. Además, Ottawa compró recientemente tres rompehielos de segunda mano.

Falta de interés

Tradicionalmente, las autoridades federales han demostrado poco interés en volcar fondos para el mantenimiento y la operatividad de la flota costera, sustrayendo esos dineros de cuestiones urgentes y que tal vez brinden más rédito político.

Esa actitud es uno de los factores que han contribuido al desgaste de los navíos en cuestión, poniendo en riesgo el contacto con las comunidades más remotas del norte canadiense pero, también, implicando un riesgo en materia de seguridad.

En efecto, una parte de las tareas no llevadas a cabo, por falta de recursos financieros y materiales, es el cuidado de numerosas boyas que orientan la navegación en la zona. Muchas de ellas se han perdido. La ausencia de las mismas significa un riesgo mayor para los barcos que atraviesan las aguas del Ártico y que, sin esas guías, podrían equivocar el recorrido, adentrándose en zonas de las que sería muy difícil, sino imposible, rescatarlos si llega el caso.

El ministro de Pesca, Océanos y de la Guardia Costera, Jonathan Wilkinson, citado por la agencia, sostuvo que la flota costera sigue siendo confiable y aseguró que el gobierno toma el asunto de su renovación “con seriedad”.

Un tercio del total de la flota ya excedió su vida útil. Foto: iStock.

En contradicción con la visión del funcionario, los documentos obtenidos en base al Acta de Acceso a la información muestran que en los últimos años, debido a los procesos de reparación más extensos y a los recortes no planificados de recursos, se constató una reducción de la capacidad de rescate y búsqueda por parte de los efectivos canadienses.

Los servicios de transbordador se han visto interrumpidos en sucesivas ocasiones, sobre todo en las áreas del Atlántico, donde la tarea de los rompehielos es esencial para mantener la navegabilidad durante los largos inviernos, en una zona donde la vía marítima es el principal medio para el paso de mercancías y personas.

Un documento reservado producido por los propios técnicos de la Guardia Costera sostiene que muchas de las embarcaciones presentan un estado actual que no les permitiría seguir en funciones hasta la llegada de su reemplazo. Los expertos temen que muchos de esos barcos experimenten a corto plazo una “falla mayor”, que los vuelva irrecuperables.

Contratiempos

Los planes del gobierno para renovar parte de la flota se vieron afectados por imprevistos.

El primero de tres barcos científicos encargados por Ottawa debía estar listo a comienzos de 2017. Sin embargo, cuando la construcción aún no había terminado, los expertos encontraron problemas en la soldadura del casco de la embarcación.

Más recientemente, cuando el barco volvía de su primera navegación de prueba, impactó contra una defensa rompeolas, por los que debió ser sometido a tareas de restauración.

La firma Seaspan Vancouver Shipyards no logró cumplir con los plazos acordados. THE CANADIAN PRESS/Darryl Dyck

Pujas e incertidumbre

Dos firmas, Seaspan Shipyards en Columbia Británica y Davie en Quebec, compiten para obtener los contratos del gobierno con vistas a la provisión de 10 navíos.

La primera empresa había prometido tener listos los barcos para 2013, algo que a todas luces no ocurrió. Su competidor sostiene que Seaspan no estará en condiciones de honrar el compromiso durante varios años y reclama que el gobierno le reasigne los contratos.

Mientras tanto, las comunidades y negocios ubicados en el Ártico apelan a una solución a corto plazo, antes que su propia supervivencia sea puesta en peligro.

Servicios

La Guardia Costera Canadiense cuenta con tres centros de operaciones para las tareas de deshielos, que se encuentran en actividad las 24 horas del día.

Durante el invierno, desde mediados de noviembre y hasta fines de mayo, los servicios son brindados en las costas de Labrador, la región atlántica, el Golfo de San Lorenzo, el Río San Lorenzo, el Río Saguenay y en la zona de los Grandes Lagos.

En caso de necesidad, un rompehielos de la Guardia Costera debe llegar al lugar en el que se esperan sus servicios en plazos que varían entre 5 horas (Río Saguenay y Río San Lorenzo) y 24 horas (deshielo de puestos de Pesca).

El Ártico es un territorio cada vez más transitado por navíos comerciales. Foto: iStock.

Con información de The Canadian Press / Guardia Costera Canadiense / CBC

Categorías: Economía, Política
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