Hace 7 años, el bloguero Raif Badawi era un desconocido en Canadá. Hasta ese momento, era simplemente un ciudadano saudita que quería hablar de temas sociales importantes para él, tales como la religión, el derecho de las mujeres en su país natal en su blog Free Saudi Liberals, que militaba por una liberalización religiosa y estaba abierto a la discusión de los internautas.
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En 2008, Raif Badawi fue detenido, interrogado sobre su sitio Internet y liberado. Acusado de haber creado un sitio Internet que insulta al Islam, Badawi se vio obligado a abandonar el país. Entre tanto, la queja que pesaba sobre él parece haber sido levantada y decidió volver nuevamente a su país, pero en 2009 se le prohibió salir del país y se bloqueó su cuenta bancaria.
Recordemos que casi simultáneamente, entre 2010 y 2013, el mundo árabe se encontraba sumergido en una serie de manifestaciones populares que pasaron a la historia como la Primavera Árabe. En Arabia Saudita las manifestaciones son prohibidas y reprimidas violentamente. En consecuencia, el gobierno decidió cerrar todos los sitios Internet y blogs que hablaban de ese tema. El blog Free Saudi Liberals fue cerrado.
El viernes 28 de junio de 2012 Raif Badawi fue condenado a 10 años de cárcel, mil latigazos y una multa por criticar a las autoridades religiosas de Arabia Saudita, un país conocido por la violación de los derechos humanos.

Ensaf Haidar, esposa del bloguero Raif Badawi, participa en una manifestación por su liberación, el martes 13 de enero 2015. (Foto: THE CANADIAN PRESS/Ryan Remiorz)
La familia de Badawi, que se casó en 2002 y tenía 3 niños, comenzó a tener problemas con el sistema después de su encarcelamiento. Su esposa, Ensaf Haidar y sus 3 hijos, se vieron obligados a salir del país para dirigirse a El Líbano y Egipto, antes de obtener el asilo político en Canadá en octubre de 2013. En la actualidad viven en la ciudad de Sherbrooke y obtuvieron la ciudadanía canadiense el primero de julio de 2018. En enero de 2015, con los primeros 50 latigazos de los 1000 a los que está condenado, la opinión pública canadiense se comienza a interesarse en él, nos explica Mireille Elchacar, coordinadora de Amnistía Internacional en Estrie, Quebec.
Es un acontecimiento que impresiona, recibir 50 latigazos por haber escrito sus ideas en un blog sin hacer un llamado al odio, porque era completamente pacífico lo que decía. Él se preguntaba simplemente por qué las mujeres no tienen derecho a trabajar en Arabia Saudita y por qué no había tolerancia religiosa. Preguntas completamente legítimas. Y la primera sesión de 50 latigazos no pasó desapercibida. Después de esa sesión no hubo otras pero la sentencia de flagelación no ha sido anulada. Evidentemente, eso crea mucho estrés y mucha inquietud aquí entre su familia, porque tienen miedo que se pueda reanudar en cualquier momento.
Cuando Ensaf Haidar, la esposa de Raif Badawi, llegó a la ciudad de Sherbrooke se encontró con Amnistía Internacional para contar la historia de su marido. Y aunque estuviera físicamente muy lejos de su marido, ella quería aprovechar el hecho que se encontraba en un país donde ella tiene derecho a hablar y a actuar y quería hacer todo lo que estuviera a su alcance para salvar a su marido.

(Foto: THE CANADIAN PRESS/Ryan Remiorz)
Y a partir del momento en que ella habló con Amnistía Internacional, la organización de defensa de los derechos humanos trabaja sobre su caso desde entonces. Hoy que se celebra este séptimo aniversario, ella y sus hijos, viven tristemente este acontecimiento, nos dice Mireille Elchacar.
Es evidentemente muy difícil. Pero el hecho que ella trate de ayudarlo y que recorra el mundo para contar la historia de su esposo, ella se siente en la acción y quiere seguir haciendo lo que pueda. Hablar a todos los medios del mundo y encontrarse con gente que pueda ayudarla. Nosotros en Amnistía Internacional lamentamos que este hombre siga en la cárcel sin haber hecho nada. Es verdaderamente un prisionero de opinión en el sentido estricto de la palabra.
Mireille Elchacar, coordinadora de Amnistía Internacional en Estrie, Quebec, recuerda que la situación general en Arabia Saudita desafortunadamente se ha degradado, mientras que aquí en Canadá se pensaba que no podía ser peor. Pero de hecho, a pesar de las promesas de modernidad del príncipe heredero Mohamed Ben Salman, las cosas han empeorado. Hay cada vez más presos de opinión en Arabia Saudita.

Ensaf Haidar al lado de una foto de su esposo, Raif Badawi, el 16 de junio 2015 en Montreal. (Foto: THE CANADIAN PRESS/Paul Chiasson)
El mes de julio próximo se cumple el primer aniversario de encarcelamiento de la hermana de Raif Badawi, Samar Badawi, una militante del derecho de las mujeres, sin que se le haya acusado formalmente. Lo cual quiere decir que no ha habido un juicio y ella no sabe cuánto tiempo va a durar en la cárcel, lo cual es muy preocupante. Mireille Elchacar dice que Canadá debe ser más proactivo en el caso de Raif Badawi.
Si hablamos del caso del señor Trudeau, pues se necesita más que una “oído atento” y que tener “más que la compasión”, es decir que ahora hay que pasar a la acción. Canadá está ligado a Arabia Saudita con un contrato de armamento de 15.000 millones de dólares. Con vehículos blindados ligeros que sabemos que sirvieron a reprimir a la población en Yemen. Sabemos que se reprime una minoría religiosa en Arabia Saudita. Nosotros pedimos que se suspenda ese contrato de armas y que se pongan los derechos humanos por delante de las preocupaciones comerciales o de cualquier otra preocupación.
Mireille Alchacar dice que hace décadas que la comunidad internacional utiliza un “enfoque suave” con Arabia Saudita sin ningún resultado y que en consecuencia hay que aprovechar el momento con el caso de Raif Badawi que puso el proyector sobre varias injusticias sobre un problema global de libertad de expresión.
El método suave no ha funcionado, se sigue encarcelando a la gente, hay alegaciones de tortura importantes de los últimos detenidos. Sin hablar de la pena de muerte. “Desde principios de 2019, 104 personas han sido ejecutadas. Ahora tenemos que ser más exigentes y pedir que se respeten verdaderamente los derechos humanos en ese país”, concluye Mireille Elchacar coordinadora de Amnistía Internacional en Estrie, Quebec.
Maxime Coutié entrevistó a Mireille Elchacar.
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