En Brasil, un preso intentó fugarse de la cárcel donde se encontraba ingresado, disfrazándose con las ropas y otros objetos que le habría llevado su hija, durante una visita.
El hombre, que lucía ropas femeninas, una máscara, maquillaje y peluca intentó evadirse durante el fin de semana de un complejo penitenciario ubicado en el estado de Río, queriendo salir por la puerta principal, luego que terminara el turno de visitas.
El aspecto de la persona llamó la atención de los guardias, que decidieron interceptar al sospechoso y, al revisarlo, corroboraron que se trataba de un preso que se había disfrazado.
Las víctimas del motín fueron enterradas la semana última. REUTERS/Bruno Kelly.
En un video difundido por las propias autoridades carcelarias, se puede ver al hombre luciendo incluso una máscara de látex, quien había modificado totalmente su aspecto, pero sin lograr que su apariencia fuese lo suficientemente convincente como para engañar el personal de seguridad.
Las autoridades dijeron que la hija del reo y otras 7 personas fueron arrestadas en relación con el intento de fuga, sospechadas de haber brindado ayuda y asistencia al hombre para el escape.
El preso, identificado como Clauvino Silva, fue trasladado a otro centro de detención y su pena resultará agravada por el intento de fuga.
El sistema carcelario de Brasil fue noticia pocos días antes, cuando al menos 57 personas murieron como consecuencia de un motín ocurrido en un complejo ubicado en el estado norteño de Pará.
El hecho se desencadenó aparentemente por el enfrentamiento de bandas rivales al interior de la prisión. Algunas de las víctimas fueron decapitadas por otros reos, según la información oficial.
Las cárceles se están convirtiendo en un dolor de cabeza para Bolsonaro. REUTERS/Adriano Machado.
La población carcelaria de Brasil se encuentra en alza desde hace tiempo y se estima que en esa nación sudamericana hay en la actualidad más de 750.000 personas, detenidas por delitos de distinta naturaleza y gravedad.
Las condiciones de detención en Brasil han sido denunciadas frecuentemente, señalando como irregularidades más frecuentes el hacinamiento, la falta de atención médica y la violencia, tanto de parte de las autoridades como entre grupos rivales de internos.
La situación parece haberse deteriorado desde la llegada al poder del presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro, quien ha proclamado como uno de los ejes principales de su gobierno el combate contra el crimen y la violencia, al tiempo que favorece la desregulación del mercado interno de armas y lleva adelante una política de eliminación de las políticas de contención social.
También son frecuentes las denuncias de corrupción en las cárceles, con autoridades permitiendo o alentando el accionar de bandas de reos que llevan a cabo acciones criminales como el tráfico de drogas o la venta ilegal de armas.
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