El hedor duró meses en Lunenburg, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y uno de los destinos turísticos más populares de Nueva Escocia. Pero hoy, la bucólica ciudad del Este de Canadá parece haberse por fin deshecho de un olor desagradable que habría forzado a los residentes a no salir de sus domicilios en pleno verano.
El problema del olor nauseabundo se originó en el escape en la depuradora de aguas residuales de la municipalidad que bombeaba sus emanaciones olorosas directamente al aire libre.
La solución vino con la instalación de un enorme biofiltro hecho de raíces de árbol trituradas que lleva ahora el aire oloroso bajo tierra, una tecnología antigua pero grandemente mejorada a través de las décadas.
Básicamente, los microbios se comen el gas apestoso y lo que queda no tiene olor. El proyecto costó 1,8 millones de dólares, repartidos en tres niveles de gobierno, y puso fin a la peste estival.
El aire es entonces conducido bajo tierra y empujado hacia arriba a través de un grueso biofiltro. Cuando se instaló durante el invierno, lo rociaron con aguas negras para que crecieran los microbios dentro del biofiltro.
La tecnología fue creada en Alemania y proviene de una empresa canadiense llamada Ambio Biofiltration.
«Lo que usted tira, es lo que huele»
(Imagen ©City of Lunenburg)
La implantación de la solución técnica al problema del hedor se vio acompañada de una intensa campaña de educación popular sobre lo que debe y no debe ser vertido en las alcantarillas y los drenajes.
«Lo que usted vierte en el drenaje, o en las alcantarillas no desaparece por sí solo. Va a nuestro sistema de aguas residuales y al océano.»
La municipalidad ha estado haciendo énfasis en el hecho de que el sistema de aguas residuales está diseñado para tratar «solamente los desechos humanos y las aguas grises». Verter objetos inadecuados en el sistema de aguas residuales pueden causar » grumos » y atascos, dañar las tuberías domésticas, dañar las tuberías de la municipalidad y los equipos de alcantarillado público, dañar la vida marina e incluso la salud pública.
«El sistema de aguas residuales es propiedad de los residentes de Lunenburg. El costo de reparar el daño causado por material inapropiado regresa a usted, el contribuyente.»
El filtro
El biofiltro fue instalado detrás de la planta de tratamiento de aguas residuales. El escape ahora es bombeado a través de esta masa de raíces para eliminar el hedor. (Foto: ©CBC News)
Lee Fougère, ingeniero de la ciudad de Lunenburg, explicó que el filtro biológico instalado el invierno pasado, a un costo de más de $1.1 millones de dólares, en la planta de tratamiento de aguas residuales estaba ahora tratando el mal olor que se había hecho más pronunciado en los veranos recientes y más secos.
Fougère explicó también que anteriormente, los gases de escape de la estación se liberaban directamente al aire cuando los niveles de agua bajaban en clima seco. Con el nuevo sistema, las emisiones son empujadas bajo tierra a través de tuberías perforadas y hacia arriba a través de raíces de árboles trituradas, donde el olor es absorbido por un proceso llamado «desintegración biológica».
Por su parte el subalcalde de Lunenburg, John McGee, dijo que el biofiltro parece estar funcionando y que la ciudad está considerando la posibilidad de mejorar todo su sistema de alcantarillado para tratar también los sedimentos que contaminan partes del pintoresco puerto de la ciudad.
Las pruebas realizadas el verano pasado mostraron altos niveles de contaminación por coliformes fecales en varios lugares del puerto y cerca de los muelles.
McGee dijo que la causa exacta del problema aún no ha sido determinada. Que el problema podría estar dentro de las tuberías de desagüe de las aguas residuales o en los 250 años de residuos que hay en el sedimento del puerto.
En cualquier caso, dijo que el pueblo está comprometido a hacer frente a la problema, aunque necesitará de nuevo la ayuda de los otros niveles del gobierno.
La tecnología de la biofiltración
El biofiltro es uno de los procesos de separación más importantes que se pueden emplear para eliminar los residuos orgánicos, contaminantes del aire, agua y aguas residuales. Aunque se ha utilizado durante más de un siglo, sigue siendo difícil de explicar
teóricamente todos los procesos biológicos que ocurren en un biofiltro.
(Foto: ©Mailtosap)
En un sistema de biofiltración, los contaminantes se eliminan debido a la degradación biológica en lugar de a la tensión física, como es el caso en un filtro normal. Con la progresión del proceso de filtración, los microorganismos (bacterias aeróbicas, anaeróbicas y facultativas; hongos; algas; y protozoos) se desarrollan gradualmente en la superficie del medio filtrante y forman una película biológica o capa de lodo conocida como biopelícula.
El desarrollo de la biopelícula puede tomar algunos días o meses dependiendo en la concentración orgánica. El punto crucial para el funcionamiento exitoso de un biofiltro es controlar y mantener un ambiente saludable en la biomasa de la superficie del filtro. Dado que la realización de la biofiltración depende en gran medida de las actividades microbianas, una fuente constante de sustratos (sustancia orgánica y nutrientes) es necesario para su operación consistente y efectiva.
Hay tres procesos biológicos principales que pueden ocurrir en un biofiltro:
(i) fijación del microorganismo,
(ii) crecimiento del microorganismo, y
iii) descomposición y desprendimiento de microorganismos.
La biofiltración se introdujo por primera vez en Inglaterra en 1893 como filtro de goteo para el tratamiento de aguas residuales y desde entonces se ha utilizado con éxito para el tratamiento de diferentes tipos de agua.
El tratamiento biológico se ha utilizado en Europa para filtrar el agua de superficie con fines de consumo desde principios del siglo XX y ahora está recibiendo más interés en todo el mundo.
La biofiltración también es común en el tratamiento de aguas residuales, la acuicultura y el reciclaje de aguas grises, como una forma de minimizar el reemplazo de agua mientras se aumenta la calidad del agua.
Designación como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO
(Foto: ©Hartmut Inerle/Wikimedia Commons)
El Viejo Lunenburg es una de las dos únicas comunidades urbanas de Norteamérica designadas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Considerada como la mejor ciudad colonial británica planificada que ha sobrevivido en América del Norte, todavía se pueden ver los grandes barcos amarrados en el puerto y escuchar el martillo del herrero, mientras que las visitas guiadas cuentan historias de vidas perdidas en el océano y de los espíritus que regresan para perseguir a los vivos.
(Foto: ©Hartmut Inerle/Wikimedia Commons)
Las calles del puerto de Lunenburg están bordeadas de tiendas únicas y restaurantes galardonados que se mezclan con las bien conservadas y pintadas casas históricas, muchas de ellas como un museo viviente del siglo XVIII.
Durante una excursión, descubra el patrimonio marítimo de Nueva Escocia visitando el Museo de Pesca del Atlántico para explorar los barcos de muelle y su extraordinario acuario, y la famosa Bluenose II, una réplica de la original goleta de carreras mundialmente famosa. Pase por la Academia de Lunenburg, un sitio histórico nacional, sede de la Academia de Música de Lunenburg (LAMP), y las Bibliotecas Públicas de la Costa Sur, sucursal de Lunenburg.
 Foto: ©Town of Lunenburg) |
 Foto: ©Town of Lunenburg) |
Historia de Lunenburg, Nueva Escocia
El primer asentamiento de lo que más tarde se convertiría en la ciudad de Lunenburg, Nueva Escocia, fue a principios del siglo XVII.
En esa época, era un pueblo acadio/mi’kmaq llamado Mirligueche. Después de repetidas hostilidades entre franceses e ingleses, el gobernador de Nueva Escocia, Edward Cornwallis, ordenó la destrucción de la aldea de casas de madera. En su lugar, se construyó una fortaleza británica para proteger el puerto. Sin embargo, los británicos reconocieron el valor del área como un asentamiento:
- puerto bien protegido
- fácil acceso a los bosques
- tierra fértil
- caladeros bien poblados
Los protestantes extranjeros fueron alentados a asentarse en una ciudad que se llamaría Lunenburg, en honor al Rey Jorge II, Duque de Brunschweig-Lunenburg.
Lunenburg se convirtió rápidamente en un importante centro de construcción naval, con fábricas locales que suministraban la madera necesaria para construir algunos de los veleros más impresionantes jamás diseñados. Entre ellas estaba la famosa Bluenose, una goleta de pesca y regatas construida en 1921 que permanecería invicta en las regatas internacionales durante 17 años.
La Bluenose se puede ver en la moneda de diez centavos canadiense, mientras que su réplica, la Bluenose II, actúa como embajadora de la navegación de Nueva Escocia en todo el mundo y Lunenburg sigue siendo su hogar.
A medida que el uso de barcos se inclinaba cada vez más por los barcos de vapor de acero, la ciudad evolucionó hasta convertirse en un moderno puerto de reparación y equipamiento de barcos, especialmente durante la Primera y Segunda Guerra Mundial y para la flota de la provincia.
Hoy en día, Lunenburg, Nueva Escocia es una ciudad donde el pasado parece reunirse con el presente. El setenta por ciento de los edificios originales de los siglos XVIII y XIX siguen recibiendo a los visitantes con sus coloridas fachadas.
RCI/The Canadian Press/University of Technology - Sydney/Australia, CBC News.
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