La deforestación en Brasil se aceleró desde la llegada al poder del actual presidente de extrema derecha, Jair Bolsonaro.
Según la agencia espacial de ese país, enfrentada con el mandatario, la destrucción de los bosques y la selva se incrementó el 67 por ciento en menos de una año, sumándose a las advertencias de grupos ambientalistas y organizaciones internacionales, respecto a las graves consecuencias que tendría sobre el medioambiente local la intención del mandatario, de liberar la explotación de los recursos forestales.
Según estudios llevados a cabo por la agencia, en julio de 2019 se constató la destrucción de 4.700 kilómetros cuadrados de bosques tropicales, duplicando la extensión del daño que había sido verificado un año antes.

La tala y la quema de bosques hace estragos en la región. Foto: iStock.
Las mediciones se llevaron a cabo mediante imágenes captadas por un satélite operado por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE), entidad que se ha visto en el centro de los ataques lanzados por la administración Bolsonaro.
El viernes último, el mandatario despidió al director del organismo, luego de acusarlo de mentir, dañando los intereses del país.
Desde su llegada al poder, Bolsonaro asumió un tono de enfrentamiento con las organizaciones y personas involucradas en el ambientalismo y se comprometió a favorecer el desarrollo de emprendimientos comerciales en la Amazonia, una región señalada como uno de los reservorios naturales más importantes del mundo.
El jefe del Ejecutivo brasileño prometió suavizar las reglamentaciones vigentes, con el objetivo de permitir las inversiones agrícolas y mineras en la región.
Tras el despido de su responsable, la agencia espacial defendió la exactitud de sus datos, al tiempo que el funcionario despedido se comprometió a seguir protegiendo el trabajo del ente.

La deforestación se duplicó desde la llegada de Bolsonaro. REUTERS/Adriano Machado.
La Amazonia incluye una selva tropical que abarca cerca del 60 por ciento del territorio total de Brasil y es considerada como uno de los reservorios naturales más importantes del planeta. En ella se encuentran numerosas especies vegetales y animales, que en algunos casos no existen en otros sitios, al tiempo que alberga a diversas tribus indígenas que no han estado jamás en contacto con el mundo exterior a ellas.
La intención declarada por Bolsonaro de abrir la región a la explotación comercial no sólo preocupa a los ambientalistas, sino que ha lanzado un alerta ante un aparente incremento de la violencia contra los indígenas de la región, a quienes las empresas buscan desalojar por la fuerza de las tierras que quieren explotar en su beneficio.
A fines de julio, el asesinato del jefe indígena Emrya Wajapi, en el norte del país, puso en el centro de las miradas la tensión entre los nativos y las firmas comerciales en la zona.
Tras el hecho, la Unión Europea recordó al gobierno brasileño que los acuerdos entre ese bloque y el Mercosur, que aglutina a algunas naciones sudamericanas, entre ellas Brasil, consideran esencial el respeto a los derechos de los pueblos originarios.
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