En un gran depósito de Uaxactún, pequeño pueblo y ruinas mayas, situado a unos 20 kilómetros al norte de Tikal, un grupo de unas 40 mujeres trabajan en el cuidado de las hojas de Chamaedorea elegans o “xate” en la lengua local, una pequeña palmera que crece hasta 2 metros, muy popular como planta de interior y cuyos ramas ornamentales son comercializadas, sobre todo en Estados Unidos, por esta comunidad.
Las mujeres cosechan las ramas en la Reserva de Biósfera Maya, una concesión de miles de hectáreas de bosque tropical creada en 1990 en el departamento de Peten, que fue confiada a una comunidades indígenas a las que pertenecen las mujeres que trabajan allí.

Chamaedorea elegans o xate (iStockphoto)
La reserva cubre 2.2 millones de hectáreas -considerada como una de las más grandes selvas tropicales al norte del Amazonas- está siempre amenazada por incendios, la deforestación por parte de agricultores y ganaderos, y las incursiones de los carteles de la droga.
Desde hace más de 24 años, la administración guatemalteca encargada de las zonas protegidas, instauró una política de concesiones para la explotación durable de la madera y otros productos del bosque. Un decisión que ha dado resultados positivos según las autoridades, defensores del medioambiente y poblaciones indígenas.

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La idea es principalmente, el desarrollo sustentable de las comunidades dependientes de los bosques, respaldando también los esfuerzos nacionales que buscan reducir los efectos negativos de los cambios climáticos. Desde hace 24 años se ha logrado conservar la biodiversidad de este bosque, por medio del aprovechamiento forestal sostenible de especies y generando bienestar para las comunidades que por generaciones han vivido en el lugar.
La población de Uaxactún, que cuenta con unas 1.700 personas, vive también de la cosecha de pimienta y resina destinada a la fabricación de chicle, así como de la actividad turística generada por la visita de los sitios arqueológicos diseminados en la selva.

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Las localidades de Yaxha-Nakum-Naranjo y Uaxactún forman parte de una zona de 1.1 millón de hectáreas donde se atribuyeron 9 concesiones forestales comunitarias. En la Reserva de la Biósfera Maya, las concesiones forestales comunitarias han generado más de 5.000 empleos y han quintuplicado ventas de la comercialización de productos como el xate, nuez de ramón, pimienta y chicle, que alcanzaron 1 millón de dólares en 2017.
RCI/AFP/Guatemala.com/Internet
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