Un migrante de Honduras espera en el cruce fronterizo México-Estados Unidos en Tijuana, México, el 12 de septiembre de 2019. (Foto: ©SANDY HUFFAKER/AFP/Getty Images)

«En México, solicitantes de asilo expuestos a la violencia»: médica canadiense

Carol Bottger, doctora en medicina viviendo en Montreal y originaria del Perú, regresó recientemente de México, donde fue coordinadora médica de los proyectos de migración de Médicos Sin Fronteras (MSF). Su trabajo no fue fácil durante ese año. 

Bottger dice haber sido testigo de un cambio en el perfil de las personas que llegan a México como parte de las caravanas de migrantes centroamericanos, sin embargo, dice el denominador común es que todos han sido víctimas de violencia en el país de origen, durante el viaje y el sufrimiento.

Sí hay una diferencia. Hace un año, empezamos a ver el cambio de la composición de los migrantes con más familias, más mujeres, mas menores no acompañados, que hacen que la atención médica sea más compleja  A esto hay que sumarle el perfil del deportado, que ya existía pero que ahora es mucho más numeroso y que, además, son  deportados que llevaban 5, 10 o 20 años en EEUU y que de repente se encuentran en la frontera, sin lazos sociales o familiares en México, muchos con problemas de salud crónicos o que han sido trasladados de la cárcel a la frontera.

En muchos casos se podría decir que sufren de estrés postraumático. 

Suelen padecer estrés agudo, muy intenso, ante el temor de revivir el horror que acaban de pasar, precisamente cuando pensaban haberlo dejado atrás y haber alcanzado cierta seguridad. Padecen la incertidumbre de regresar a un sitio de mucha violencia, en el que la amenaza de ser muy rápidamente captados por el crimen organizado es muy real, y ser secuestrados violentamente, extorsionados, etc. Y verse regresados, además, a un lugar desconocido, porque muchas veces los devuelven a 1000 kilómetros del punto fronterizo por el que cruzaron, a una ciudad completamente diferente y en la que nunca habían planeado acabar.Carol Bottger, doctora con Médicos sin Fronteras

Piedad sostiene a su hija durante una consulta con un trabajador sanitario de MSF en el refugio de migrantes Senda de Vida en Reynosa, México. Ella y su familia huyeron de las amenazas y la violencia en Honduras. (Foto: ©Dominic Bracco/MSF)

Los equipos de Médicos Sin Fronteras dan atención primaria de salud y servicios psicosociales a lo largo de la ruta migratoria a través del territorio mexicano, tratando a pacientes en refugios y clínicas móviles.

En los últimos años, a medida que la realidad se ha hecho más difícil a largo de la ruta migratoria, MSF ha notado que algunos pacientes tienen necesidades médicas más importantes. Las personas que han estado expuestas a la violencia extrema como la tortura, el secuestro, la violación o el abuso psicológico, requieren atención integral y especializada.

El foco es la Frontera Norte

En junio, México desplegó casi 15.000 soldados y la Guardia Nacional en el norte del país para detener el flujo de inmigración ilegal a través de la frontera hacia Estados Unidos.

Con estos operativos, México dijo estar tratando de frenar la oleada de migrantes de «terceros países» que cruzan su territorio para llegar a Estados Unidos, bajo la amenaza de aranceles a sus exportaciones por parte del presidente estadounidense Donald Trump, quien ha hecho del reforzamiento de la seguridad fronteriza una prioridad.

Las rutas de los migrantes en México, así como los puntos de atención instalados por Médicos Sin Fronteras. (Mapa: ©Médicos Sin Fronteras)

En respuesta a los informes sobre las duras intervenciones de los militares, Luis Cresencio Sandoval, MInistro de la Defensa Nacional de México, dijo que los soldados eran necesarios para apoyar a los funcionarios de migración en las operaciones de contención.

Junto a los 6.500 miembros de las fuerzas de seguridad enviados a la zona fronteriza del sur de México con Guatemala, donde entran muchos migrantes, había un contingente más grande en el norte, dijo.

«En la parte norte del país tenemos un despliegue total de 14.000, casi 15.000 unidades entre la Guardia Nacional y el Ejército»Luis Cresencio Sandoval en una conferencia de prensa

El General Luis Cresencio Sandoval, Ministro de Defensa de México. (Foto: ©Manuel Velasquez/Getty Images)

La doctora Carol Bottger de Médicos Sin Fronteras cree que este cambio de tono hacia los migrantes crea mucha tensión y que por eso, los migrantes se convierten en víctimas de todos tipo de abusos.

En la frontera Norte, las mujeres, por ejemplo, muchas son víctimas de violencia sexual y de trata, los menores no acompañados víctima de violencia sexual, violencia física. El que llega a la frontera sur, entre Guatemala y México, es verdad que arrastra una situación de violencia, pero está a la expectativa, ha salido de los lugares del que huía, ha conseguido llegar a algún sitio. La mayoría sabe que va a pasar todavía una travesía mucho más peligrosa, pero cuando los vemos ya en el norte esa amenaza ya se ha materializado y ha sido peor de lo que imaginaban, con consecuencias mucho más graves, física y psicológicamente.  Carol Bottger, doctora con Médicos sin Fronteras

 ¿Hay peligros para los migrantes con las nuevas políticas migratorias mexicanas?

En enero del 2019, un mes después de la entrada al poder del presidente Andrés Manuel López Obrador, su gobierno propuso una Estrategia Integral y Sostenible para la Protección e Integración de personas en contextos de movilidad internacional. Según las autoridades mexicanas, esta política era necesaria para «garantice la protección e integración de las personas en contextos de movilidad», mediante acciones que faciliten su integración. 

En la práctica, dice la doctora Bottger, son políticas de persecución, son políticas que matan.

Antes los flujos y rutas migratorias eran “conocidos” y ahora ante políticas tan represivas estos flujos no han disminuido, pero se hacen invisibles. El migrante se vuelve más invisible y por tanto mucho más vulnerable. Cambian los lugares habituales de paso de frontera o de llegada a poblaciones, cambian los medios de transporte, hay más vulnerabilidad en una población que, sintiéndose perseguida, va a temer hacerse visible para acudir al médico si lo necesita, por ejemplo. Van acudir más a las redes de tráfico de seres humanos. Carol Bottger, doctora con Médicos sin Fronteras

(Foto: ©ALFREDO ESTRELLA/AFP/Getty Images)

Por su parte, el analista Jorge Santibañez del MEXA Institute cree que las políticas migratorias mexicanas son el resultado directo de las presiones de Donald Trump. 

«Lo primero que debemos reconocer es que el reacomodo no se deriva de una voluntad, programa o estrategia del gobierno mexicano, sino claramente de las presiones de Donald Trump y el oportunismo político del canciller, que primero convence a AMLO de la gravedad de la situación y después de que él la resolverá.

Eso no estaría mal si la coyuntura sirviera para articular una verdadera política migratoria, integral y que cuide y atienda los cuatro procesos mencionados. Por ahora no es el caso.Lo único claro que se deriva de este paraguas, al menos hasta ahora, es la contención de los flujos migratorios de centroamericanos y la complacencia de Trump.

Quizá era necesario primero echar agua al fuego que el estadunidense amenazaba con prender. La pregunta es: ¿qué sigue? ¿Seremos ad infinitum el policía migratorio de EU y sólo eso? ¿O aprovecharemos la integración de las decisiones en esa materia que por presiones, ignorancia o por habilidad política del canciller AMLO puso en sus manos?Jorge Santibañez del MEXA Institute en Los Angeles Times

(Foto: © JUAN CARLOS TOMASI/MSF)

Médicos Sin Fronteras, trabaja también lejos de las fronteras 

En la Ciudad de México, mucho menos afectada por la violencia que asola otras partes del país, MSF abrió en julio de 2017 el Centro de Acción Integral, conocido como El CAI.

«De forma más banal, lo primero que me sorprendió fue encontrar la Ciudad de México tranquila, comparado con lo que había leído. Pero lo que me llamó la atención de verdad y lo que llevo conmigo fue descubrir que donde estamos trabajando hoy en día, en proyectos de migración y en zonas como Guerrero, la población sí sufre una situación de violencia muy grave, con afectaciones tan severas en su salud que jamás habría imaginado.

He escuchado historias que a veces no me han dejado dormir. La gran mayoría de nuestros pacientes son migrantes que han sufrido situaciones de violencia terribles en su país de origen y/o durante la ruta, la mayor parte de ellos son identificados en el sur de México y MSF apoya su desplazamiento hasta la capital, donde está el centro.

Nuestro objetivo es aliviar su sufrimiento y que consigan recuperar funcionalidad física y mental para poder continuar su viaje o proyecto personal. Por eso nos sentimos muy satisfechos cuando después de un promedio de seis meses el paciente quiere irse. Eso es un éxito. Todos nuestros pacientes tienen necesidad de protección, muchos de ellos pertenecen a la comunidad LGTBI, han padecido tortura o mutilaciones incluso, trata, confinamiento, secuestro, extorsión.»Carol Bottger, doctora de Médicos Sin Fronteras

 Carol Bottger acaba de iniciar una nueva misión para Médicos Sin Fronteras. 

(Foro: ©John Moore/Getty Images)

Cada año, unas 500.000 personas huyen del Triángulo Norte de América Central (NTCA), El Salvador, Guatemala y Honduras, desplazadas por amenazas, extorsión, reclutamiento forzado de pandillas y tasas de homicidio que rivalizan con las de los países en guerra.

Muchos no tienen más remedio que emprender un peligroso viaje hacia el norte, arriesgándose a sufrir lesiones graves e incluso la muerte en el camino, con la esperanza de alcanzar la seguridad en los Estados Unidos.

Continúan haciéndolo a pesar de los esfuerzos de la administración Trump para aumentar las deportaciones y desmantelar las protecciones legales para los refugiados y los solicitantes de asilo en los Estados Unidos.

Categorías: Inmigración y Refugiados, Internacional, Política, Sociedad
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