Una persona mayor saluda desde la ventana de la residencia de ancianos. El personal que trabaja en estos centros recibe en su mayoría salarios bajos, lo que hace que tengan que tener otro trabajo más. La mayoría de las víctimas del Covid-19 fueron personas de la tercera edad albergadas en residencias. (Foto: Canadian Press/Ryan Remiorz)

La crisis del modelo de las residencias geriátricas con fines de lucro

En Canadá, las desproporcionadas muertes de personas mayores que viven en las residencias geriátricas a causa del Covid-19 son consideradas por analistas como una consecuencia directa de la privatización de los servicios destinados a esta franja creciente de la población canadiense.

Hasta este viernes 24 de abril se registraban en el mundo unos 2.806.780 casos confirmados de la infección pandémica, con un número de muertes que se elevaba a los 195.796 casos.

En Canadá, el número de casos confirmados llegaba a los 43.551, con un numero 2.294 fallecimientos. De este número, el 65 por ciento de los fallecidos son personas de la tercera edad.

En la provincia de Ontario, la más populosa del país, con cerca de 15 millones de habitantes, el coronavirus ha golpeado duramente las residencias geriátricas, al punto de que el primer ministro de esa provincia, Doug Ford, comparó la expansión de la enfermedad entre los ancianos como un fuego forestal, causando decenas de muertes.

En Quebec, de los 1.243 fallecidos a causa del Covid-19, aproximadamente el 88 por ciento de las víctimas tenían 70 años o más.

Un trabajador de una funeraria retira un cuerpo de la Residencia Herron, en las afueras de Montreal el sábado 11 de abril de 2020, mientras aumentan los casos de COVID-19 en Canadá y en todo el mundo. (Foto: Canadian Press / Graham Hughes)

Uno de los casos emblemáticos de la situación que enfrentan las personas mayores que viven en estas residencias privadas y que operan con el propósito de generar utilidades para sus dueños y accionistas es el de la Residencia Herron, en Quebec, donde entre el 13 de marzo y el 11 de abril murieron 31 residentes.

Esta residencia, que según el periódico The Gazette, cobra hasta 10.000 dólares por mes, fue intervenida el 29 de marzo por las autoridades de salud de esta provincia. Los profesionales de salud que acudieron al rescate de los residentes describieron el lugar como un «campo de concentración» al hallar ancianos muertos en sus camas, ancianos sin alimentos y sucios.

Una fuente detalló que en esa residencia para personas de la tercera edad “había pacientes que se habían caído al suelo. Había pacientes que no habían recibido cuidados básicos durante varios días, llevaban pañales que no habían sido cambiados durante tres o cuatro días, que tenían la piel cubierta de excrementos y pacientes que no habían sido alimentados”.

En todo Canadá, mas de 600 residencias para las personas de la tercera edad han sufrido las mortíferas consecuencias de la expansión de la pandemia.

El que las personas mayores, que han trabajado y contribuido durante los mejores años de sus vidas a crear la riqueza y el confort de la sociedad canadiense, enfrenten esta situación de falta de atención, falta de recursos y falta de voluntad política para permitirles vivir adecuadamente los últimos años de sus vidas revela la urgencia de llevar a cabo una profunda revisión de la manera en que Canadá trata a sus sectores de población más frágiles.

El hogar de ancianos Pinecrest, en Bobcaygeon, Ontario, es uno de los hogares de ancianos más afectados en Ontario: 29 personas han muerto desde que comenzó un brote de COVID-19. (Evan Mitsui / CBC)

Otro aspecto de esta tragedia es que los empleados que trabajan en estos centros reciben salarios que no les permiten vivir con un solo empleo y se ven obligados a trabajar en varios centros de ancianos, algo que ha sido mortal puesto que, sin querer estos trabajadores se convirtieron en los portadores del Covid-19.

Según el periódico The Globe and Mail, «La crisis en el norte de Vancouver ha revelado el devastador número de víctimas que el virus está causando en los ancianos, así como entre aquellos que los cuidan. La precariedad del empleo en muchas residencias privadas puede haber contribuido también a la propagación del coronavirus. Muchos empleados del sector complementan sus bajos salarios trabajando en múltiples instalaciones.”

Jan Malek escribe en la publicación del Consejo de los Canadienses que las residencias de ancianos sufren las consecuencias de un sistema de salud que carece de coordinación. Hay una creciente privatización y un menor financiamiento público. Las decisiones sobre el funcionamiento de estas residencias las toman accionistas que buscan el lucro en lugar de buscar el bienestar de las personas que viven allí.

Las personas de la tercera edad son las más afectadas por la pandemia. (Foto: iStock)

Las personas mayores y sus familias pagan cuotas enormemente altas, miles de dólares por mes, y a menudo sólo se les proporciona una atención de base. Cuantos más cuidados se proporcionen, más alta será la factura.

Por otro lado, a menos que los trabajadores en estos lugares estén sindicalizados, ellos son a menudo mano de obra casual o a tiempo parcial, reciben salarios bajos y tienen pocos o ningún beneficio social. Muchos trabajadores tienen que laborar en más de una residencia de ancianos para llegar a fin de mes. Hay una alta tasa de rotación de personal, y estos lugares a menudo no tienen el personal necesario. Durante esta pandemia algunos trabajadores no han tenido ningún equipo de protección, como guantes y mascarillas, que se necesitan para detener la propagación del virus.

Según la opinión de Robert Green, publicada en el sitio de periodismo de interés público Ricochet, la imprudente adhesión al modelo neoliberal ha dejado durante demasiado tiempo a los más vulnerables en Canadá en condiciones que sólo pueden ser descritas como vergonzosamente inaceptables.


“Esas condiciones son el fruto amargo de lo que sucede cuando los consejos editoriales de nuestros periódicos junto con nuestros políticos dan prioridad a la austeridad, a la privatización y a las utilidades para las empresas, poniendo esto por encima de un cuidado digno para los seres humanos más vulnerables.”

Robert Green, Ricochet.


“Aunque nuestros políticos digan que están tristes por la tragedia que está golpeando en los hogares de ancianos en todo el país, nadie debería decir que está sorprendido por esta situación. Los sindicatos y organizaciones que abogan por las personas que dependen de los cuidados a largo plazo han denunciado durante años el empeoramiento de las condiciones en estas instalaciones. Muchos también han sido extremadamente claros acerca de la razón central del empeoramiento de estas condiciones: la privatización de estos servicios”, destaca Robert Green.

 

Fuente: CBC / Council of Canadians / J. Malek / Ricochet / R.Green / Canadian Press / RCI

 

Categorías: Salud, Sociedad
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