El cine que tradicionalmente se proyectaba en una gran sala es una industria y una práctica cultural que ha perdido mucho de su antigua popularidad, cuando ir al cine era todo un ritual que incluía desde la propia expectativa de ir al cine por lo menos una vez a la semana hasta la perdida tradición de la pausa en media de la película. Se detenía la película, se encendían las luces y todo el mundo salía al vestíbulo del cine a servirse una taza de chocolate o una taza de té con un ligero emparedado de jamón y queso, comentando las imágenes e imaginando los posibles finales de la película en la segunda parte.
Ir al cine se masificó gracias al invento canadiense Nat Taylor, quien estableció en 1948 en Ottawa el primer complejo de salas de cine. En toda América del Norte, los martes la entrada costaba solamente la mitad del precio.
La invención de la videocasete, los discos compactos con películas, los discos blue ray de alta definición, la fulminante expansión de la piratería de películas, hasta la llegada de Netflix y toda la serie de proveedores de cine por internet, han disminuido enormemente el atractivo de ir a una sala de cine.

Una familia se prepara para ver una película en el autocine Twilite el 15 de mayo en la localidad de Wolseley, provincia de Saskatchewan. (Foto: Brian Eneas/CBC)
En estos tiempos de pandemia las salas de cine permanecen cerradas desde el mes de marzo. Esto es una buena noticia para la industria del autocine, que por mucho tiempo era más un símbolo de nostalgia de los años de gloria, entre 1940 y 1960, de esta forma de ir al cine.
La popularidad del autocine llegó a su punto máximo en 1958 con 4.063 autocines repartidos por todo Estados Unidos. Sólo unos 400 autocines tradicionales funcionan actualmente en todo el mundo, de los cuales 338 están ubicados en los Estados Unidos.
Canadá tuvo su primer autocine en 1946 y actualmente conserva 36 autocines que todavía funcionan. Dieciséis están situados en la provincia de Ontario. Los demás están dispersos en las demás provincias. Y todos parecen estar a las puertas de un renacimiento debido al Covid-19.
Después de haber perdido cinéfilos y tras el cierre de muchos de esos autocines durante décadas, los que todavía existen, así como las nuevas versiones de cine al exterior, están recibiendo una oleada de clientes, desde los incondicionales a los novatos y también los que vuelven después de una larga ausencia, todos deseoso de poder reunirse de forma segura con otros para compartir un momento de entretenimiento.

Una visita al autocine «devuelve la sensación de normalidad» a algunos clientes, dijo Dawn Hlady, propietaria del autocine Big Island en Flin Flon, Man. (Foto cortesía der Dawn Hlady)
En el pueblo de Flin Flon, en la provincia de Manitoba Dawn Hlady, la copropietaria del Big Island Drive-in Theatre, dijo que para sus clientes es un alivio saber que podrán ir al autocine después de que el gobierno de Manitoba autorizó su apertura la semana pasada.
“Algunas personas literalmente no han salido de su casa desde mediados de marzo e ir al autocine ha sido su primera salida… Esto está trayendo de regreso una sensación de normalidad.»
Dawn Hlady, copropietaria de un autocine en Flin Flon, Manitoba.
Hlady dice que ha estado atenta a lo que está ocurriendo en otros autocines en América del Norte, así como en los autocines emergentes que se levantan en grandes aparcamientos «por todas partes».
Ella dijo que hay gran apetito por esta forma nostálgica de ir al cine juntos pero separados ha sido emocionante, añadiendo que «Este podría ser el año de los autocines. Rejuvenezcamos esta forma retro de entretenimiento, porque no hay mejor manera de mantener a la gente a distancia segura como en un autocine.»
Por otra parte, la pandemia también ha obligado llevar a cabo cambios en el funcionamiento de los autocines. Los operadores deberán implementar cambios e introducir nuevas prácticas para cumplir con las regulaciones establecidas por las autoridades de salud en sus respectivas jurisdicciones.
Por ejemplo, en el Big Island Drive-in Theatre, los dueños han introducido el pago mediante tarjeta de débito y de crédito cuando antes sólo se pagaba en efectivo. Y solamente diez personas a la vez pueden ingresar al puesto de dulces, bebidas y palomitas de maíz.
Este autocine también utilizará una aplicación móvil para que los clientes puedan pedir comida y bebida desde sus vehículos para que ésta sea entregada por el personal, que ha aumentado sus protocolos de limpieza y lleva máscaras y guantes mientras trabaja. También se ha puesto un límite al número de vehículos que pueden entrar al autocine.

Bob Boyle, propietario del Brackley Drive-In Theatre de P.E.I., se acercó a sus colegas de toda América del Norte para saber sobre las mejores prácticas para funcionar en medio de la pandemia. (Foto: Travis Kingdon/CBC)
Preparativos similares tienen ocupado a Bob Boyle, dueño del Brackley Drive-In Theatre en la Isla del Príncipe Eduardo, en la costa del Atlántico canadiense, que reabrió sus puertas el 22 de mayo.
En las últimas semanas, Boyle ha hecho una serie de cambios, desde planificar la admisión de menos vehículos, modificar las instalaciones sanitarias y añadir estaciones de lavado de manos. También ha colocado barreras de plástico en su cantina, ha reposicionado la caja registradora para permitir el movimiento unidireccional de los clientes y ha reducido el menú.
«Hemos entrado en contacto con otros autocines que están abiertos en toda América del Norte para identificar las mejores prácticas y métodos… Fuimos muy afortunados de poder apoyarnos en sus experiencias.»
Bob Boyle, dueño del Brackley Drive-In Theatre en la Isla del Príncipe Eduardo.
La pandemia ha paralizado a la industria del cine en Hollywood. Por esta razón la temporada de nuevos lanzamientos de verano ha casi desaparecido. Ante esta situación, los dueños de autocines como Boyle han tenido que ser creativos con su programación y volver a películas favoritas en los autocines, como “Parque Jurásico”.
Otras ideas en consideración son la proyección de clásicos o la celebración de fines de semana temáticos, por ejemplo, ofreciendo un maratón de toda la serie de películas de Harry Potter.
Esa creatividad incluye oportunidades no cinematográficas. Muchos propietarios de autocines dicen que hay organizaciones e individuos que esperan aprovechar sus instalaciones e infraestructura en la era del Covid-19, como organizadores de conciertos, congregaciones religiosas, escuelas que buscan celebrar fiestas de graduación guardando la distancia social, parejas que buscan lugares para casarse e incluso devotos jugadores de bingo con ganas de volver a conectarse y escuchar los gritos de triunfo.
Dado su número limitado, así como las restricciones de audiencia autoimpuestas en medio de la pandemia, es posible que los autocines no lograrán alcanzar los ingresos de la taquilla tradicional, pero su resurgimiento podría continuar durante algún tiempo.

Don Zaba heredó el autocine Twilite de su padre, que lo abrió en 1954. Él continúa con la tradición de mantener abierto este lugar de distracción en tiempos de pandemia. (Foto: Bryan Eneas/CBC)
En Saskatchewan, Don Zaba está feliz de que su negocio familiar, el autocine Twilite esté abierto de nuevo, especialmente durante un tiempo tan difícil como el de la pandemia.
Su padre inauguró ese autocine en 1954 y a partir de 1982 el hijo se hizo cargo. A pesar del cierre temporal debido a las inundaciones de 2011 y de la difícil transición a la proyección digital en 2013, logrado gracias a una recaudación de fondos que generó 60.000 dólares en una noche, el Twilite inicia este verano su 66º año de funcionamiento. Según Don Zaba, el negocio está mejorando cada año, y para él es un honor el poder continuar con la tradición.
Fuentes: CBC / J. Wong / C. Dickson / Canadian Press / RCI
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