Para el canadiense nacido en Perú, Nicolás Vera, la tarde del domingo 31 de mayo de 1970 sigue fresca en su memoria.
Cincuenta años más tarde, y tras cuatro décadas de vida en Canadá, él recuerda en su domicilio en Toronto aquella tarde en que tembló la tierra en la región de Áncash, mientras se encontraba en el cine, y cómo en los días posteriores él hizo parte de un pequeño ejército de electricistas que trabajó arduamente en levantar postes, tender cables y restaurar el servicio eléctrico en las zonas afectadas por el terremoto más violento en la historia del Perú.
Ese terremoto, de una magnitud de 7,9 grados y cuyo epicentro fue localizado a 44 kilómetros al suroeste de la ciudad de Chimbote, en el Océano Pacífico, a una profundidad de 64 kilómetros, fue el preludio a una tragedia aún mayor, ya que produjo un gigantesco deslizamiento de terreno.
Las crónicas de la época recuerdan que, aunque el temblor solo duró 45 segundos, unos 10 minutos más tarde se desprendió del nevado Huascarán, una masa de unos 800 metros de ancho por 1.500 metros de largo, que se convirtió en una avalancha de unos 40 millones de metros cúbicos de lodo, hielo y piedras.
El Huascarán, que alcanza a los 6.757 metros sobre el nivel del mar,es una de las montañas más altas en la cordillera de los Andes, en la zona llamada Cordillera Blanca.
La velocidad que alcanzó ese alud alcanzó un promedio de unos 200 kilómetros por hora. El periódico peruano El Comercio cuenta que “En cuestión de segundos, las localidades Yungay y Ranrahirca fueron enterradas. Solo en Yungay murieron alrededor de 20.000 personas. Caraz y Carhuaz, en el Callejón de Huaylas, también fueron destruidas casi en su totalidad, mientras que la mayoría de las casas de adobe en Huaraz se vinieron abajo.”
Se estima que ese terremoto y el alud que produjo mató a unas 66.000 a 80.000 personas.
“Yo trabajaba para la compañía minera estadounidense Cerro de Pasco”, cuenta Nicolás Vera, “y yo propuse ayudar a los pueblos a restablecer la electricidad”, dice en una entrevista a Radio Canadá Internacional.
Tras intensas jornadas de trabajo de reconstrucción del sistema de electricidad, Nicolás Vera preparó informes dando cuenta de lo conseguido en un contexto de caminos destruidos y falta de materiales.
Él todavía conserva aquellos informes, y las fotos que tomó en los días y semanas tras el terremoto.
Nicolas Vera decidió compartir las fotografías que tomó en ese momento y contar su experiencia durante aquellos duros días para el Perú porque, según él, la población canadiense no conoce muchos capítulos de la historia de América Latina.
Fuentes: Archivos de Nicolás Vera / El Comercio / RCI
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