Una vuelta a la actividad que debe tener una orientación distinta. Foto: iStock.

Coronavirus: “La nueva economía debe dejar atrás el pasado”

Apenas pasado el primer estupor por la aparición del coronavirus, comenzaron a surgir referencias en todos el mundo a las consecuencias “positivas” que el aislamiento obligatorio tendría para el medioambiente.

Las costas en centros turísticos con aguas más limpias, animales paseando por centros urbanos en los que no es habitual verlos y cielos más limpios gracias a la baja abrupta de la contaminación atmosférica, son sólo una muestra de esos “beneficios”.

Ahora, cuando Canadá encara la reapertura plena de su actividad, algunas entidades ecologistas advirtieron sobre la necesidad de no cometer los errores del pasado y presentaron una serie de pautas a seguir, para que el país cumpla con sus compromisos en materia ambiental.

Canadá no tiene más que mirar hacia el Ártico para constatar los estragos del cambio climático. Foto: iStock.

Objetivo ambicioso

El documento original en el que se basó la moción fue presentado por el Instituto Internacional de Desarrollo Sustentable (IISD, por sus siglas en inglés) y según la entidad ambientalista Equiterre, que adhirió al mismo, “constituye una hoja de ruta que permitirá a Canadá respetar sus compromisos en materia climática para 2050”.

En efecto, el gobierno canadiense presentó un plan de reconversión de su economía e industria que tiene como objetivo llegar al año 2050 con cero emisiones de efecto invernadero, como se conoce a los gases lanzados a la atmósfera y que son los principales causantes del calentamiento global.

El gobierno Trudeau sostiene que el tema ambiental es central en su gestión. Foto: REUTERS/Mark Blinch.

Una parte importante de la política para alcanzar esa meta se asienta en el esquema de contención de emisiones de carbono, principalmente por parte de la industria.

Además, las autoridades en Ottawa se comprometieron a extender la generación no contaminante de electricidad, invertir en edificios y comunidades más ecológicos, acelerar la electrificación del transporte, para que el sector deje de depender de los combustibles fósiles, y adoptar soluciones climáticas basadas en la protección de 25 por ciento de las tierras y de los océanos bajo jurisdicción del país hacia 2025. Por otro lado, hacia 2030, Ottawa se comprometió a plantar 2.000 millones de nuevos árboles.

Lineamientos ineludibles

La propuesta, contenida en el documento “Condiciones Verdes: principios y condiciones para un relanzamiento económico verde de Canadá después de la pandemia de Covid-19”, presenta 7 líneas de acción que que deberían ser respetadas para lograr el éxito en conseguir el objetivo de llegar a cero emisiones contaminantes al promediar el siglo.

Esos lineamientos sostienen la necesidad de que el apoyo financiero acordado al sector industrial incluya: 

  1. condiciones para una transición hacia la emisión cero de gases, 
  2. establecer condiciones financieras estrictas para asegurar la estabilidad financiera, asegurar el empleo y alentar la transición hacia una economía con bajo contenido en carbono, 
  3. centrar el relanzamiento económico en los trabajadores y asegurar que el mismo se lleve a cabo de manera equitativa para ellos, 
  4. apoyar la evolución y creación de sectores e infraestructuras del mañana, 
  5. proteger, respetar y reforzar la reglamentación ambiental y los encuadres de políticas climáticas durante el relanzamiento de la actividad, 
  6. asegurar la transparencia y 
  7. el respaldo ofrecido por el gobierno debe contribuir a la equidad y el bienestar, sin dejar a nadie relegado.

El IISD justificó la presentación del documento diciendo que ahora, cuando en varios lugares, incluyendo Canadá, la pandemia parece haber sido controlada y los gobiernos encaran una vuelta a la actividad “normal”, de manera que las personas puedan retomar sus actividades y la economía se vuelva a poner en marcha de manera plena, “es el momento de actuar juntos a escala mundial, para construir un futuro mejor”.

En tal sentido, la entidad entiende que la pandemia puso un freno al desarrollo y funcionamiento de las sociedad tal como los conocíamos, brindando las condiciones que facilitan una redefinición mayor de nuestras economías, en un grado que era imposible imaginar hasta la irrupción del Covid-19.

La economía verde genera nuevos empleos que deben ser protegidos por las leyes. Foto: iStock.

Un futuro distinto y verde

Por su parte, Catherine Abreu, de la Red Canadiense de Acción por el Clima (CAN-Rac), citada en el sitio de Equiterre, sostuvo que “si los principios del informe son puestos en obra…, el gobierno federal podría orientar nuestra economía hacia un futuro climático más seguro, que protegería a los humanos y al planeta”.

Según los autores del informe, el momento actual permite repensar de manera radical las líneas de desarrollo que se venían aplicando hasta el momento, dando a la sociedad una opción única para partir hacia una dirección distinta; las decisiones que se adopten en este momento tendrán un impacto que perdurará durante décadas en nuestra huella ambiental.

La reconversión del transporte público, un paso clave para el cambio. Foto: iStock.

Imposible volver atrás

Como un ejemplo de la necesidad urgente de buscar otro modelo de desarrollo, el Instituto recuerda que 53.000 trabajadores de la provincia de Alberta perdieron su empleo entre 2014 y 2019 sólo en los sectores petroleros y del gas, debido a la crisis que enfrentó ese sector.

La generación de energía no contaminante en Canadá podría llegar a ocupar a 600.000 personas de aquí a los próximos 10 años. La entidad sostiene que dichos empleos deben ser de buena calidad, impidiendo que la implementación de nuevas tecnologías, principalmente basadas en la automatización, pongan a esos trabajadores en situación precaria.

Décadas hablando de dejar de usar combustibles fósiles. ¿Habrá llegado el momento? Foto: iStock.

En ese contexto, una economía verde no implica sólo una reducción de la contaminación, sino la generación de un entorno laboral justo, que facilite la promoción de una economía circular, donde todos los agentes participantes resulten beneficiados.

Por otro lado, tal como señalaron numerosos expertos desde que el coronavirus se convirtió en pandemia, es muy probable que la situación actual esté menos ligada al consumo humano de determinadas especies animales que a la utilización desmesurada de los recursos naturales, la degradación del hábitat silvestre y la proximidad cada vez más estrecha con especies que se ven arrojadas a los centros urbanos ante la falta de alimentos, por agotamiento o contaminación de la naturaleza.

Al respecto, el documento indica que la pandemia “es un ejemplo claro del hecho de que la salud del planeta y la salud humana deben ser abordadas de manera conjunta y que las políticas deben estar basadas en la ciencia y en los consejos científicos”.

Consenso para el cambio

Un sondeo llevado a cabo por la consultora Abacus Data, indica que la mayoría de los canadienses está de acuerdo con la idea de que el país debe reorientarse hacia un modelo económico más verde.

Según la encuesta, el 32 por ciento de los consultados dijo que el Covid-19 los ayudó a convencerse de que es posible y se deben hacer cambios en la forma de vida, de manera de combatir el cambio climático.

Igual cifra de personas sostuvo que la pandemia le hizo pensar que es necesario concentrarse primero en la salud y la economía y menos en el clima.

Pero, además, el 26 por ciento de quienes respondieron dijeron que con o sin pandemia no podemos volver atrás en los esfuerzos para combatir el cambio climático, contra sólo el 11 por ciento que sostuvo que nunca favoreció acciones ligadas con la cuestión ambiental.

El aumento de las temperaturas es evidente en Canadá. Foto: iStock.

Situación en Canadá 

El informe sobre cambio climático en Canadá presentado a finales de 2019, da cuenta de que el país registró un aumento de su temperatura promedio en todo el territorio en 1,7 grados desde 1948, año en que se comenzó a reunir la información. En el norte canadiense el aumento es aún más drástico, llegando a 2,3 grados.

La precipitación de lluvias se incrementó en todas la regiones, mientras que decreció la acumulación de nieve.

Los especialistas también detectaron una ampliación en la distancia entre las temperaturas extremas de verano e invierno.

Las disponibilidad de recursos de agua limpia es menor, lo que incrementa el riesgo de faltante de ese elemento esencial en el futuro.

El agua de los océanos en torno al territorio del país se ha vuelto más caliente, más ácida y menos oxigenada, dañando la flora y la fauna que contiene.

Apoyo mayoritario

El reporte elaborado por el ISSD fue avalado por numerosas organizaciones ambientalistas entre las que figuran la Red Canadiense de Acción por el Clima, Equiterre, Greenpeace Canadá y Leadnow, entre otros.

Fuentes: Equiterre / Instituto Internacional de Desarrollo Sustentable / Gobierno de Canadá / Ministerio federal de Medioambiente / Abacus Data.

 

Categorías: Medioambiente y vida animal
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