Parece un cuento: encontrar objetos de gran valor artístico en una casa abandonada que se cae a pedazos, pero eso fue lo que ocurrió en Detroit, una ciudad estadounidense junto a la ciudad canadiense de Windsor.
En sus mejores momentos, Detroit fue una ciudad próspera, la más grande en el estado de Michigan, y era conocida como la capital del automóvil en Estados Unidos. En 1950 la ciudad llegó a tener casi dos millones de habitantes y desde entonces ha ido achicándose. Actualmente solo tiene unos 670.000 habitantes. En 2013 la ciudad se declaró en quiebra y grandes áreas de la ciudad cayeron en la ruina y el abandono, producto de décadas de decadencia urbana.
Es por esto que Detroit es uno de los últimos lugares en el mundo donde se podría encontrar valiosas obras de arte inuit, pero eso fue lo que ocurrió en una vieja y destartalada casa en Detroit cuando los nuevos propietarios empezaron a explorar lo que había entre esos muros destartalados.
«Mi marido y su socio de negocios compran y venden casas y hace varios meses compraron una casa muy dañada por el agua», dijo Tamara Noskov, cuyo marido Andrey es uno de los propietarios de la casa.
Esa vivienda había permanecido vacía durante años. Cuando el anterior propietario murió, su familia la vendió junto a parte de su contenido.
Lo que la familia no sabía era que al interior de la ruinosa casa se encontraban abandonados al menos 40 grabados originales y firmados por artistas de Kinngait, una localidad en el Ártico canadiense que antes se llamaba Cape Dorset, actualmente en el Territorio de Nunavut. Entre las obras halladas se encontraron trabajos de la renombrada artista Kenojuak Ashevak, pionera del arte inuit que falleció en 2013.
«A medida que lo fuimos revisando el hallazgo, nos dimos cuenta de que algunas eran en realidad piezas muy valiosas e interesantes», dijo Noskov, que se encargó de cuidar las obras de arte halladas.
«Algunas de las piezas más bellas y preciosas se encontraron en el garaje, bajo la basura, bajo el papel podrido y todo tipo de cosas. Tal vez no sabían lo que tenían en sus manos», dijo Noskov al referirse a la familia del fallecido dueño de casa.
Los grabados artísticos fueron producidos en la West Bank Eskimo Co-operative en Kinngait, una aldea en el extremo sur de la isla de Baffin, donde viven menos de 1.500 personas.
La cooperativa distribuye sus grabados, dibujos y esculturas a museos y coleccionistas privados. En 2018 inauguró el Centro Cultural Kenojuak, un centro comunitario que es a la vez estudio y espacio de exposición.
William Huffman, gerente de mercadeo de la oficina que la cooperativa tiene en Toronto, dijo que es increíble lo prolíficos que han sido los artistas de la organización. “Es más, el valor monetario de este trabajo está creciendo enormemente», dijo.
Huffman dijo que en los primeros años, esos grabados se vendían a 35 dólares. Hoy en día, las piezas de artistas como Ashevak, que murió en 2013, valen miles y miles de dólares.
«Sólo el año pasado, una de sus piezas más reconocibles, el “Búho Encantado”, se vendió en una subasta por 216.000 dólares. Es el precio más alto por un grabado en la historia del mercado secundario de este país», dijo Huffman.
Después de descubrir aquellos grabados abandonados por años en un rincón perdido de Detroit, Noskov publicó algunas de esas imágenes en un grupo en Facebook llamado Entusiastas del arte inuit Art y recibió un vendaval de comentarios.
Con el ojo puesto en los negocios, Noskov se puso en contacto con Adnan Charara, un amigo de la familia y propietario de la Galería de arte Camille en el centro de Detroit.
«[Charara] nos va a ayudar a encontrar los mejores propietarios para estas hermosas piezas», dijo Noskov, después de hacer restaurar algunas de ellas.
«Algunas están realmente dañadas», dijo Charara. «Tienen moho, tienen muchas manchas.»
Otros grabados tienen roturas y arrugas, y están impresos en papeles muy delicados. Pero Charara, quien tiene planeado exhibir la colección recuperada en su galería y por internet en las próximas semanas, dice que la mayoría de esas obras de arte puede ser salvada.
Queda por ver si esta iniciativa puramente comercial abrirá la posibilidad para que esas obras de arte de un pueblo milenario en Canadá, puedan hacer parte de la colección de un museo canadiense, para beneficio de la ciudadanía.
Fuente: CBC / J. Taylor / Canadian Press / RCI
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