Los animales salvajes tienden a evitar el contacto con los humanos. Foto: iStock.

El impacto de la actividad recreativa humana en la vida silvestre

Desde poco después del inicio de la pandemia de coronavirus, circularon por los medios de comunicación gran cantidad de imágenes de animales que, ante la ausencia de personas, se aventuraban por lugares no habituales para ellos

Diversas especies comenzaron a ser vistas frecuentemente en las calles del centro de las ciudades, comercios, parques urbanos, caminos y otros sitios.

Visto desde el lado opuesto, puede decirse que la actividad cotidiana de los humanos dejó de ser un estorbo, al menos transitoriamente, en la vida de esos animales.

Un oso pasea sin darse cuenta que es observado por las cámaras. Foto: UBC

Testimonio fotográfico

Un grupo de investigadores canadienses decidió abocarse al estudio del impacto que la actividad recreativa de las personas tiene sobre la vida silvestre.

Con ese objetivo en mente, los expertos de la Universidad de Columbia Británica instalaron una serie de cámaras fotográficas en terrenos del Parque Provincial South Chilcotin Mountains, ubicado en la provincia de Columbia Británica.

Ese parque es uno de los atractivos principales para los amantes de actividades como el senderismo, las cabalgatas, paseos en vehículos todo terreno y otros.

Pero también es el hogar de una variedad extensa de animales.

El sistema de cámaras se activa al detectar movimiento, con lo que los investigadores tuvieron la posibilidad de registrar tanto la presencia de animales en momentos en los que no había personas en el lugar, como la forma en que los mismos se retiran al detectar la actividad humana en las inmediaciones.

Los animales disfrutan del entorno libre de presencia humana. Foto: UBC.

Resultados sorprendentes

La observación de las imágenes logradas mostró que hubo un impacto significativo en la interacción entre humanos y animales. 

“Un análisis detallado del uso de los senderos capturados por las cámaras mostró que toda la vida silvestre tendía a evitar los lugares que habían sido visitados recientemente por los usuarios recreativos”, indica el estudio. 

Los animales se mostraron más reacios a toparse con los ciclistas de montaña y los usuarios de vehículos motorizados, que con los senderistas o incluso los jinetes.

Los investigadores se centraron en 13 especies, incluyendo el oso pardo, el oso negro, el alce, el ciervo bura -también conocido como ciervo mulo- y el lobo.

Es sabido que el uso de vehículos con motor tiene un impacto mayor en la vida silvestre que la actividad con formas no motorizadas de desplazamiento, como por ejemplo en bicicleta, pero los expertos pudieron verificar que, de todos modos, esta última modalidad también molesta a los animales.

El parque contiene gran cantidad de especies, algunas en riesgo. Foto: UBC.

El parque provincial de Chilcotin y las regiones cercanas están experimentando una creciente presión de las actividades humanas, tanto recreativas como industriales, por lo que el uso de dispositivos como las denominadas “cámaras trampa” puede ayudar a los científicos a contar con información detallada y valiosa de los cambios en los comportamientos de las especies que esas actividades provocan.

Si bien es cierto que la actividad recreativa y turística constituyen una fuente de ingresos importantes, sumando recursos a la actividad económica y agregando gran cantidad de empleos al mercado laboral, “la otra cara de estos aspectos positivos del turismo basado en la naturaleza y la recreación al aire libre es el potencial de interrupción de los sistemas naturales, la perturbación de la vida silvestre y la degradación de la biodiversidad”, sostiene el estudio publicado recientemente.

Se trata de una investigación que sus responsables prevén que se extenderá durante varios años y que se encuentra recién en su etapa inicial, por lo que aún no es posible extraer conclusiones definitivas.

Los osos tienen un espacio cada vez más reducido en toda América del Norte. Foto: UBC.

De todos modos, algunos de los datos ya obtenidos son reveladores:  a pesar de la diversidad y abundancia de la vida silvestre capturada por las cámaras, las actividades humanas fueron detectadas con mucha más frecuencia. La bicicleta de montaña fue la actividad más comúnmente registrada, con más del doble de detecciones que los ciervos bura; 10.017 ciclistas contra menos de 5000 animales. Los excursionistas, los vehículos motorizados y los jinetes a caballo tuvieron un mayor número de detecciones que cualquier otra especie de fauna silvestre distinta del ciervo bura.

Del mismo modo se pudo constatar que la práctica de la bicicleta de montaña, que es cada vez más popular, interfiere en los desplazamientos de el alce y del oso pardo, dos especies con baja tasa de reproducción.

Las poblaciones de alces están disminuyendo en algunas partes de la Columbia Británica, mientras que el área de distribución del oso pardo se ha reducido en la mayor parte de América del Norte y se ha demostrado que esa especie evita las actividades recreativas en otras zonas.

A veces hasta una simple cámara es vista como una molestia. Foto: UBC.

¿Parque natural o recreativo?

El Parque Provincial South Chilcotin Mountains fue establecido  en 2010 y tiene una superficie de 568 kilómetros cuadrados, que comprenden montañas boscosas y terreno alpino.

La propia página web del parque dice “la calidad de los hábitats atrae a un gran número de algunas especies, especialmente durante las cortas temporadas de verano y otoño. Esto proporciona a los visitantes algunas oportunidades excepcionales de observación de la vida silvestre”, además de enumerar las actividades recreativas que pueden realizarse en el predio.

Tal vez el propio parque deba actualizar su propuesta, si pretende que las especies sigan recorriendo su territorio.

Fuentes: Universidad de Columbia Británica / Parque Provincial South Chilcotin Mountains / Sociedad para la Biología de la Conservación.

Categorías: Medioambiente y vida animal, Sociedad
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