Los estudiantes internacionales representan un sector importante para Canadá. Solo en 2019 llegaron al país bajo ese estatus casi 700 000 personas que no solo vinieron a llenar los salones de clases de colleges y universidades, sino además trabajan, pagan impuestos, suman a la cultura, mientras se forman y contribuyen a la sociedad.
Pero, como tantas realidades que se viven en estos momentos, la pandemia vino a poner un freno al sueño de muchos. No es un freno permanente, pero la incertidumbre es la regla por estos días, aunque en su vocabulario diario la palabra perseverar se mantiene en el tope de las prioridades.
El freno se vive en distintas velocidades y en distintas latitudes. Quienes están ya en Canadá, los meses de pandemia se tradujeron en incertidumbre sobre sus planes futuros, en temor de no cumplir tiempos y parámetros para lograr obtener el anhelado permiso de trabajo posdiploma.
Pero para quienes están fuera de Canadá y ya tienen una visa preaprobada -una de las soluciones que dio el gobierno canadiense– la incertidumbre es aún mayor, aun cuando pueden estar en estos momentos viendo clases en sus países de origen, pues no saben a ciencia cierta si podrán o cuándo podrán venir finalmente.
Zulima Machado, de la agencia Zuma Immigration, explica que la preaprobacion de las visas para los estudiantes internacionales que introdujo el gobierno ha tenido ciertos efectos positivos, principalmente la posibilidad de que comiencen, desde sus países de origen o donde se encuentren en estos momentos, sus cursos a través de Internet. El principal beneficio, además del estudio en sí, es que el no venir a Canadá representa un ahorro en cuanto a la estadía, lo que disminuye sus gastos en general.
Pero esto no compensa el hecho de que parte de la experiencia que buscan los estudiantes internacionales, además del programa que quieren cursar, es precisamente vivir el país, conocerlo, recorrer sus ciudades, interactuar con otras culturas.
Claro está, esta es una necesidad que ni siquiera los que están ya en Canadá están pudiendo vivir completamente, pues la mayoría de los centros académicos mantienen sus clases en línea como medida de prevención ante la COVID-19.

El gobierno de Canadá ofreció como solución dar preaprobaciones de visas para que los estudiantes que quisieran comenzar a estudiar en línea, en sus países de origen. Foto: iStock.
Reto económico y emocional
Katherine Rodríguez, venezolana radicada en Chile, está viendo actualmente sus cursos en línea, desde Santiago. Es una de esas estudiantes internacionales con visa preaprobada y está cursando un programa de Administración de Empresas en el College Canada.
En entrevista con RCI dijo que no sabe qué hacer en estos momentos, pues aún cuando tiene su visa preaprobada y está viendo clases, el hecho de que en Chile aún no abran los centros para los datos biométricos la deja en una especie de limbo, pues estos son requeridos para la visa final, la que le permitiría venir a Canadá.
“No tengo nada concreto. Mientras no abran los centros para los biométricos… Todo es incierto”, dijo, agregando que su próximo semestre comienza en enero.
Para Rodríguez, además, el comenzar clases en línea no fue la mejor decisión, visto hoy en retrospectiva, pues asegura que no es tan sencillo ver el programa en línea en un idioma que no domina al 100%, sin siquiera poder ver cómo los demás modulan. “Y todo son diapositivas, puras diapositivas…”.
Sin embargo, la venezolana tiene esperanza de que pronto pueda hacer los trámites que le faltan para finalmente poder venir a Canadá, y en unos seis u ocho meses hacer los procesos respectivos para su esposo y su hija de 13 años. “A Venezuela no regreso. Tengo fe de que con la aprobación de los biométricos todo se encamine. Esa es la esperanza”.
¿Y en Canadá?
Leandro Isaacs llegó en abril de 2019 y el 16 de abril de 2020 salió por primera vez en meses, al balcón de su casa, para tomarse una foto con su esposa y sus dos hijos para celebrar su primer año en Canadá. La foto fue en el balcón, pues como muchas familias, en los meses de confinamiento optaron por permanecer en casa lo más posible.
Vino a estudiar soporte técnico en el college Teccart pero debió cambiarse al Milestone por problemas de cupos en el primero. Todo iba bien, comenta, hasta que las noticias de la pandemia, del confinamiento y toda la crisis de marzo, puso todo cabeza arriba.
Afortunadamente el centro académico tuvo todo preparado en solo días e Isaacs no perdió clases. Comenzó su formación en línea, pero su esposa perdió el empleo.
Así transcurrieron para esta familia colombiana los primeros meses de la pandemia. Los cuatro en casa, con todos los retos que esto ha impuesto.
La principal preocupación de Isaacs durante los primeros meses de la pandemia era no poder cumplir los tiempos y que la empresa no aprobara su pasantía, para poder graduarse y eventualmente pedir su permiso de empleo posdiploma.
Con todo el reto que representó seguir estudiando desde casa con su hijo mayor (el pequeño comenzó a ir a la guardería cuando se retomó progresivamente este servicio), incluso cuando su esposa consiguió un nuevo empleo, Isaacs logró terminar sus cursos, presentando todos los exámenes finales en julio y no por cada módulo, como suele hacerse. Logró hacer la pasantía en la empresa donde trabajaba medio tiempo y pudo hacer su cambio de estatus.
Para este proceso fue a la frontera de Saint-Armand, donde un agente, dijo, fue un poco agresivo. Sin embargo, después de más de dos horas de espera, logró hacer el cambio e incluso el mismo agente le dio un récord de visitante a su hijo, ahorrándole así este trámite (que tiene un costo de unos $250).
Vivida toda esta experiencia, Isaacs -quien tiene un canal de YouTube para contar su vida en Canadá– ve el 2021 algo complejo, especialmente para otros estudiantes internacionales que tienen en sus planes venir a Canadá. Sin embargo, los alienta y les recuerda “que hay que perseverar. Es un tema de continuar. No hay que rendirse. Canadá no dice que no, solo que hay que mejorar. Es una tierra de oportunidades”.

Muchos estudiantes internacionales buscan no solo formarse, sino vivir la experiencia, la cultura y la sociedad del país de acogida, algo que la pandemia ha imposibilitado. Foto: iStock
Desde el punto de vista de negocio
Todo este freno, la incertidumbre y las frustraciones también se han traducido en menos ingresos y búsqueda de nuevas formas de negocio para las agencias que trabajan con estudiantes internacionales.
Al respecto Machado comentó que lo que ha percibido es que, quienes están afuera, han optado en su mayoría por poner en veremos sus planes de venir a Canadá. Esto les ha dejado la única opción de trabajar solo con personas que ya se encuentran en el país, como turistas o estudiando idiomas.
“De alguna manera esto hace que la fuente de trabajo sea limitada. Va a llegar un momento en el que se va agotar”, dice.
Machado también lamenta todo lo que han tenido que vivir los estudiantes internacionales, considerando todo el aporte que hacen a la economía canadiense.
Según un reporte de MacLeans, publicado esta semana, en 2018 los estudiantes internacionales aportaron 22 millardos de dólares a la economía canadiense.
“Es triste. Inyectan una cantidad de dinero importante y muchos están en el limbo. No hay medidas claras para tratar de apoyarlos. No se está viendo del todo la importancia de los estudiantes internacionales”, concluye Machado.
Fuentes: Radio Canadá Internacional
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