Los coches no son aún autónomos cien por ciento. Foto: iStock.

Los coches automatizados no están listos para prescindir del conductor humano

La incorporación de las nuevas tecnologías a la vida cotidiana es visible en diversos aspectos, pero no siempre con el grado de efectividad o éxito deseado.

La automatización de los vehículos, para que nuestros coches se manejen solos, son una promesa que no siempre alcanza los resultados esperados.

La nueva tecnología puede ser una aliada de los conductores, pero también puede convertirse en un espejismo de seguridad, que haga que las personas se desentiendan totalmente de lo que ocurre en la relación entre su auto y el tránsito a su alrededor.

El conductor no debe desentenderse totalmente del manejo del rodado. Foto: iStock.

No siempre al servicio de la persona

Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Toronto sostiene que la utilización de “vehículos asistidos”, como denominan a los que cuentan con tecnología para la conducción automatizada, puede convertirse en un problema cuando la intervención del automovilista es requerida para “sortear” una situación conflictiva en el tránsito.

De hecho, cuando el sistema informatizado se enfrenta a una decisión que no es capaz de resolver, este requiere la intervención del ser humano para que se haga cargo del comando del rodado y, en base a su experiencia y pericia, ejecute la maniobra adecuada.

Se habla en este caso de la tecnología de solicitud de recuperación del control y capacidad de automatización (TORAC, por sus siglas en inglés).

Supongamos el ejemplo de un atasco en el tránsito y que el dispositivo tecnológico no recibe la información de la navegación satélite para tomar una decisión respecto a las alternativas para salir de la situación… Entonces, el propio sistema le pide al conductor que recupere el control del rodado y tome la decisión más adecuada.

Lo que la investigación sostiene es que, debido a que esa tecnología no ha logrado aún un punto de maduración en su desarrollo, y deja mucha información de lado, es muy probable que se produzcan conflictos en el funcionamiento que impidan el rápido accionar de la persona.

Imaginen qué ocurriría si en lugar de una congestión en la circulación hablásemos de la inminencia de accidente…

La información que proviene del entorno es de vital importancia para la seguridad del tránsito. Foto: iStock.

Publicidad y realidad

Si bien la industria presenta a los autos automatizados como capaces de manejarse por sí solos, esto es así hasta cierto punto, en funciones sencillas para las que la tecnología ha logrado diseñar un patrón de respuesta, pero no se ha llegado a un nivel de desarrollo en el que sea posible prescindir totalmente del rol del conductor y este no debería confiar ciegamente en esos tipos de automóviles, indican los autores del trabajo.

En uno de los escenarios de conducción analizados, se dio a los participantes una tarea de no conducción, con el fin de imitar las distracciones más comunes, como la lectura de mensajes de texto, y se activaron las indicaciones de toma de posesión y la información de la capacidad de automatización.

La supervisión de la carretera por parte del conductor/pasajero se redujo mucho en comparación con la condición en la que estas funciones estaban desactivadas.

A partir de esa constatación, los investigadores sostienen que las solicitudes de toma de posesión del vehículo, cuando el sistema informático le pide al humano que se haga cargo, pueden dar a los humanos una falsa sensación de seguridad. 

No todas las maniobras pueden ser ejecutadas por el sistema de automatización. Foto: iStock.

“La gente va a terminar mirando hacia otro lado y haciendo algo que no esté relacionado con la conducción», sostiene Birsen Donbmez, profesor de la facultad de Ingeniería Mecánica e Industrial, en un artículo publicado por la universidad.

Los investigadores afirman que, por el contrario, cuanto más sofisticados sean los dispositivos y más información incluyan, como la referida al tránsito circundante o eventuales problemas más adelante en la ruta, por citar un ejemplo, más necesaria será la tarea de monitoreo de la persona, que tendrá menos ocasiones para “desentenderse” de la marcha del vehículo, lo que facilitará una toma de posesión, un recuperación de la conducción humana más rápida, cuando la urgencia de la situación así lo requiera.

En este caso hablamos de tecnología a la que se denomina tráfico circundante y solicitud de recuperación del control y capacidad de automatización (STTORAC).

Aquí el conductor debe mantener una supervisión activa en todo momento o la mayor parte del tiempo sobre el instrumental del vehículo y la información que éste le suministra, por lo que una respuesta de toma de control sería más rápida en caso de necesidad.

El cerebro del conductor sigue siendo el «dispositivo» más desarrollado a bordel de un auto. Foto: iStock.

Conclusiones y sugerencias

Tras la experiencia, los expertos llegaron a la conclusión de que el llamado STTORAC llevó a comportamientos de conducción más anticipatorios, previendo los eventos que pudieran surgir durante la circulación en la vía pública, mientras que el TORAC llevó a una actitud más relajada, de falta de atención por parte del conductor hacia las señales del entorno. 

El STTORAC, al mismo tiempo, brindó un nivel más alto de seguridad al conducir.

Proporcionar información sobre el tránsito circundante a los conductores de vehículos asistidos, además de la solicitud de toma de control y la información sobre la capacidad de automatización, puede ayudar al conductor a anticiparse a posibles situaciones de conflicto o peligro.

Sin la información del tránsito circundante, los conductores pueden confiar demasiado en las pantallas de sus sistemas de automatización, poniendo en riesgo su integridad física y la de otras personas.

Los vehículos automatizados han llegado a un nivel de desarrollo en el cual pueden “aliviar” parte de la tarea del conductor, pero no están aún listos para prescindir de la intervención humana.

Fuentes: Universidad de Toronto / Science Direct.

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