Días atrás, la opinión pública internacional resultó sorprendida por el ataque de partidarios del presidente estadounidense saliente contra el Capitolio, como se conoce a la sede parlamentaria de ese país.
Varias decenas de personas, que rechazan los resultados de las últimas elecciones presidenciales que dieron como ganador al candidato del Partido Demócrata, burlaron los sistemas de seguridad, ingresaron al edificio, provocaron destrozos y amenazaron el desarrollo de la sesión del Senado, que ese día debía confirmar a Joe Biden como presidente electo del país.
Los choques entre manifestantes y fuerzas del orden dejaron como resultado un saldo de 5 muertos.
A fuerza de golpes, los manifestantes vencieron el primer cordon de seguridad. REUTERS/Shannon Stapleton/File Photo
Aunque insólito, el hecho no deja de ser el resultado de un proceso político iniciado hace 4 años, con la llegada a la Casa Blanca del magnate Donald Trump, a quien su sucesor definió como “incapacitado para desempeñar el cargo” de presidente de la que es aún la primera potencia económica del mundo, con una de las fuerzas militares más poderosas del planeta.
Maxwell Cameron, profesor e investigador del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Columbia Británica, sostiene que lo ocurrido en Washington acerca a Estados Unidos a una realidad conocida en América Latina.
Cameron piensa que el pedido de remoción de Trump, presentado por los demócratas a través de su líder en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, no cuenta ya con el tiempo suficiente para poder ser tratado, aceptado y aplicado.
De todas maneras, señala que este movimiento está justificado por la preocupación que existe respecto a las decisiones que Trump pueda adoptar en los pocos días que le quedan como mandatario y, aún más importante, con la búsqueda de cerrar el camino a una eventual nueva postulación de este en el futuro, con la intención de volver al cargo.
La jornada dejó un saldo de 5 muertos. REUTERS/Leah Millis
Pero, al mismo tiempo, se trata de un intento por saldar las cuentas con un sector del Partido Republicano que apoyó incondicionalmente al presidente a lo largo de su mandato y que, en el caso de algunos legisladores de esa fuerza, respaldaron el intento para desconocer el resultado de las últimas elecciones.
El experto indica que los sucesos registrados en el Capitolio no solamente ponen en tela de juicio la calidad de la democracia estadounidense, surgida y tomada como modelo, en un momento en el que en el planeta el poder estaba acaparado por monarquías y regímenes autoritarios.
No obstante, nuestro entrevistado advierte que Estados Unidos no es un país tan democrático como se supone y brinda el ejemplo de la exclusión de la población negra y de otros segmentos sociales, que siempre han resultado marginalizados a lo largo de la historia del país.
El estrafalario líder del ataque ya fue detenido. REUTERS/Mike Theiler/File Photo
A su entender, lo que verdaderamente se ha fracturado es la reverencia que los estadounidenses sintieron y expresaron siempre por su constitución, asociada a la construcción de un sistema republicano, representativo y con separación de poderes.
En el caso de Canadá, Cameron reconoce que existe una polarización política, que los medios sociales tienen un impacto enorme en la opinión pública y que incluso puede hablarse de una “guerra cultural” en marcha.
Las divisiones políticas en Estados Unidos son hoy más visibles que nunca. Foto: iStock.
Sin embargo, diferencia al caso canadiense por el hecho de que aquí aún existe la noción del bien común como valor, mientras que en Estados Unidos esa idea de comunidad ha prácticamente desaparecido.
En ese sentido, no está de acuerdo con quienes postulan que sucesos como los del capitolio puedan replicarse aquí.
Además, el investigador afirma que las realidades políticas entre ambas naciones se diferencian por el hecho de que en Canadá existen más partidos políticos y que estos se compartan de manera más civilizada que el Partido Republicano estadounidense, al que califica como antidemocrático.
Joe Biden recibe un país en llamas. REUTERS/Kevin Lamarque
Cameron es también un estudioso de la situación política en Venezuela.
Tras la decisión de la Unión Europea de quitarle a Juan Guaidó, ex líder de la Asamblea Nacional venezolana, su reconocimiento como presidente en ejercicio, el experto sostiene que Canadá también debería revisar su postura y pronunciarse en el mismo sentido.
Canadá albergó encuentros del denominado Grupo de Lima, que cuenta con el aval de algunos gobiernos de América, que en su momento impulsaron el desconocimiento de Nicolás Maduro como jefe del gobierno venezolano.
Maxwell Cameron nos brinda más detalles en entrevista con Radio Canadá Internacional.
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