Dietas y cebro sanos parecen ir de la mano. Foto: iStock.

Dietas que podrían retrasar la aparición de la enfermedad de Parkinson

Las recomendaciones de médicos y nutricionistas para seguir una dieta sana, que nos dará como resultado un mejor estado de salud, reduciendo los efectos negativos de la maduración y el envejecimiento, no son novedad.

Pero un nuevo estudio sugiere un nexo estrecho entre determinados hábitos alimentarios y el retraso de la aparición de enfermedades como el Mal de Parkinson. 

En el foco de atención se encuentran las dietas conocidas como Mediterránea y Mind.

Vegetales, frutos secos y aceite de oliva no deben estar ausentes. Foto: iStock.

La salud entra por la boca

Un estudio titulado Trastornos del Movimiento, llevado a cabo por científicos de la Universidad de Columbia Británica, encontró una fuerte correlación entre el momento de inicio del Parkinson y los hábitos alimenticios de las personas.

Según los autores, las estrategias nutricionales pueden ser una herramienta efectiva para retrasar el surgimiento de esa enfermedad y la aparición de sus síntomas, aun cuando falta avanzar en las características que la afección adquiere en hombres y mujeres y su nexo con la nutrición.

La evidencia obtenida por el estudio indica que las personas aquejadas por el mal, pero que han basado su nutrición en la llamada Dieta Mediterránea, comienzan a experimentar los síntomas mucho más tarde que el resto de la población. 

El pescado, los mariscos, las frutas y las grasas sanas forman también una parte esencial de una buena alimentación. Foto: iStock.

En el caso de las mujeres, esa demora llega en algunos casos a 17 años, mientras que en los hombres se trata de 8 años.

Los expertos estudiaron los casos de 176 pacientes que siguieron dietas alimenticias centradas en la ingesta de vegetales, frutas, granos enteros y grasas sanas, como las que se obtienen del aceite de oliva, las nueces, semillas y algunos tipos de pescado.

Las personas, todas ellas mayores de 60 años, edad a partir de la cual suele aparecer el Parkinson, demostraron un retraso en la manifestación de síntomas.

Del mismo modo, los efectos de las dietas según el sexo de las personas son dignos de destacar, ya que el 60 por ciento de los casos diganosticado con el mal comprendió a pacientes masculinos.

La dieta Mediterránea parece tener un efecto más positivo en los hombres, mientras que la conocida como dieta MIND se presenta como más conveniente para las mujeres.

Un vaso de vino y tomarse el tiempo para disfrutar de la mesa con la familia o amigos, etapas que no hay que obviar. Foto: iStock.

El equipo de investigación sostiene que la evidencia reunida abre la puerta a nuevos tratamientos y medidas preventivas si, como la experiencia parece indicar, una “dieta sana” podría estar relacionada no sólo con el retraso del Parkinson, sino también de otras dolencias cognitivas, como la amnesia o la demencia.

En ese sentido será necesario examinar más a fondo la conexión potencial entre el microbioma intestinal y su efecto en el cerebro.

El microbioma es una comunidad microbiana que se encuentra alojada en un lugar específico del organismo.

¿Mediterránea o MIND?

La dieta Mediterránea puede ser definida como una pauta nutricional que surge a partir de la recolección de recetas, formas de cocinar y el uso de productos típicos. Su principio está basado en la combinación de alimentos sanos con métodos de la cocina tradicional de la región ribereña del Mediterráneo.

Reconocida por la Organización Mundial de la Salud como una dieta sana y sostenible, es rica en vegetales, frutas, granos enteros, frijoles, frutos secos, semillas y aceite de oliva.

Entre los principales componentes de esta dieta pueden incluirse:
  • Consumo diario de vegetales, frutas, granos enteros y grasas saludables.
  • Consumo semanal de pescado, mariscos, aves, frijoles y huevos.
  • Porciones moderadas de productos lácteos.
  • Consumo limitado de carne roja.
  • Reducir la cantidad de sal y usar hierbas y especias para dar sabor.

En el caso de los pescados, se recomienda el consumo de caballa, arenque, sardinas, atún blanco, salmón y trucha de lago, ricos en ácidos grasos omega-3.

Las verduras, frutas, hierbas, nueces, frijoles y granos enteros son el “corazón” de una comida mediterránea. Los lácteos, aves, mariscos y huevos la complementan, mientras que la carne roja puede comerse ocasionalmente.

Por su parte, la MIND es una combinación de otras dos dietas: la Mediterránea y la DASH, que habitualmente se recomienda a quienes necesitan reducir la presión arterial, por su énfasis en las verduras, las frutas, los lácteos con bajo contenido graso y cantidades moderadas de cereales integrales, pescado, aves y frutos secos.

Entre los alimentos recomendados por la dieta MIND figuran:
  • Vegetales de hoja verde, al menos seis o más porciones por semana.
  • Otras verduras, al menos una porción al día.
  • Nueces, cinco porciones a la semana.
  • Bayas, al menos dos porciones a la semana. 
  • Frijoles, al menos tres porciones a la semana.
  • Granos enteros, al menos tres porciones al día.
  • Pescado, una porción a la semana.
  • Aves de corral, dos porciones a la semana.
  • Aceite de oliva, utilizado en todo tipo de preparación.
  • Vino, una copa al día.

Hay que recordar que todo cambio alimenticio, principalmente si se trata de una modificación drástica, debe llevarse a cabo bajo la supervisión de un profesional de la salud.

En el caso de las personas con enfermedades alérgicas crónicas, el consumo de algunos de los productos de estas dietas puede no ser recomendable.

Fuentes: Universidad de Columbia Británcia / Periódico Movement Disorders / Clínica Mayo / Fundación Dieta Mediterránea.

Categorías: Salud
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