En una ladera árida del suroeste de Islandia fueron instalados unos enormes ventiladores para aspirar el dióxido de carbono de la atmósfera para convertirlo en rocas en las profundidades del suelo, en una iniciativa radical, aunque costosa, para luchar contra el recalentamiento global.
Las soluciones de ingeniería para hacer frente a la crisis climática están ganando atención e inversiones en 2021, ya que empresas como Microsoft y líderes de China, la Unión Europea y Estados Unidos están trabajando en planes a largo plazo para lograr el objetivo de emisiones «netas cero», es decir, que no causen contaminación ambiental.
El multimillonario Elon Musk, jefe de la empresa Tesla Inc., dijo en enero que daría un premio de 100 millones de dólares a la mejor «tecnología para capturar carbono».
La empresa suiza Climeworks, que está construyendo la planta islandesa en asociación con Carbfix, una unidad de la compañía Reykjavik Energy, afirmó que se necesitan todas las soluciones tecnológicas posibles para limitar lo que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, llama «crisis climática».
Los críticos sostienen que la «captura directa en el aire» (DAC) de las emisiones contaminantes que ya están en la atmósfera es demasiado costosa, sobre todo si se compara con la simple reducción de las emisiones, o con la protección de los bosques existentes y la plantación de árboles.

Los incendios forestales, agravados por el recalentamiento global, privan al planeta de sistemas naturales de captura de dióxido de carbono.. (Foto: CBC /iStock)
A medida que crecen, los árboles absorben el dióxido de carbono del aire, reduciendo la cantidad de carbono en la atmósfera, y los árboles viejos son mucho más eficaces para ello que las nuevas plantaciones de árboles, dicen los científicos.
«Debemos plantar todos los bosques que podamos y proteger todos los que podamos. Pero estamos más allá de tener que escoger ‘lo uno o lo otro’, a la hora de elegir cómo frenar el recalentamiento”, dijo Jan Wurzbacher, director y cofundador de Climeworks.
Esta empresa está instalando ocho colectores de carbono, cada uno del tamaño de un contenedor de transporte, para ampliar una planta en Islandia que ahora captura y almacena unas 50 toneladas de dióxido de carbono al año, aumentando su capacidad a 4.000 toneladas anuales.
Estos ventiladores aspiran el aire y unos filtros especializados extraen el dióxido de carbono. Carbfix combina ese carbono con agua, formando un ácido suave que luego es bombeado a una profundidad de entre 800 y 2.000 metros bajo tierra en la roca basáltica.
En dos años, el 95% de lo que era dióxido de carbono se petrifica, es decir, se convierte en roca, explica Edda Sif Aradóttir, directora general de Carbfix.
Uno de los desafíos es que el dióxido de carbono sólo constituye un 0,04% del aire, lo que hace que el proceso de captura y almacenamiento sea complejo y requiera mucha energía, algo que es posible en Islandia en gran medida gracias al enorme y barato suministro de energía geotérmica.
La empresa de pagos estadounidense Stripe declaró el año pasado que pagaría a Climeworks 775 dólares por tonelada para extraer 322 toneladas de dióxido de carbono del aire, lo que da una idea del costo.

La central geotérmica de Hellisheiði es el lugar donde se llevó a cabo el proyecto original de Carbfix, que inyectó aproximadamente 200 toneladas de CO2 en el subsuelo y lo fijó como minerales carbonatados estables. (Foto: Carbfix / WikiCommons)
Microsoft también dijo a finales de enero que invertiría en Climeworks para enterrar unas 1.400 toneladas de carbono, pero Climeworks no quiso dar el precio por tonelada.
«La tecnología de captura directa de aire de Climeworks será un componente clave de nuestros esfuerzos de eliminación de carbono», declaró Elizabeth Willmott, directora de eliminación de carbono de Microsoft.
Microsoft declaró el año pasado que la empresa será «carbono negativa» en 2030, eliminando más emisiones de las que sus operaciones producen cada año, y que para el año 2050 «eliminará del medio ambiente todo el carbono que la empresa ha emitido directamente o por consumo eléctrico desde su fundación en 1975».
Otras empresas que trabajan en retirar el dióxido de carbono del aire son Carbon Engineering, con sede en Canadá, que afirma que junto a sus socios están trabajando en la construcción de instalaciones de captura directa en el aire para retirar un millón de toneladas de dióxido de carbono al año.
Esto equivale «al trabajo de 40 millones de árboles», según la empresa, que fabrica combustibles a partir del dióxido de carbono.

Los bosques son considerados como los pulmones del planeta. El gobierno de Canadá prometió plantar millones de árboles en los próximos años. (Foto: CBC)
Otra empresa, la estadounidense Global Thermostat, está trabajando con entidades como Coca Cola, que utiliza el dióxido de carbono para fabricar bebidas gaseosas, y el gigante petrolero Exxon Mobil, que figura entre las principales compañías en el mundo de emisiones que emiten gases contaminantes causante de la crisis del recalentamiento global.
Climeworks afirma que es la primera empresa en retirar el carbono del aire de forma permanente, enterrándolo bajo tierra.
Además de su planta en Islandia, también opera una instalación en Suiza capaz de capturar hasta 1.000 toneladas de dióxido de carbono al año. Ese gas es luego vendido a los invernaderos locales para impulsar el crecimiento de las plantas.
Uno de los principales obstáculos para todas las empresas que trabajan en la captura directa en el aire del dióxido de carbono es el elevado costo de la operación.
Jan Wurzbacher, director de Climeworks, dijo que conseguir reducir el costo por debajo de los 200 dólares por tonelada de dióxido de carbono es un paso importante.
Ese es el monto que paga California en créditos estatales para apoyar los combustibles de transporte con bajas emisiones de carbono que pueden fabricarse con carbono capturado en el aire, dijo Wurzbacher.
Un incentivo de 200 dólares por tonelada para fabricar combustibles destinados a vehículos o camiones podría ayudar a desarrollar la tecnología de captura de carbono en el aire para todos los propositos, incluyendo el de enterrar ese carbono.

Elon Musk, director de Tesla, ofreció un premio de 100 millones de dólares a la mejor «tecnología para capturar carbono». (Foto: AFP / David McNewAFP/Getty Images)
Wurzbacher elogió a las empresas y los países que se han fijado objetivos de emisiones netas cero, pero dijo que las inversiones, hasta ahora, estaban muy por debajo de las ambiciones de Climeworks de capturar entre 30 y 50 millones de toneladas al año para el 2030.
Para su financiamiento, la empresa recaudó unos 110 millones de dólares el año pasado, cantidad inferior a lo necesario para cumplir sus objetivos.
«Que alguien como Elon Musk ponga el enfoque en la captura y el almacenamiento de carbono es importante… convierte el tema en algo central», dijo Aradóttir.
Edda Sif Aradóttir, directora general de Carbfix, afirmó que convertir el carbono en piedra es una solución que capturará los gases de efecto invernadero por millones de años, algo mucho más permanente que la plantación de árboles que pueden sufrir la tala, el desbroce del terreno o los incendios forestales que son más frecuentes debido justamente a la crisis del recalentamiento global.
Aradóttir dijo que esperaba que la nueva planta entre en funcionamiento en abril o mayo, que es la primavera en el hemisferio boreal, y esto a pesar de las interrupciones causadas por la pandemia.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) señaló en un informe el año pasado que había unas 15 plantas de captura de dióxido de carbono en el aire funcionando en todo el mundo, en Europa, Estados Unidos y Canadá. En su conjunto, esas plantas capturan más de 9.000 toneladas de dióxido de carbono al año.
Sin embargo, esa cantidad de contaminante retirado del aire (DAC) es una fracción ínfima de las emisiones mundiales. Esas 9.000 toneladas equivalen a las emisiones anuales producidas por sólo 600 estadounidenses, cada uno de los cuales produce unas 15 toneladas de contaminación atmosférica.
«Se necesitan más esfuerzos», decía el informe de la AIE en un titular.
Un informe del organismo de protección medioambiental Greenpeace en el Reino Unido, difundido el mes pasado, se mostraba escéptico respecto a las tecnologías DAC, afirmando que se encontraban en una «fase muy temprana y eran extremadamente caras».
“Su disponibilidad futura sigue siendo muy especulativa, aunque las esperanzas de encontrar ‘la solución perfecta’ han dado lugar a una gran cobertura mediática», señalaba el informe.
La captura directa de carbono en el aire solía agruparse en los informes científicos de la ONU como una forma de geoingeniería, es decir, de alteración de los sistemas terrestres para hacer frente a las amenazas del cambio climático.

La transnacional Microsoft prometió que retirará de la atmósfera toda la contaminación producida por la empresa desde su fundación en 1975. (Foto: REUTERS/Mike Blake)
Eso la colocaba junto a tecnologías más especulativas, como la atenuación de la luz solar mediante la dispersión de un velo de sustancias químicas en la estratosfera.
Sin embargo, desde 2018, el DAC ha sido reclasificado como una forma de «mitigación», o de reducción de emisiones, y los informes científicos más recientes sugieren que algún nivel de aumento de la eliminación de carbono de la atmósfera es ahora inevitable, ya sea mediante la naturaleza o la tecnología.
La petrificación de las emisiones de dióxido de carbono bajo tierra no funcionará en todas partes. Alrededor del 5% de los continentes tienen lechos de roca adecuados para el proceso, aunque vastas franjas del fondo oceánico también podrían servir para este propósito, dijo Aradóttir.
Desde 2014 hasta ahora, Carbfix ha inyectado más de 65.000 toneladas de dióxido de carbono, casi todas producidas por una planta de energía geotérmica, en lugar de ser capturadas en el aire.
Aradóttir afirma que no hay señales de que el espacio subterráneo se esté llenando a medida que se bombea cada vez más líquido a esas profundidades.
Wurzbacher afirma que las futuras plantas DAC de Carbfix probablemente llevarán nombres de animales. La nueva planta islandesa se llama «Orca», por la orca, aunque «Orka», en islandés, también significa «energía».
«Mamut» es una sugerencia para otra planta en Islandia, mucho más grande.
Fuente: Reuters / CB / Canadian Press / RCI
Por razones que escapan a nuestro control, y por un período de tiempo indefinido, el espacio de comentarios está cerrado. Sin embargo, nuestras redes sociales siguen abiertas a sus contribuciones.