Joni Velázquez. Foto: Rufo Valencia

Joni Velázquez

Mi nombre es Joni Ismael Velázquez Gutiérrez. Soy mexicano. Llegué a una ferme (granja) a trabajar en lo que es el ramo de la industria ganadera, lo que es la leche. Ahí puedo decir que tuve hasta cierto grado racismo y maltrato verbal de mi empleador, porque él nos insultaba, nos regañaba siempre, aunque no hiciéramos las cosas nosotros, siempre nos llamaba la atención con palabras un poco elevadas: “colis, mexicano”, “guatémaltèque de merde”, aquí no estás en México, no estás en Guatemala. Están en Canadá. Hubo una temporada en que no nos pagó durante un mes. Estuvimos comiendo arroz con sal, mi compañero y yo.

En cierta ocasión, la única ocasión que me llevó a comprar (alimentos al pueblo), al  segundo mes de la pandemia, me llevó en la cajuela del carro porque, me decía, que no podíamos ir tres dentro del carro. Iba a exceso de velocidad y con nieve. Yo tenía a veces que caminar para ir a cambiar mi cheque para poder enviarle a mi familia, o para ir a comprar agua, porque el agua que tomábamos era oxidada, era roja. Las instalaciones de la casa no eran idóneas. Estaban rotas las ventanas. El piso estaba roto. En la puerta principal, cuando nevaba como ahorita, se metía la nieve. La calefacción era de las antiguas. Teníamos que meter en un anafre leña para que calentara la casa. Ahí se llenaba de humo, y cuando se mojaba por la nieve la leña, pues no podíamos calentarnos. Entonces siento que sí, que fue racismo porque nos trataba así.

Cuando yo lo conocí (al empleador) me dijo “no quiero que hables inglés”, porque yo le dije que yo hablaba inglés. Me decía “habla español porque yo entiendo un poco español, o francés”. Yo le dije que no hablo en francés.

Joni Velázquez. Foto: Rufo Valencia

Yo tuve unos amigos que conocí en el aeropuerto. Me preguntaron justamente como al mes ¿cómo te va? Yo le digo: sabes que no me siento bien porque no tengo a veces para comer, no tengo para enviarle dinero a mi familia, estamos en temporadas de frío , hace frío, estamos invadidos de ratas, la casa está rota, las instalaciones del trabajo están pésimas, los animales pésimos, enfermos, heridos. Me dice pues “yo te puedo aventar con alguien que te ayude”. Entonces me pasaron el contacto del CTI (Centro de Trabajadores Inmigrantes) y ellos, gracia a Dios, me orientaron, me ayudaron y fueron directamente a sacarme, como si me fuesen raptado a las siete de la noche y me trajeron a Montreal.

Yo, cuando vine a Canadá, llegué emocionado, con muchas ilusiones. Así como todo mundo latino que venimos a trabajar, porque venimos a eso: venimos a trabajar. Como le digo, mientras me paguen, yo trabajo en lo que sea. Trabajo doce horas diarias. Yo trabajaba los siete días de la semana y yo sentía que mi pago no llegaba a tiempo. No llegaba ni a tiempo ni completo, porque a veces tardaba un mes para pagarnos. Yo sigo en las fermes (granjas). A mí me gusta el campo, yo soy ganadero se puede decir, no tengo ganado pero me considero así porque me gusta el ganado. Ahorita justamente estoy trabajando en una ferme de búfalos. Es una nueva experiencia, es muy bonito. Son más agresivos los animales, pero hay que saberlos manejar y tener éxito en el trabajo.

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