El Parlamento francés convirtió a Francia en el décimo cuarto país del planeta en reconocer el matrimonio entre parejas del mismo sexo. Este reconocimiento legal, que cierra semanas de debates apasionados, está acompañado de una intensa oposición de parlamentarios de derecha y de manifestantes que hicieron sentir su presencia hasta en la Asamblea nacional.

Los parlamentarios adoptaron la nueva ley gracias a 331 votos a favor, 225 contra y 10 abstenciones. El presidente François Hollande debe promulgar el texto que permitirá a las primeras parejas casarse este verano.
La oposición de derecha no ha lanzado todavía la toalla a pesar de la adopción de la ley en el Parlamento y envió inmediatamente el expediente ante el Consejo Constitucional para protestar contra la constitucionalidad del texto de la ley, así como su conformidad con el derecho internacional. El Consejo tiene un plazo de un mes para tomar su decisión. Si el gobierno pide una decisión más rápida, el plazo podría pasar a una semana.

En las tribunas del público, dos manifestantes trataron de desplegar un banderola, pero fueron expulsados antes de lograrlo. Mientras tanto, otros manifestantes se agitaban en las calles cercanas a la Asamblea Nacional.
Los juristas estiman que el texto de ley sobre el matrimonio no debería representar ningún problema constitucional, aunque afirman que el único impedimento reside en la adopción. El Consejo podría estatuir que la adopción va en contra del principio del derecho francés de filiación basado en la alteridad sexual.

En las calles hubo manifestaciones a favor y en contra. Miles de personas salieron a manifestar en varias ciudades de Francia para saludar la victoria de la igualdad entre homosexuales y heterosexuales o para manifestar su rabia después de la adopción del texto de ley que abre las puertas al matrimonio gay y la adopción a las parejas homosexuales.
Después de África del Sur, Bélgica, Dinamarca, Noruega, Holanda, Suecia, Argentina, Canadá, España, Islandia, Nueva Zelandia, Portugal y Uruguay, Francia es el décimo cuarto país en el mundo en aceptar los matrimonios homosexuales.
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