Desde 2010, el gobierno federal le declaró la guerra a los matrimonios fraudulentos. Cada año, sobre alrededor de 45 000 solicitudes de patrocinio de los cónyuges, Ciudadanía e Inmigración rechaza un 15%.
Cuba está especialmente en la mira. El gobierno federal estima que un tercio de los matrimonios entre canadienses y cubanos son fraudulentos.
Las precauciones de Ottawa dan como resultado menos matrimonios de conveniencia, pero más corazones rotos para las parejas que verdaderamente se aman.
Helen Gratton, de 43 años, se casó con el cubano Vladimir Bringuez de 28 años, en abril de 2012.
«Nunca en todas las semanas de convivencia… tuve la más mínima chispa de duda que él pudiera casarse por cualquier otro motivo que no fuera el amor», dice ella. Y agregó: «Pasé más de 30 semanas en Cuba con el fin de asegurarme que el lazo afectivo entre mi marido y mis niños pueda ser sólido y auténtico, lo que es el caso».
En febrero de 2013, se le rechazó la solicitud de residencia permanente a Bringuez.
De acuerdo con el funcionario de inmigración que trató el caso, Helen Gratton tiene mucha más edad que el Sr. Bringuez, los dos no comparten la misma lengua y el matrimonio tuvo lugar con demasiada rapidez, sin recepción ni luna de miel. Para Ciudadanía e Inmigración, se trata de un fraude.
Para el abogado de inmigración Patrick-Claude Caron, el gobierno les da demasiados poderes discrecionales a sus agentes. Los riesgos de error son importantes.
«Nos encontramos con una situación que puede parecer nada más ni nada menos que la puesta en funcionamiento de una policía … del amor», dijo Caron.
Ottawa respondió que las parejas rechazadas pueden apelar la decisión.
Esto hizo Gratton. Su caso debe ser tratado dentro de unos meses.
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