El presidente estadounidense Barack Obama tuvo un año 2013 extremadamente difícil que bajó de forma considerable su popularidad. El balance de Barack Obama para el primer año de su segundo mandato es muy frágil.
Se trata incluso del peor año de su presidencia, afirman los observadores. “Obama no es más el que caminaba sobre el agua”, se puede leer en la portada de la revista The Economist.
“Estoy decepcionado de lo que está pasando en Washington”, dice James Thurber del Centro de Estudios Presidenciales de la American University.
“Fue un año horrible para el presidente. Punto”, dice Kenneth Weinstein, presidente, director general del Hudson Institute y agrega que “los más decepcionados son los demócratas que pensaban que Barack Obama podía hacer milagros”.
Esta caída de popularidad se explica en gran parte por los fracasos que se sucedieron uno tras otro, comenzando por el lanzamiento de la reforma del programa de salud.
El fracaso de la ley sobre el control de las armas de fuego, la crisis de la deuda y la parálisis del gobierno federal también contribuyeron a empañar la imagen del que, al momento de su elección en 2008, había sido saludado por el mundo entero.
El asunto Edward Snowden y el escándalo de las escuchas electrónicas de la NSA tampoco ayudaron a la administración Obama.
Ni el mundo del espectáculo duda en ridiculizar al presidente Barack Obama, antes intocable.
A nivel internacional y particularmente en los puntos calientes del planeta como Irán, Siria y la situación en el Medio Oriente, la Casa Blanca se mostró poco convincente en el tablero político.
Otra mala noticia para el presidente estadounidense es que su nivel de popularidad en este quinto año es todavía más bajo que el del ex presidente George W. Bush y su única consolación es que el Congreso es todavía más impopular que él.
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