“Las fronteras son porosas”, advirtió el presidente-director general de la compañía fabricante de automóviles Chrysler, Sergio Marchionne, quien pide una millonaria ayuda gubernamental canadiense para modernizar las fábricas de Windsor y Brampton, provincia de Ontario.
Marchionne aprovechó ayer la mediatizada apertura del Salón del Automóvil de Toronto, para presionar al gobierno federal y al gobierno de la provincia de Ontario. Pero no quiso confirmar los rumores según los cuales Chrysler pide una ayuda de 700 millones de dólares a ambos gobiernos en el marco de una inversión total de 3.600 millones de Chrysler.
Él se contenta con afirmar que si el proyecto se concreta, se tratará de “la más grande inversión de constructor automóvil en Canadá”.

El presidente-director general de Chrysler niega haber hecho amenazas contra Canadá. “El dinero de los contribuyentes será reembolsado” dijo, pero sin garantizar la creación de un solo empleo en Ontario.
Más no obstante, Marchionne no descartó la posibilidad de transferir a otro lugar la producción mini-camionetas, ensambladas actualmente en Windsor, Ontario, si no logra llegar a un acuerdo con Ottawa.
El presupuesto federal presentado este martes, prevé 500 millones en dos años para la industria del automóvil, pero no contiene ningún detalle con respecto al pedido de Chrysler.
Por su parte, el responsable de prensa del ministro de Desarrollo económico de Ontario, Eric Hoskins, declaró ayer que hay “negociaciones en curso” entre el constructor de automóviles y Ottawa, pero se negó a hablar de las sumas de dinero que están en juego.
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