En nuestro reportaje de la semana pasada comenzamos hablando de un caso de dopaje que se registró durante las terceras olimpíadas de la era moderna en Estados Unidos.
En nuestro segundo reportaje sobre la historia del dopaje deportivo, esta semana vamos a hablar de un caso que le dio la vuelta al mundo, el caso Ben Johnson en los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988. El velocista canadiense de los 100 metros dió positivo en una prueba y fue reconocido culpable de haberse dopado con stanozolol, un esteroide anabolizante.
Fue un escándalo enorme y una bofetada al movimiento deportivo internacional. Ese avance fue el fruto de progresos técnicos importantes, tales como el desarrollo de espectrometría de masa y la cromatografía en fase gaseosa de elementos, así como de equipos altamente precisos que permitían detectar lo que hasta ese momento era invisible a los ojos.
Un salto científico enorme que llenó un vació que había durado más de 20 años. Pero la contraparte también avanza y nuevos productos hacen su aparición gracias a la ciencia.
Años más tarde, el escándalo Festina llevó a las autoridades deportivas, a la familia Olímpica y los gobiernos a crear la Agencia Mundial Antidopaje, cuya sede se encuentra en Montreal. Una agencia independiente que reagrupa todas las fuerzas vivas del movimiento deportivo y antidopaje, concluye Chritianne Ayotte, directora del Laboratorio de Control del Dopaje en el Instituto Nacional de Investigación Científica Armand Frappier, de Montreal.
Tomado del programa de cultura científica de la radio francesa de Radio Canadá, Les années lumières.
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